Alfred Nobel, fue un industrial, inventor y químico Sueco que probablemente conozcamos todos por dar nombre a los prestigiosos premios internacionales que se conceden en su honor. Nobel nació en el seno de una familia de ingenieros dedicados al mundo de los explosivos, tanto para uso civil (minería) como para uso bélico. Hasta ese momento, se utilizaba nitroglicerina, inventada en 1846 por el italiano Ascanio Sobrero (compañero de universidad de Nobel), pero su elevada volatilidad, causaba muchos accidentes. De hecho Emilio Nobel, hermano de Alfred, murió en un accidente cuando manipulaba nitroglicerina en la fábrica. A resultas de esto, Alfred intensificó la investigación en alternativas a la insegura nitroglicerina y finalmente, en 1867 dio con la dinamita, un explosivo plástico resultante de absorber la nitroglicerina en un material sólido poroso, que mejoraba con creces la seguridad durante la manipulación de la misma.
A resultas de sus patentes (y las inversiones que hizo en los pozos petrolíferos de el Cáucaso) fue amasando una gran fortuna, así como un importante sentimiento de culpa por el mal que sus inventos podían haber causado a la humanidad, por ese motivo decidió legar la mayor parte de su fortuna a La Fundación Nobel , para que otorgase una serie de premios anuales a las personas que más hubieran hecho en beneficio de la Humanidad en los terrenos de la física, química, medicina, fisiología, literatura y la paz mundial. El Nobel de Economía se añadió en 1969 y no sale de los mismos fondos, por lo que se podría decir que no es un Nobel de pura cepa. Su idea era que estos benefactores tuviesen un cojincito de ahorros que les permitieses seguir trabajando por el bien de la humanidad sin tener que preocuparse por su economía personal.
Nobel, dejó escrito en su testamento