En un sistema de tipo de cambio fijo, el precio de una divisa frente a otra no se forma por la libre relación que exista entre la oferta y la demanda, sino por una decisión del tipo de cambio ideal mediante la política monetaria y ésta debe tener una aceptación internacional. Cuando se establece esa vinculación entre ambas divisas, es preciso el uso de la autoridad monetaria, el banco central, para mantener los compromisos de tipo de cambio. Si el tipo de mercado se sitúa a un nivel diferente a la paridad preestablecida, compran o venden reservas de divisas en los mercados cambiarios. Las intervenciones del banco central serán apreciadoras o depreciadoras de la moneda local, según que el tipo de cambio oficial sobrevalore o infravalore la moneda local respecto al tipo de equilibrio que determinan los mercados.
Esta fijación cambiaria se establece contra una divisa de gran acreditación y fortaleza internacional como es el dólar. Por ejemplo el rial catarí es la moneda oficial de Qatar y se cambia a dólar a un precio de 3,64 QAR = 1 Dólar desde el año 1980.
En la práctica, los sistemas de cambios fijos aceptan márgenes de tolerancia, por ejemplo + 1% sobre la paridad establecida, de modo que el banco central actúa en el supuesto de sobrepasar dichas limitaciones mediante la compraventa de divisas. Supongamos que el BCE estableciera un sistema de cambio fijo de 1,10 €/$ con la tolerancia + 1% ¿Qué significaría esto? Pues bien, si el tipo de cambio llegase a 1,111 €/$ el BCE vendería dólares contra euros con el fin de fortalecer el euro, por contra si la cotización fuera a 1,089 €/$, el BCE compraría dólares contra euros para debilitar el euro.
Existen varias ventajas en la imposición de un tipo de cambio como la eliminación de la volatilidad excesiva en los tipos de cambio, eliminación del riesgo de cambio y de los perjuicios asociados al comercio internacional, el fomento, en comparación con un régimen de tipos de cambio fijos, de ajustes de la competitividad (tipo de cambio real) vía ajustes del nivel relativo de precios y la capacidad de otorgar disciplina y credibilidad antiinflacionista.
Pero en el otro lado de la balanza, también existen diferentes desventajas en la imposición de un tipo de cambio como la pérdida de la autonomía de la política monetaria ya que este compromiso causa que los bancos centrales no tengan una libertad para alcanzar equilibrios internos y externos, también puede existir un conflicto de intereses porque mantener unos objetivos de tipo de cambio que no sean acordes a la situación económica del país puede provocar una crisis cambiaria y por ultimo el mayor de los riesgos es que se produzcan ataques especulativos contra el tipo de cambio si no existe una credibilidad, desde la autoridad monetaria, de mantener el tipo de cambio.
En el supuesto de que la autoridad monetaria no tenga capacidad, en términos de reservas, para respaldar el tipo de cambio fijo, cuando los desequilibrios son muy intensos, la autoridad se da por vencida y anuncia una devaluación o una apreciación de la divisa según el caso. De este modo, se pasa a otro sistema que se supone será más apto para ser sostenido por la autoridad monetaria.