Cuando se habla de inmigración nos imaginamos hordas de hambrientos saltando vallas, o cruzando en mar en embarcaciones poco menos que improvisadas, para inundar nuestras calles de delincuencia y de gente tan desesperada que no les importa cometer cualquier tropelía para subsistir.
Sin embargo, lo cierto es que existen muchos detalles con respecto a este tema que se desconocen por parte de la mayoría de las personas de a pie. Como por ejemplo que, lejos de las espectaculares imágenes de los asaltos a las vallas, o el intenso tráfico de pateras y embarcaciones aún más improvisadas que se da en el estrecho, la mayor parte de la inmigración ilegal entra por los aeropuertos. En ellos, con un permiso de entrada, con el pasaporte en regla, visado, unos cuantos cientos de euros en tarjeta o efectivo y, por supuesto, con la intención de no volver a su país de origen.
Los países de los que más personas llegaron en 2017 fueron Venezuela, Colombia e Italia; el cuarto fue Marruecos, seguido de Honduras, Perú, Brasil, República Dominicana y Argentina. Los inmigrantes son habitualmente gente con un nivel de educación por encima de la media en su país de origen y que vienen a España en busca de trabajo.
De hecho, esta es la segunda suposición errónea: la mayor parte de los inmigrantes suelen ser gente con más nivel cultural y económico que la media de su país de origen, por lo que el nivel de conflictividad social no es tan elevado como se supone: de hecho, la mayor parte de los inmigrantes busca ganarse la vida en medio de un agradable anonimato. No desean llamar la atención por lo que suelen ser muy discretos y buscan una adaptación al sistema que les permita integrarse sin problemas.
Esta integración es la que nos lleva al tercer gran supuesto erróneo. El de que la inmigración supone una carga para el erario público. Según un estudio de la Obra Social de La Caixa, los inmigrantes aportan más a las arcas públicas de lo que reciben. Su trabajo ayuda al sostenimiento del sistema de pensiones y en 2.017 aportaron 5.500 millones de euros en impuestos a las arcas del Estado. Esto, además, se ve corroborado por todos los estudios realizados en países de nuestro entorno.
Pero hay otro gran mito que tampoco es real: el de que sólo los pobres emigran. Según el informe Global Health Migration Review, unos 108.000 millonarios cambiaron su país de residencia en 2.018, lo que supone un aumento del 14% respecto al año anterior. A nuestro país llegaron alrededor de un millar, siendo Australia, Estados Unidos y Canadá los principales receptores. En el caso de Australia, su alto nivel de seguridad, la ausencia de impuestos de sucesiones, el clima y los fuertes vínculos comerciales con China, Japón o Corea del Sur son los motivos por los que 12.000 millonarios se mudaron a este país en 2018, un 3% más que en 2017
Los motivos de estas inmigraciones “vip” son la falta de oportunidades de negocio en sus países de origen y, sobre todo, la delincuencia o las tensiones políticas y religiosas. Aunque, por supuesto, también hay razones fiscales, siendo este el principal motivo de inmigración entre los países desarrollados.
Entre los países que más millonarios ceden al resto del mundo están Rusia y China. La primera perdió alrededor de 7.000 millonarios, posiblemente huyendo de las sanciones económicas derivadas de la anexión de Crimea. En cuanto a China, la salida de grandes fortunas puede deberse al cada vez mayor control del gobierno chino sobre las salidas de capital, lo que ha colocado a muchos de los ciudadanos más ricos del país en la mira de las autoridades de recaudación fiscal. Por su parte, el Reino Unido, también perdió 3.000 grandes fortunas el año pasado debido, sin duda, a la incertidumbre provocada por el “Brexit”.
Venezuela, por su parte sigue con su sangría, aunque, a estas alturas, pocas grandes fortunas quedan ya que no estén vinculadas al régimen de Maduro.
Indudablemente, el que se marchen las personas con elevado patrimonio de un país puede ser una señal de que algo malo está sucediendo o va a suceder, ya que son estas personas las que tienen los medios y la información para escoger el momento adecuado, sin embargo, también es cierto que no es un indicador claro, ya que estas personas son las primeras cuyo nivel de vida ya les permite residir buena parte del año en el lugar que deseen, de modo que, en muchos casos, el cambio de domicilio sólo es un simple trámite burocrático.
Pero hay otro motivo más para que un millonario decida un cambio de domicilio. Desde el 2.017, los bancos y otras instituciones financieras están revelando datos sobre titulares de cuentas extranjeras a la autoridad fiscal correspondiente, de acuerdo con la Norma de Información Común (CRS, de sus siglas en inglés), introducida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 2017. Más de 100 países se han sumado a la CRS, sentando un nuevo precedente para el intercambio mundial de datos.
Esto esté provocando que muchas grandes fortunas busquen alternativas para reducir los riesgos asociados con la difusión de información sobre sus cuentas. Mientras tanto, en octubre del año pasado, la OCDE publicó una lista negra de 21 jurisdicciones, entre ellas Malta y Chipre, que dice que están socavando los esfuerzos internacionales para combatir la evasión fiscal.