Es conocido por todos que, en nuestro país, el problema de la corrupción se sitúa como uno de los principales de la economía y la política. Aquí no se cumple el tópico de ser un país en vías de desarrollo o gobernado por una dictadura y, sin embargo, padecemos, a pesar de la opinión del Gobierno, de una corrupción estructural de libro.
Tanto es así, que el Grupo de Estados contra la Corrupción (GRECO) del Consejo de Europa ha publicado su informe anual sobre la cuarta ronda de evaluación que finaliza en diciembre de 2018 y nuestro país no sale muy bien parado. De las once recomendaciones que hace el GRECO para combatir contra la corrupción, España efectúa siete de ellas de forma parcial, mientras que otras cuatro “no las cumple en absoluto”.
El GRECO lleva desde 2005 haciendo “rondas de evaluación” a más de cuarenta países para analizar la situación de los mismos con respecto a la lucha contra la corrupción. España se encuentra ahora inmersa en la cuarta ronda, cuyo objeto de estudio son los miembros de los parlamentos nacionales y los jueces y fiscales.