Al igual que ocurre con los mensajes mediáticos demasiado optimistas, los excesivamente agoreros también son peligrosos, incluso quizás más. Me explico: desde que éramos niños nos han advertido sobre el fin inminente de las reservas de petróleo, que nos freiremos por culpa del agujero de la capa de ozono, de las consecuencias climáticas extremas de la desforestación del Amazonas, del fin del pescado por culpa de la contaminación en los océanos, la desertificación, el aumento del nivel del mar por el deshielo de los polos… etc. etc. y van pasando décadas y todo eso no aparece y claro, al final acabamos creyéndonos que nunca llegará y que si se equivocaron hace tantos años seguirán errando los que lo profetizan ahora y no tomaremos en serio las advertencias.
Yo no soy científico y no tengo ni idea de cuándo realmente ocurrirá todo eso pero el sentido común nos dice que no teniendo alternativa habitacional, la humanidad debería cuidar muy mucho el planeta Tierra. El petróleo se acabará y sí, los motores son más eficientes y se están desarrollando energías alternativas por doquier y si el proceso se sigue alargando en el tiempo, lo mismo su fin no es traumático pero es algo a tener muy en cuenta en un mundo cada vez más globalizado con millones de aviones que necesitan un combustible fósil de gran combustión. El actual bajo precio del crudo es en parte una mala noticia porque puede desanimar la investigación para encontrar un sustituto viable.
En cuanto al problema de la alimentación sí es cierto que los transgénicos, las piscifactorías y, en general, la ciencia, ha conseguido que el aumento de la población mundial no haya conllevado un aumento del hambre. Es quizás el aspecto más positivo pero sí que en estos años ha aumentado la desforestación (no sólo en Brasil, también en la importante jungla de Indonesia por ejemplo) y el problema de la falta de agua potable (esa que desperdiciamos para arrastrar nuestra inmundicia en los váteres de nuestras ciudades) es muy grave. Aún no sentimos el previsible aumento del nivel del mar pero sí que el calentamiento global (aunque algunos no crean que sea por culpa del hombre) es un hecho y una de sus consecuencias será esa. Cierto que también se sabe que antes o después habrá otro gran terremoto en la falla de San Andrés y no por eso se deja de construir en California pero esa falta de previsión que puede hacer peligrar la pervivencia de algunas de las mayores ciudades del mundo nos puede conducir a una grave crisis humanitaria y económica.
Pero hay quien puede decir: aún no notamos ninguna influencia negativa, vuelve a ser el mismo discurso agorero de hace 4 décadas. No es cierto, estamos 4 décadas más cerca del final del crudo, la temperatura ya ha subido, el agua potable ya escasea en muchos puntos del globo, el desierto está creciendo (y es algo medido) y el CO2 en la atmósfera es mayor y está teniendo consecuencias. Y es que ya hay grandes ciudades del mundo que están conviviendo con una polución que no sólo es molesta y estéticamente muy fea, además mata a personas. Se estima que un 17% de las muertes en China se producen por polución, alrededor de 1.6 millones cada año. Yo no sé si fiarme de esas cifras pero es evidente que cuando en ciudades con tantos espacios verdes como Madrid se hace necesario recortar el tráfico rodado por la mala calidad del aire, es que algo estamos haciendo muy mal. Y no parece que vaya a cambiar.
No debemos caer en alarmismos apocalípticos ni en visiones del futuro estilo Mad Max, al fin y al cabo desde que cayó el meteorito hasta que murió el último dinosaurio pasaron cientos de miles de años y ni la atmósfera va a estar tan mal como estuvo entonces ni el ser humano es tan poco adaptable como lo eran los saurios. El meollo es que tenemos un sistema económico basado en el crecimiento y alimentado por el consumo y en 2050, fecha que no es tan lejana, seremos 9 mil millones. El mundo crece y consume más y aunque nosotros, bien por decisión voluntaria (que me extrañaría, basta con ver las cifras de las ventas navideñas) o por una nueva crisis, frenemos algo la actividad económica, nadie va a ser capaz de convencer a los chinos o a los indios que frenen su desarrollo que tiene como objetivo llegar a la calidad de vida europea. Lo que hemos creado para mejorar nuestra calidad de vida puede acabar reduciéndola drásticamente.