La cantidad cada vez mayor de la deuda asumida por los gobiernos, empresas y consumidores de todo el mundo ha dado lugar a la formación de un superciclo de la deuda en la economía global, forjad a través de bajadas sucesivas de tipos de interés. Este incesante aumento en el apalancamiento está creando muchos problemas, entre ellos, el más importante de los cuales puede ser que el crecimiento global está menguando.
Asimismo, el retraso en el crecimiento económico global aumenta los riesgos tanto para los gobiernos en el momento de refinanciar los vencimientos de deuda, las empresas, y también puede servir para aumentar el riesgo de crédito de los diferente agentes económicos.
Por su parte, estamos viendo numerosos riesgos en el horizonte mundial. El voto en el Reino Unido a favor de abandonar la Unión Europea añade notable incertidumbre a la ya frágil recuperación mundial, pero éste coincide con diferentes riesgos como el legado no resuelto de la crisis en el sistema bancario europeo, sobre todo en los bancos italianos y portugueses.
En las economías avanzadas, la mayor revisión a la baja del crecimiento proyectado corresponde al Reino Unido. No obstante, si bien el crecimiento durante el primer semestre del año parece haber sido ligeramente más vigoroso de lo previsto en abril, se proyecta que el aumento de la incertidumbre tras el referéndum debilitará considerablemente la demanda interna con respecto a los pronósticos anteriores, lo cual implica que el crecimiento ha sido revisado a la baja en alrededor de 0,2 puntos porcentuales para 2016 y cerca de 1 punto porcentual en 2017.
La persistente turbulencia en los mercados financieros y el aumento de la aversión mundial al riesgo podrían tener graves repercusiones macroeconómicas, entre ellas, la intensificación de las tensiones bancarias, en particular en las economías vulnerables.
En China, la continua dependencia del crédito como motor del crecimiento está aumentando el riesgo de que se produzca un ajuste negativo. Muchos países exportadores de materias primas aún deben hacer frente a sustanciales ajustes fiscales, y las economías de mercados emergentes en general deben vigilar los riesgos para la estabilidad financiera. Los riesgos de origen no económico también continúan en primer plano.
Las divisiones políticas dentro de las economías avanzadas pueden obstaculizar los esfuerzos dirigidos a abordar los desafíos estructurales de larga duración y el problema de los refugiados, y existe claramente la amenaza de que se produzca un cambio hacia la adopción de políticas proteccionistas. Las tensiones geopolíticas, los conflictos armados internos y el terrorismo también están afectando gravemente a las perspectivas de varias economías, sobre todo en Oriente Medio, lo que puede repercutir en mayores ramificaciones transfronterizas.