Cuando la locura es colectiva la llaman sentido común, creo que es la frase que mejor puede resumir la situación actual de las bolsas. Nos han hecho creer desde 2008 que la situación estaba controlada por las autoridades monetarias y al final hemos visto como introducir liquidez en el sistema crea inflación. En este caso no ha sido inflación económica, que cuando aparece se reduce la capacidad de compra de bienes y servicios, sino inflación financiera ya que el dinero ha entrado en el sistema financiero, lo que ha llevado a los índices bursátiles ha subir vertiginosamente sin importar si dicha cotización tenía una vinculación real o no con los fundamentales. Estas sobrevaloraciones se terminan arreglando mediante caídas bursátiles que es lo que está sucediendo en la actualidad. El lunes 24 de agosto será recordado como el lunes negro en el que las volatilidades de los selectivos bursátiles se han disparado ante un pánico generalizado. En concreto la mecha la ha encendido China, cuando Shangai ha sufrido un batacazo del 8,49%, y ha arrastrado a las Bolsas Europeas con caídas del 5% y en Estados Unidos el Dow Jones y el S&P500 han sufrido un -3,57% y un -3,94%, lo que ha llevado el Vix de volatilidad a dispararse hasta los 40 puntos. No obstante en el mundo impera la irracionalidad colectiva.
Con respecto a China, la segunda economía más grande del mundo, es el motor que está llenando las cotizaciones de números rojos. En junio y julio se pincho la burbuja en la Bolsa de Shangai, que se había revalorizado un 150 % respecto a un año antes y un 60 % en comparación con el inicio de 2015, una subida que provenía de la irracionalidad colectiva. Asimismo, la deuda privada de China ha ascendido al 200% de su PIB. Ésto se debe a que tras la caída de Estados Unidos en la crisis de las subprime, se alejó del modelo exportador, centrándose en uno alimentado por la demanda interna, propiciando un burbujón inmobiliario que ha intentado mantener como buenamente ha podido con sucesivas bajadas de tipos de interés, inyecciones de liquidez y las bajadas del yuan para estar en concordancia a sus socios comerciales.
Técnicamente no hay una razón para pensar que lo peor ya ha pasado, sino más bien que lo peor está por llegar. La Bolsa estadounidense la hemos visto cotizar con un PER de Shiller superior a 27 veces. ¿Qué significa ésto? Pues que en base al promedio de beneficios de los últimos diez años ajustado a la inflación se necesitarían 27 años para recuperar lo invertido ¿No les parece demasiado? Imagínense la gravedad del asunto que sólo ha habido dos picos mayores en la historia, en 1929 se fijó un PER de Shiller de 32,6 veces y en el pico de la burbuja punto.com en el año 2000 se produjo un PER de Shiller de 44,2 veces. En los demás puntos en los que la bolsa ha finalizado su tendencia alcista las valoraciones del PER de Shiller eran menores a las actuales, si esto no era un signo de burbuja no se que será. Por otra parte, debemos saber si la Fed subirá los tipos de interés. Hace unos meses establecíamos como el escenario más probable una subida de tipos en el mes de septiembre. Conociendo a la Fed, está caída lo cambia todo por lo que es muy probable que la tan esperada subida de tipos se posponga para que los miembros del FOMC evalúen la gravedad de estas caídas.
Hay que tener presente que la el sector público estadounidense acumula una deuda pública del 105% sobre PIB. ¿Cómo se pagará todo ésto? Debido al intervencionismo que gobierna en los últimos años en la Reserva Federal, lo más probable es que no reduzcan la Base Monetaria. Ese dinero de alta potencia iría a la economía real mediante el crédito privado, lo cual terminaría desatando una inflación económica, reduciendo la deuda sobre PIB. Tal y como pasó en la década de los sesenta y los setenta, la deuda sobre PIB se redujo a pesar de que la administración no paraba de acumular déficits, el escenario utópico para todo gobierno que le guste tirar de emisiones. La inflación perjudica a todo el mundo menos a los endeudados, las materias primas y las empresas que tienen amplios márgenes y sólidas barreras de entrada, porque tienen la capacidad de trasladar el aumento de los costes al consumidor.
En Europa se ha estado hablando largo y tendido sobre Grecia, pero realmente Grecia no es la pieza del rompecabezas con mayor riesgo para Europa sino Italia cuyo PIB es el tercero más grande de la Eurozona y no ha acometido las reformas estructurales, aunque la mayoría de países tampoco ha aprovechado el efecto BCE. Ese es nuestro principal componente irracional interno… Tratar de mantener un bienestar determinado a base de deuda y no a base de crecimiento. En el articulo Italia, el gran enfermo de Europa comentamos que «Italia es el tercer país que tiene una mayor deuda sobre PIB del mundo ya que la relación es del 132,1%, con una deuda pública de 2,21 billones de euros. Sin embargo, gracias a la intervención del BCE, la rentabilidad de sus bonos a diez años cotiza por debajo del 2%, concretamente en el 1,82%, comparativamente se encuentra a niveles inferiores a países como España (1,96%) o el Reino Unido (1,92%). Seguramente si no fuera por la autoridad monetaria estaríamos viendo rentabilidades del 4% en su deuda a diez años o superiores. Italia ha sido un país que en los “buenos tiempos” ya destacaba por su estructura de amplios déficits, situando su deuda pública en el 100% de su PIB en el año 2007.» Si el coste de la deuda pública se sigue incrementando, refinanciar los vencimientos de la deuda emitida para mantener el Bienestar del Estado en Europa, será cada vez más complicado. Por lo que tenemos urgencia, más que nunca, en fomentar recortes presupuestarios para evitar males mayores, porque el shock externo está muy presente. Aunque visto lo visto, cuando el BCE ha comprado tiempo, las administraciones han pensado «lo peor ya ha pasado», así que podemos gastar más, incrementando la deuda pública de la zona euro hasta alcanzar en julio el 92,9% sobre PIB. Dado de Alemania no quiere oír hablar de inflación, lo más probable es que ejerza presión en materia de recortes que buscar una solución vía inflación.
Por último, y no por ello menos importante, Japón con las tres flechas de Abenomics que andan buscando en su locura monetaria la inflación para reducir su deuda pública que alcanza el 245% sobre PIB mediante un proceso de locura monetaria que ha disparado la bolsa y hundido el salario, en términos reales, hasta equipararlo con el salario de hace 21 años. A pesar de estos planes expansivos, el efecto China también está arrastrando la bolsa nipona y por trayectoria histórica, el Nikkei suele tener un comportamiento más débil cuando se producen las caídas bursátiles en el resto del mundo.