El desembarco de Amazon en el mercado financiero es algo que se viene anunciando desde hace bastantes años. Ya En 2.012 un estudio llevado a cabo por el Deutsche Bank advertía que los gigantes tecnológicos, con mención especial a Google y Apple, en un plazo de tres a cinco años, podrían arrebatar a la banca tradicional parte de su negocio. Anunciaba, además que empresas como Paypal o Amazon comenzarían invadiendo el negocio bancario a través del mercado de transferencias comerciales, pasando en seguida al de préstamos y depósitos.
A día de hoy, pagos, préstamos, seguros o la creación de algo similar a cuentas corrientes forman parte de la oferta del gigante tecnológico, por lo que su operativa cada vez se asemeja más a la de un banco convencional, pero sin estar sujeto a la regulación correspondiente. Incluso en países como México o India ya permite a los clientes retiradas y pagos en efectivo, con lo que se ha convertido en una alternativa a las tarjetas de crédito.
El primer contacto del gigante de la distribución con el mundo financiero vino en el 2007 a través de Amazon Pay, que ahora incluye un monedero electrónico para los clientes y una red de pagos, tanto para tiendas online como para establecimientos físicos. Se estima en 33 millones los clientes de ese servicio, repartido en 170 países, y los planes de la empresa son expandir este servicio a Francia, España o Italia con funcionalidades como pago de impuestos, viajes, seguros, entretenimiento y donaciones.
En 2011, el lanzamiento de Amazon Lending sorprendió al mundo financiero, ya que permite a las pymes el acceso a financiación a través de entidades colaboradoras. Este servicio está disponible en Reino Unido, Japón y Estados Unidos donde, la alianza con el Bank of America, permite a Amazon la emisión de préstamos con cantidades de entre 1.000 y 750.000 dólares. En siete años de actividad, Amazon Lending ha emitido préstamos por valor de 3.000 millones de dólares a 20.000 pymes y busca su expansión en India y México. Por si fuera poco, ofrece tarjetas de crédito y débito para sus principales clientes.
El último producto en este sentido es Amazon Cash, con un año de vida. La idea es posibilitar a los clientes depositar efectivo en una cuenta digital en establecimientos físicos concertados. La alianza con Coinstar en Estados Unidos, es un paso más en este sentido, pensado para atraer a su portal de compras a usuarios que no tienen acceso al mercado bancario, con atención especial a los niños, ya que cuenta con la posibilidad de que éstos puedan crear una cuenta propia con sus ahorros, siempre bajo control parental.
Pero Amazon no tiene pensado parar ahí, de hecho, el temor de BBVA y Santander es que el desembarco de Amazon como un banco en competencia directa podría ser un hecho en un año y aunque no accediese a una ficha bancaria, la parte del pastel que podría arañar a su negocio podría ser significativa.
Al parecer, el gigante estadounidense estaría negociando con JP Morgan y Capital One para lanzar su propia cuenta corriente, dirigida a clientes jóvenes y a aquellos que no poseen cuentas bancarias. Esto permitiría al gigante de la logística repetir su estrategia en otros sectores, comenzando primero por establecer alianzas y acuerdos con las principales entidades del país, antes de intentar el asalto al mercado por sí misma. Es decir, con sólo siete años de actividad en nuestro país, y tras haberse hecho un hueco en el sector editorial, así como en la venta de aparatos electrónicos, ropa, juguetes y contenidos digitales, según todos los indicios, Amazon dará un paso más en el mercado nacional y se introducirá directamente en el negocio bancario.
Los bancos no quieren ni oír hablar de las grandes tecnológicas metidas en el negocio financiero. Éstas tienen mucho músculo económico para afrontar con garantías un servicio que ofrezca las mismas funcionalidades que un banco, pero además cuentan con dos elementos capitales cuando se trata de tener éxito en los pagos y préstamos del consumidor, como son los datos y la relación con el cliente. Es por esto quizás que la estrategia del BBVA, el más beligerante ante la idea de un “banco Amazon”, vaya encaminada a intentar introducir la competencia en la propia casa del enemigo. En este sentido, desde el 2006 el BBVA intentó la venta de productos electrónicos en sus oficinas. Ese proyecto decayó y evolucionó hacia el canal online www.decomprasbbva.com.
A través de esta plataforma la entidad financiera vende una gran variedad de productos, la mayoría de los cuales se pueden financiar, enfocados hacia la electrónica: teléfonos móviles y otro tipo de artículos electrónicos como tabletas o portátiles. Aunque también están en la oferta los viajes, electrodomésticos, la compra de coches a plazos y productos textiles.
Sin embargo, la gran novedad es la expansión del negocio hacia el producto fresco. El BBVA está dando sus primeros pasos en la venta de productos gourmet (carne de alta calidad), con una oferta aun minoritaria, pero en la que demuestra que BBVA ha decidido desviarse de su oferta tradicional de venta de productos financieros para adentrarse en otros segmentos de negocio. Aunque también puede dar signos de una pérdida de rumbo ante el miedo de lo que se les puede venir encima, ya que hablamos del que sería el tercer banco del mundo por volumen de negocio, con un valor que es casi el 65% del PIB de nuestro país.
Como reflexión final, ¿sería tan complicado a Amazon mostrarse digno de confianza de los usuarios para gestionar su dinero? Porque sólo la mejora que supondría la gestión del proceso de login en la entrada a la cuenta, que sustituyera al engorro que muestran nuestros bancos, ya sería para pensarlo; pero hay más, el pedir un crédito, comprobar movimientos de cuenta, etc. En definitiva, ¿podría Amazon hacer las cosas mejor o peor que nuestros bancos?