Todos hemos ocupado algún puesto laboral o directivo en que nuestra elección o consecución ha sido más debido a la suerte que a nuestras capacidades profesionales o gerenciales.
No es nada fácil aceptar que la casualidad nos ha puesto al timón de una empresa o proyecto, pero muchas veces es más la fortuna quien nos guía que nuestras habilidades.
Lo que no vemos en nosotros nos es muy fácil de ver de nuestros jefes o compañeros de empresa. ¿Quién no se ha preguntado alguna vez la razón de tener un mando tan inepto o poco capacitado por encima de nosotros?
De todas las respuestas posibles, hay una habitual en la que no solemos caer: nuestro superior lo es por casualidad. Ni más, ni menos. Estaba en el lugar adecuado en el momento justo.