A pesar de que los datos definitivos se conocerán a partir del 25 de mayo, la economía española ha registrado un crecimiento del 0,8% en el primer trimestre del año, una décima más que en los dos trimestres anteriores. Esto significa que la tasa de crecimiento interanual se sitúa en el 3%, con lo cual se cumplen las previsiones del Banco de España y del Gobierno.
Y no es un tema baladí para los tiempos que corren para el Gobierno, que puede respirar con el anuncio de que se ha superado el nivel de crecimiento previo a la crisis. Si en el primer trimestre de 2008 la economía española registraba 1,084 billones de euros, hoy el PIB ya alcanza los 1,122 billones según los datos provisionales del primer trimestre de este 2017.
Este mayor vigor de la actividad se basa en una aportación creciente de las exportaciones, sólo este año crecerán un 5,5% más, cuatro décimas por encima de la anterior previsión que presentó el Ministerio de Economía. El Gobierno también pronostica que la demanda nacional avanzará un 2,2% en 2017, una décima más que en las últimas estimaciones, ante los datos de consumo de los primeros compases del año.
Aunque es buena noticia, y un buen motivo para no hablar tanto de los temas de corrupción, lo cierto es que, desde el momento en que la tasa de paro está todavía lejos de llegar a los niveles previos a la crisis, está claro que esta recuperación económica todavía no ha llegado del todo a los hogares.
Y es que la estadística comunitaria evidencia el largo camino que la recuperación española sigue teniendo por delante. La tasa de paro cayó en 2016 del 22,1% al 19,6%, pero supera en más del doble la media europea (8,6%). Y como viene sucediendo en los últimos años, las comunidades españolas copan los primeros puestos de las más castigadas por el desempleo: cinco de las diez regiones europeas con más paro son españolas, de un total de 275 regiones analizadas. Tres regiones griegas, Macedonia y un territorio francés no europeo completan la decena. Ceuta, Melilla, Canarias, Andalucía y Extremadura, con una tasa de paro entre el 24,9% y el 30,8% se sitúan entre las regiones de Europa más castigadas por el paro.
Estos datos provienen de un informe de Eurostat, y remarca que, mientras que el paro es algo casi desconocido para casi toda Alemania (con 7 de las regiones con mayor tasa de ocupación), en España el empleo no acaba de despegar, lo que pone en duda el objetivo de la reforma laboral del Gobierno: no se trataba de crear empleo, como se dijo, sino de abaratar el mismo para favorecer a las empresas.
Es por esto quizás que, junto a la mejora de las estimaciones de la actividad, el Gobierno ha presentado un ajuste de previsiones, en lo que constituye su tercer cuadro macroeconómico desde diciembre. Esta es una actualización del Programa de Estabilidad para el periodo 2017-2020 que, como los anteriores, será también remitido a Bruselas. La información que de él trasciende es que el empleo también continuará la tendencia al alza a tres años vista. El paro bajará al 11,2% en el cuarto trimestre de 2020 según la hoja de ruta del Gobierno, de forma que en 2019 se alcanzarán los veinte millones de empleos, es decir, por fin el nivel previo al estallido de la crisis.
En lo que se refiere a ese año, el paro bajará del 18,75% en el que cerró en el primer trimestre de 2017 al 16,6%. En definitiva, estas nuevas previsiones, recogen la creación de casi dos millones de empleos entre 2017 y 2020 y la bajada del número de parados en 1.662.000 personas.
Y para redondear el pastel, puesto que lo del tema del empleo parece que va tan lento, el Gobierno ha aprobado, dentro del Plan de Estabilidad, el Programa de Activación para el Empleo (PAE), que incluye ayudas de 426 euros durante 6 meses para parados de larga duración con cargas familiares, con algunas modificaciones, como reducir de seis meses a uno el plazo de espera para poder solicitarlo tras haber agotado otras prestaciones.
Pero no acaban aquí las previsiones del Gobierno que, sin duda alguna serán estudiadas con detalle en Bruselas. El déficit público se reducirá a mínimos del 0,5% en 2020, pero ya antes, en 2018, el déficit se situará en el 2,2%, lo que permitiría a España salir del Procedimiento de Déficit Excesivo, el programa de tutela de Bruselas para los países con elevados números rojos en sus cuentas públicas.
La hoja de ruta económica del Gobierno contiene tres años más de superávit de España con el exterior, lo que implica que el país acumularía por primera vez en su historia siete años de saldo positivo en sus operaciones con el extranjero a la vez que crece. Un cóctel que contribuye a reducir el elevado endeudamiento externo de España. El Ejecutivo dibuja unas perspectivas en la que la deuda privada caerá hasta un nivel equivalente al 135% del PIB, muy lejos del 215% del PIB que se registró en 2010. Según el titular de Economía, España ha reducido en 170.000 millones de euros su endeudamiento exterior en los últimos años. Se ha producido también, ha dicho De Guindos, una reducción del endeudamiento del sector privado equiparable a 80 puntos del PIB.
El problema (o el acierto del plan, que nunca se sabe) es que el documento que el Gobierno remite a Bruselas apenas contiene medidas de ajuste como en ediciones anteriores porque lo fía todo al crecimiento económico y al empuje que dará la inflación a los ingresos tributarios.