A pesar de que el año 2013 la Eurozona consiguió salir de la crisis mostrando un crecimiento positivo, cuatro años más tarde, el crecimiento económico sigue sin ser capaz de superar la cuota del 2%, reflejando una clara falta de dinamismo económico en Europa. Este hecho impacta si lo comparamos con el crecimiento mundial de la economía, que para este ejercicio se prevé que se situará en el 3,5%, cuatro décimas más frente al año anterior.
¿Por qué Europa sigue sin ser incapaz de crecer al 2%? Llama especialmente la atención que en un entorno en el que el mundo está acelerando su crecimiento económico, Europa se mantenga estancada desde hace cuatro años. Mientras que España está creciendo a un ritmo del 3%, nos encontramos con economías dentro de la Eurozona con un bajo crecimiento como son Francia e Italia con un crecimiento del 1,20% y 1,10% respectivamente, siendo unos verdaderos lastres para el crecimiento de Europa.
Francia podría parecer que tiene una excusa para el bajo crecimiento, debido al contexto de elecciones presidenciales del primer semestre del año. No obstante, las bajas tasas de crecimiento no vienen dadas desde el 2017 sino desde la recuperación de la Eurozona. Francia tiene un grave problema de competitividad debilitada por unas rigideces estructurales. A todo ello hay que añadir que las restricciones institucionales y políticas dificultan que el gobierno de los últimos años puediera hacer frente a estos desafíos de manera oportuna.
Los problemas para Italia también viene de años atrás. El crecimiento real del PIB en Italia ha sido, en promedio, estable desde hace más de 15 años, y la productividad real apenas ha aumentado en 20 años. Tanto los costes laborales unitarios nominales como el tipo de cambio real efectivo de Italia muestran una marcada pérdida de competitividad. Las administraciones pasadas y presentes han identificado una serie de reformas para hacer frente a las debilidades estructurales en la economía italiana y en las finanzas del gobierno pero los datos muestran una economía estancada y un gobierno que ha asumido una deuda pública del 130%.
En Italia las reformas del sector público del gobierno, se han implementado sólo parcialmente y otras, como la reforma de pensiones y la reforma del impuesto a la propiedad, se han diluido o incluso han sido abandonadas. Como resultado, el crecimiento de Italia sigue siendo moderado y sus perspectivas de crecimiento son pobres, lo que termina afectando al conjunto de la Eurozona.
Con los problemas estructurales que rostro en tanto Francia como Italia, la segunda y la tercera economía de la Eurozona, es muy difícil ver un crecimiento sostenido más allá del 2% en el medio y largo plazo si no se implementan reformas estructurales para atajar los problemas de competitividad que arrastran las economías.
Marc Fortuño