Las comisiones bancarias, esas grandes desconocidas, han pasado a ser noticia últimamente por su constante tendencia alcista. Su incremento parece convertirse en una alternativa suculenta ideada por las entidades para obtener ingresos y compensar la disminución de beneficios causada por la crisis.
Se trata de las cantidades monetarias que bancos y cajas nos cobran por la prestación de diversos servicios como; ingresar un cheque de otro banco, transferir dinero a otra entidad, tener una cuenta bancaria, entre otras. En su afán por tener liquidez son cada vez más las razones por las que las entidades cobran por su gestión y servicios de intermediación.
Las cuentas bancarias tienen diferentes tipos de comisiones. Las que más se aplican son las de mantenimiento de cuenta, administración y las transferencias de fondos.
La comisión por mantenimiento se aplica a los titulares de una cuenta con independencia del saldo, número de asientos practicados, etc, y se suele cobrar anual o semestralmente. Su cuantía es estipulada de forma particular por cada entidad: algunas cobran hasta 30€ por este concepto, mientras otras eximen al cliente si el saldo medio de la cuenta es superior a cierta cantidad, o si el cliente tiene la nómina domiciliada.