En el año 1944 llegaron los Acuerdos de Bretton Woods , que llevaron a cabo la creación del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, siendo el dólar el protagonista principal como referencia mundial. Desde entonces, el régimen de tipo de cambio internacional ha experimentado cambios muy substanciales y podemos diferenciar cuatro periodos claves desde entonces.
En primer lugar, la primera etapa es la reconstrucción y reducción gradual de la inconvertibilidad de las transacciones en cuentas corrientes, a través del Plan Marshall y la Unión de Pagos Europeos. Todo este proceso termina culminando con la vuelta a la convertibilidad de las cuentas corrientes en la mayor parte de los países industrializados en el año 1958.
Seguidamente, en una segunda etapa, el régimen de tipo de cambio se enfrenta a una etapa de ruptura del sistema de Bretton Woods. Se caracterizó por tipos de cambio fijos, aunque ajustables, la eliminación parcial de restricciones en las transacciones en las cuentas de capital en los países industrializados, un patrón oro-dólar centrado en Estados Unidos y su divisa, y una periferia de países en vías de desarrollo cuyas monedas continuaban sin ser convertibles. Los diferenciales de crecimiento, y los constantes realineamientos que implicaban, colapsaron el sistema de tipos de cambio fijos, produciéndose el fin de la convertibilidad del dólar en oro en 1971, y la ruptura definitiva de Bretton Woods en 1973.
Tras romper con Bretton Woods, el régimen de tipo de cambio evoluciona hacia una tercera etapa de una fórmula mixta, en el que se establece la libre flotación de las divisas pero con límites fijos en el que la autoridad monetaria intervenía para darle «estabilidad» al cruce de las divisas. Las monedas de los tres países más industrializados flotaban libremente entre sí, y con respecto a las monedas de los países más industrializados. A su vez, hubo intentos repetidos de limitar la variabilidad del tipo de cambio entre los países de la Unión Europea, a través del Mecanismo de Tipos de Cambio del Sistema Monetario Europeo (tipos de cambio semifijos o “target zones”). Respecto a los países en vías de desarrollo, convivían, y conviven en la actualidad, una mezcla de diferentes regímenes de tipos de cambio. En esta fase se produce un incremento en la integración de los mercados de capitales, con una mayor movilidad en los mismos, y un aumento en la globalización de la economía. Diversos países en transición y vías de desarrollo ponen nuevo énfasis en la liberalización en las transacciones de cuentas corrientes. Los flujos de capitales privados comenzaban a jugar un papel relevante en la financiación de los déficits en la balanza por cuenta corriente de diversos países.
Para finalizar, la cuarta etapa y en la que se encuentra el régimen de tipo de cambio en la actualidad es el sistema de cambio multipolar. El nacimiento del Euro a principios de 1999 marca el inicio de esta cuarta fase, que probablemente está convergiendo a un sistema multipolar con un alto grado de movilidad de capitales y una variedad de prácticas de tipos de cambio entre países. El sistema de tipos de cambio flexibles entre las grandes áreas económicas (Estados Unidos, Japón, Europa), ha provocado en los últimos años un incremento en las volatilidades a corto plazo de los tipos de cambio preocupante. Además, las variaciones a medio plazo de los tipos de cambio también han sido bastante grandes, y es aquí donde residen los mayores temores, especialmente si dichos movimientos obedecen a “incorrectas alineaciones”, es decir, no tanto a variables fundamentales como a factores especulativos. Asimismo desde la política monetaria de los principales Bancos Centrales han estado llevado a cabo en los últimos años un proceso de baja de tipos de interés y el aumento de la base monetaria para que su divisa se encuentre más barata y ganar competitividad, un proceso que se conoce como guerra de divisas..