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El Cisne Negro: Cuando aparece lo improbable

El cisne negro  es un término que se emplea en referencia a aquellos eventos o sucesos que son improbables, aleatorios y por lo tanto no identificables. El concepto de cisne negro fue desarrollado y popularizado por el escritor Nassim Taleb en su libro, «El Cisne Negro: El impacto de lo altamente improbable». El cisne negro deriva de una expresión latina del poeta Juvenal de que algo es «rara avis in Terris nigroque simillima cygno» («un ave rara en las tierras, en gran medida como un cisne negro»), en referencia a que los cisnes negros en aquellos momentos no existían. No obstante, en 1697 el explorador holandés Willem de Vlamingh descubrió cisnes negros en Australia.

La esencia que recoge el libro de Taleb es que un cisne negro debe tener tres características principales. En primer lugar, que el evento que se produzca sea atípico, toda una sorpresa para el público, ya que se encuentra fuera del ámbito de las expectativas normales. En segundo lugar, el evento conlleva a un impacto extremo. Y en tercer lugar, la naturaleza humana nos hace inventamos explicaciones, por lo que tras la aparición del cisne negro se racionaliza, como si hubiera habido la posibilidad de contemplarlo antes de que este ocurriera.

Los eventos que pueden ser catalogados como cisnes negros son por ejemplo el auge de Internet y el ordenador personal, los ataques del 11 de septiembre y la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, muchos otros eventos como inundaciones, sequías, epidemias, etc. son más bien improbables, impredecibles o ambos. Incluso si podemos predecir correctamente algunos eventos que tienen un impacto en los mercados financieros, como bien pueden ser los resultados de unas elecciones determinadas o bien el precio del petróleo, otros eventos como pueden ser un desastre natural o una guerra puede anular los factores analizados y fomentar que las estimaciones previas salten por los aires.

Taleb sostiene que las entidades financieras son extremadamente vulnerables a los cisnes negros y están expuestos a pérdidas más allá de las previstas por sus modelos defectuosos. Asimismo, Taleb mantiene que el gran culpable de la última crisis financiera es el modelo matemático Value at Risk (VaR) porque mide las posibles pérdidas venideras de una cartera de activos basados en datos históricos de los mercados pero dicho modelo es incapaz de computar la probabilidad de pérdidas originarias tras la aparición de un cisne negro.

¿Significa ésto que no sirven para nada las estimaciones y pronósticos? Para nada… Pero hay que tener en cuenta que hay riesgos a los cuales estamos expuestos y son imposibles de estimar. Es por ello que todo fondo o cartera de inversión debe estar siempre a prueba de cisnes negros a través de la diversificación, motorización continua y reequilibrio en la exposición a los riesgos. Al final hay que quedarse con que la predicción más fiable que uno puede hacer es que el futuro seguirá siendo un misterio, al menos en parte.

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