¿Han visto aquellas fuentes de diferentes niveles? el agua primero fluye por el nivel superior hasta llenarlo por completo y desbordarse para llenar en segundo nivel, el segundo nivel se va acumulando agua, y al igual que anteriormente en el primer nivel, vuelve a descordarse hasta el tercer nivel. Pues bien, esta metáfora sirve de ejemplo para entender la interconexión de los mercados financieros entre los cuáles el capital fluye de manera libre en un circuito financiero compuesto por bonos, acciones, utilities y metales preciosos.
Los títulos de renta fija con menor vencimiento es el indicador o mercado locomotora ya que de todos los mercados es el que ofrece una señal más temprana. Esto se debe a que los inversores apostaran, en primera instancia, por valores que no implican grandes riesgos y prefieren que su dinero esté comprometido en un plazo muy corto, antes que invertir en otro tipo de valores con un perfil más arriesgado.
Como los valores de renta fija de más corto plazo ofrecen bajos retornos, seguidamente los inversores suelen desvincularse de estos valores y suelen apostar por la renta fija de mayores vencimientos, debido a que cotizan con mayores retornos sobre el capital invertido. Esto se debe a que al comprometer el capital por un tiempo mayor, los inversores exigen una mayor rentabilidad. Tiene cierta lógica que antes que cualquier activo, la renta fija llame el interés de los inversores, porque los gobiernos poseen la capacidad de coacción sobre la renta de sus ciudadanos y gran peso sobre las economías, lo que garantiza una mayor reacción para atender a los intereses de los títulos de deuda pública en manos de sus acreedores.
No obstante, la rentabilidad de los bonos soberanos es muy reducida y los inversores empiezan a fijarse en las empresas. En primer lugar, la deuda corporativa será la fuente de atracción del capital y el dinero se irá derecho a los bonos corporativos. Mientras que las expectativas de la economía son más positivas, cada vez los inversores están dispuestos a asumir mayores niveles de riesgo, entonces es el momento de lanzase a por las Bolsas de Valores. Eso sí, los primeros valores que llamarán más la atención de los inversores serán aquellos con un componente más defensivo, con dividendos más constantes. A medida que las expectativas económicas se refuerzan positivamente, los inversores adoptarán mayores niveles de riesgo con valores bursátiles.
Si la actividad económica va mejorando, los consumidores con una mayor renta demandarán mercaderías básicas (utilities) ya que serán los principales beneficiados, por lo que el capital de los inversores se drenará hacía las mercaderías necesarias para el consumo y por consiguiente la inflación se desatará. Normalmente durante este periodo, no transcurrirá mucho tiempo en producirse lo que se denomina la curva de rentabilidad de los bonos invertida. Esto significa que las ventas producidas en los títulos de deuda pública de menor vencimiento, han llevado a la rentabilidad de las letras a cotizar por encima de la deuda de más largo plazo. Este desfase entre rentabilidades inmediatas y futuras, significa que los inversores están exigiendo un mayor retorno en el corto plazo que en el largo plazo porque los riesgos inminentes son mayores que los riesgos futuros. No tarda en producirse un techo de mercado en la Bolsa de Valores, las expectativas ya no pueden ser más alcistas para la masa y las manos fuertes ya han empezado a sacarse de encima las acciones, generando un aumento de la volatilidad.
Para finalizar, los metales preciosos funcionan estupendamente cuando no funciona nada… en especial el oro y la plata son posicionados como activos refugios. De este modo los inversores pueden protegerse de una enorme volatilidad en el mercado, en el que el pánico es la esencia dominante en la psicología del mercado o bien en momentos en el que existe una inflación galopante, que destruye la capacidad de compra de los consumidores.