Con la crisis sin precedentes que ha supuesto, supone y aún supondrá, la expansión del coronavirus, la economía española se enfrenta a unos retos que sólo tienen precedentes con la larga y dolorosa recuperación de la postguerra.
En este sentido, el turismo es uno de los sectores productivos más afectados por esta crisis, por lo que el sector requerirá de una especial atención en tanto en cuanto que es uno de los sectores más vulnerables y de los que más pueden colaborar en una recuperación más rápida y efectiva.
En España, el turismo representa el 12% del Producto Interno Bruto (PIB) y corresponde a la oferta del 13% del empleo. A nivel global, el turismo gestiona más de 1.500 millones de turistas al año, supone más del 10% del PIB mundial y da trabajo a más de 300 millones de personas. Hasta ahora, ya que el sector se ha visto obligado a hacer frente a las circunstancias apoyando todas las medidas de contención impuestas. Así, ha tenido que permitir el aplazamiento de viajes o directamente la cancelación de los mismos sin penalización, llegando incluso a tener que poner a disposición de las autoridades sanitarias instalaciones, tanto para el hospedaje del personal sanitario, como para la hospitalización de pacientes, reconvirtiendo hoteles en hospitales.
Ahora, el sector empieza a ver el final del túnel y se prepara para acometer una temporada insólita, con retos como reactivar el sector recuperando la confianza de los consumidores cumpliendo con las restrictivas medidas de seguridad dictadas por las autoridades sanitarias.
Según la última evaluación de la Organización Mundial del Turismo (OMT), los movimientos internacionales de turistas en el mundo pueden caer este año entre un 20 y un 30% respecto a 2019, debido a las restricciones de viaje actuales, un descenso que supondrá un desplome de los ingresos de hasta 410.000 millones de euros a nivel mundial.
Sólo en lo que respecta al sector del transporte aéreo, IATA (International Air Transport Association) ha calculado pérdidas en el sector aeronáutico de 113 mil millones de dólares y esto es por poner una cifra porque la realidad es que el tráfico aéreo ha descendido en un 90%. Lufthansa está en proceso de ser intervenida por el Gobierno alemán e Italia ha tenido que nacionalizar Alitalia.
Así las cosas, se perfila la recuperación del turismo interior como una de las claves para dar un respiro al sector porque, tanto las condiciones exigidas desde la sanidad como la evolución de la demanda necesitan que algunas normas, como la aplicación de los ertes o el aplazamiento de impuestos o tasas, se adapten a una reanudación parcial de la actividad. Si a las empresas, especialmente a las medianas y a las pequeñas, se les exige normativamente un todo o nada, muchas optarán por no abrir, con lo cual será imposible aprovechar el turismo para favorecer la recuperación económica general.
Y es que la disyuntiva no es fácil. Hablamos de terminar el año con un nivel de paro del 20%, algo que sería gravísimo, o terminarlo con un 30%, lo que sería una tragedia, lo que hace indiscutible el apoyo al sector. Sin embargo, tampoco se pueden abrir los establecimientos a cualquier precio, sin las necesarias medidas de protección, independientemente de lo que esté haciendo nuestra competencia, ya que un exceso de prisa puede tener consecuencias mucho más graves que un exceso de prudencia.
Según la firma de marketing digital Sojern, la recuperación del turismo europeo tendrá lugar en tres fases, debido, sobre todo, a tener que ganarse de nuevo la confianza del consumidor.
En la primera de estas fases la recuperación comenzaría con el sector doméstico. Es decir, los turistas sólo se atreverían a viajar cerca de casa (aun pesan mucho los rescates de turistas que tuvieron lugar desde la otra punta del mundo de miles de turistas, en condiciones, en muchos casos, como si de refugiados de guerra se tratase). En este sentido, muchos turistas elegirán destinos a los que puedan legar en sus propios vehículos, para de este modo tener más flexibilidad y depender menos del transporte aéreo.
Este comportamiento de la demanda perjudicaría especialmente a las islas Baleares y Canarias. No obstante, la demanda de viajes hacia Canarias podría reactivarse a partir de junio “especialmente en el caso del mercado nacional, si bien sería algo gradual y que evidentemente no cubriría la demanda habitual de estos meses”, según apunta un informe de Mabrian Technologies.
En la segunda fase, conforme la confianza de los consumidores se fuera recuperando tras la crisis sanitaria del coronavirus y se vayan levantando las restricciones de movimiento, aumentaría progresivamente el interés por viajar al extranjero, aunque sin salir de Europa todavía.
Así, según el estudio de Sojern, sería a partir de octubre cuando los británicos volverían a interesarse por volver a nuestro país. Tal y como se revela de las búsquedas de destinos vacacionales por internet.
Y sería en la tercera fase cuando se diese la recuperación de los viajes de larga distancia. Aunque no se vislumbra una pauta temporal para la llegada de esta fase. De hecho, los primeros indicios de reservas de vuelos por internet desde otros continentes a Europa empiezan a dar señales de crecimiento a partir de enero del 2021, lo que significa que, sin rebrotes de la pandemia, yendo todo bien, harán falta de 5 a 6 meses para que empiece a llegar el mercado europeo y, como mínimo un año, para que chinos, japoneses o norteamericanos se atrevan a volver al viejo continente, eso sí, todo a cuentagotas y sin rebrotes epidémicos.