Aprender de los eventos históricos es una manera de no repetir los mismos errores que nos han destrozado como sociedad. Pero si por algo nos caracterizamos los seres humanos es en creer que los mismo hechos pueden ocasionar otros resultados. Ante la premisa de «esta vez será diferente», tenemos un rayo de esperanza que nos da carta blanca para iniciar aquellas acciones que ya tuvieron malos resultados en el pasado. Si hablamos de las autoridades monetarias, los Bancos Centrales, durante los últimos años se han embarcado en la aventura de crear masa monetaria, obviamente sin activos que le den respaldo. Hemos visto desde Estados Unidos creando masa monetaria al 7% anual, hasta la propuesta más agresiva de todas la de Japón, que en 2013 propuso doblar la masa monetaria en los próximos dos años. Para dar un poco de luz sobre qué sucede en las economías cuando se toman este tipo de decisiones, simplemente hay que acudir al pasado. Por ello, hoy hablaremos de los Asignats, una historia de impresión monetaria salvaje.
Nos tenemos que remontar a la Francia de finales del siglo XVIII, en 1789 la sociedad francesa estaba sumergida en un desorden colectivo, deshaciéndose del Antiguo Régimen para proclamar la Asamblea Nacional como Tercer Estado. En el año 1790, la situación económica del país era un caos, y el Estado estaba arruinado con una fuerte deuda. Sin embargo, gracias a la gran confiscación de los bienes de la iglesia y tierras de los aristócratas, contaban con un elevado patrimonio. Dada esta problemática situación económica, en la Asamblea empiezan a debatir emitir billetes respaldados con activos patrimoniales reales con el único fin de estimular la liquidez y crear prosperidad. Sin embargo, el Ministro de Finanzas Necker, se oponía a este tipo de medidas, calificándolas como peligrosas y citando lo ocurrido en la Burbuja del Mississippi.
Finalmente se aprobaron en el mes de abril de 1790, los Asignats y decidieron realizar una única emisión de 400 millones de livres que proporcionaba un retorno al 3%. Parecía todo controlado o quizá no tanto… La crisis de la deuda continuó para el gobierno francés y en septiembre de ese mismo año se estaba debatiendo para realizar una segunda emisión de nuevos títulos. en la Asamblea había argumentos que apuntaban a la hiperinflación, así que para satisfacer a los detractores se añadieron ciertos limites como la destrucción del nuevo papel moneda. Uno de esos limites era destruir el papel moneda cuando los ciudadanos franceses adquirieran tierras.
La segunda emisión de 800 millones de livres en septiembre de 1790 llevó a la moneda a sufrir una fuerte pérdida de su valor, los ciudadanos franceses protestaron duramente ante la Asamblea y decidieron realizar una serie de programas sociales con el dinero que se encontraba en las arcas públicas. ¿Pero no lo iban a destruir? La tentación de no destruirlo era obviamente demasiado grande.
Los Assignats se habían convertido en la moneda expulsando de la circulación activos como el oro o la plata y perdiendo valor día tras día, mientras que los precios aumentaban. El pueblo quería nuevas emisiones, por lo que el gobierno decidió, en agosto de 1790, emitir por valor de 100 millones de livres para compensar la pérdida de valor de los Assignats pero cuanto más emitían, más subían los precios y se volvían a emitir más Assignats, entrando en un circulo vicioso. El valor de un Assignat de la primera emisión de había depreciado un 47%, pasando de los 100 livres hasta los 53 livres.
El Ministro de Finanzas Necker dimitió y Clavère ocupó su sitio, con la promesa de emitir más Assignats. Las emisiones iban a más y en 1792 el volumen de livres era de 3.500 millones, mientras que la inflación estaba desatada y la escasez de alimentos era ya un hecho. Las protestas por la falta de alimentos propiciaron la caída de la Monarquía Constitucional, la revuelta de la Comuna de París, el asalto del Palacio de la Tullerías, el arresto de la familia real y la toma de la Asamblea por parte de los Jacobinos.
Los Jacobinos decidieron imponer la «Ley del Máximo» para fijar límites a la hiperinflación con pena de muerte para quién la incumpliera. Por otro lado, se obligaba a los ciudadanos franceses a aceptar a los Assignats como moneda, mientras que el gobierno no frenaba su ritmo de emisiones. Muchas tiendas, al no poder subir los precios para seguir adelante y no querer aceptar ese dinero que prácticamente no valía nada, cerraron y los tenderos fueron desapareciendo. En 1794 el total de Assignats emitidos alcanzaba los 7.000 millones de livres , en 1795 la cifra llegó a 14.000 millones de livres. Los acreedores y ahorradores veían como su dinero no valía nada y los deudores eran los grandes beneficiados. La pobreza del pueblo francés se extendió, el ejercito se puso en pie y en 1799 Napoleón Bonaparte realizó un golpe de Estado que trajo «El Consulado», prometiendo no incurrir nunca en el papel moneda.
¿Será diferente esta vez?
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