El Chicago Board of Options Exchange (CBOE) realiza el seguimiento de un índice conocido como el índice de volatilidad VIX, que se basa en la volatilidad implícita de las opciones del S&P 500 a treinta días. Mientras que los principales índices bursátiles y el VIX han mostrado una relación inversa, esta relación se rompió en el pasado diciembre. Ese mes, hubo varias sesiones en las que tanto el VIX, que muchos inversores utilizan como medida de las expectativas del mercado de la volatilidad futura, subió junto con el S&P 500.
Como curiosidad, el VIX y el índice de referencia S&P 500 se movieron en la misma dirección durante seis sesiones separadas en el mes de diciembre. Esto significa que durante el mes, tanto el selectivo bursátil como el índice de volatilidad, mostraron una correlación positiva durante el 50% de las sesiones de negociación donde las acciones subieron. En el año 2016 el VIX cerró en 14 y en la primera semana y media de año ha continuado descendiendo.
En la actualidad nos encontramos a un VIX absolutamente dormido que ha caído por debajo de la zona de los 12 puntos, niveles muy atípicos pues por definición, la bolsa estadounidense a algo debería moverse y en consecuencia sus opciones. Esto sucede en un entorno en el que sólo faltan ocho días para que Donald Trump jure su cargo como presidente de los Estados Unidos. Para aquellos que preveían un desplome de los mercados tras la elección de Trump, el Dow Jones ha llegado a alcanzar los 19.99,63 puntos, una subida de más del 10% desde que el candidato republicano ganara las elecciones.
Las grandes instituciones, fondos de pensiones, las grandes multinacionales de inversión y los fondos de inversión están llevando a cabo la compra de acciones. Estas empresas de inversión están viendo un cambio potencial económico fruto del eventual estímulo fiscal planteada en la candidatura de de Trump, por ello las constructoras ha sido uno de los sectores más beneficiados tras las pasadas elecciones.
Si analizamos la evolución del VIX, Estados Unidos está sumergido en un escenario de baja volatilidad desde el año 2013, aunque con algún que otro susto de por medio. Un contexto que recuerda al periodo 1993-1996 y el periodo 2005-2007, etapas que incluso el VIX cayó por debajo del nivel 10. No es habitual que estos periodos de bajísima volatilidad se prolonguen en el tiempo de manera sostenida pues forma parte de una determinada coyuntura en la que se encuentra sumergida la bolsa estadounidense.