Cuando un país gasta estructuralmente más de lo que ingresa, tiene dos opciones:
- Reducir sus gastos o aumentar sus ingresos.
- Endeudarse, solicitando dinero a los mercados.
La primera opción implica un coste electoral directo, al tener que reducir el gasto en partidas muy relacionadas con el día a día del ciudadano (reducción de empleo público, de infraestructuras o en servicios como la educación o sanidad) o bien aumentar los ingresos (vía incremento de tributos, básicamente).
La segunda opción, pedir dinero, a corto plazo pasa desapercibida para los electores, que no son conscientes del coste futuro vía intereses que estamos generando. Al igual que en una familia, el endeudamiento del Estado tiene un coste financiero que sólo tiene sentido si es para inversiones o gastos cuya rentabilidad económico-social supera al coste de la deuda; y sí, me temo que los gestores políticos pocos cálculos de este tipo han hecho al aumentar la deuda subasta tras subasta.