En los próximos años, los mercados financieros podrían prepararse para unas fuertes volatilidades en Europa, a pesar de que la economía mundial está saliendo de un período posterior a la crisis caracterizado por una estabilidad notable, y los cambios que se avecinan podrían ser inquietantes para los inversores.
Entre los riesgos seculares clave se encuentran el surgimiento de una reacción populista radical contra el capitalismo, el establishment y el libre comercio que encarna la globalización, un cambio en la combinación de políticas hacia la expansión fiscal, un entorno de mercado caracterizado por una menor dependencia de los bancos centrales y la escalada del conflicto geopolítico.
En Europa, Italia ha elegido recientemente un gobierno radical antiestablishment que tiene la intención de aplicar importantes medidas de relajación fiscal, justo cuando el Banco Central Europeo (BCE) se está retirando de la compra de activos. Los riesgos geopolíticos van en aumento, como lo demuestra la actual crisis de inmigración y refugiados. Y el aún frágil diseño de la unión monetaria deja a la región muy expuesta a riesgos a la baja cuando llegue la próxima recesión.
Las rentabilidades de la deuda pública italiana subió más de 100 puntos básicos a alrededor de 250 puntos por encima de los de los bonos alemanes, y se han mantenido así durante semanas. El aumento se produjo cuando los partidos antiestablishment Movimiento de Cinco Estrellas (M5S) y la Liga forjaron una alianza en torno a un programa que implicaba un paquete de medidas de relajación fiscal muy amplio y la posible introducción de una moneda fiscal paralela. Es importante destacar que una versión temprana de este programa también respaldó la introducción de mecanismos en Europa que permitirían a los soberanos salir de la unión monetaria. Y la administración en Italia nombró algunos euroescépticos claros para puestos ministeriales clave y altos cargos.
A medida que aumentaba la volatilidad del mercado, el nuevo gobierno italiano intentó tranquilizar a los inversores, pero el daño ya estaba hecho. El genio de la salida del euro ha sido liberado de la botella, y los planes fiscales del gobierno contrastan fuertemente con la reciente afirmación del Ministro de Finanzas Giovanni Tria de que la deuda pública debería reducirse.
El aumento del riesgo político en Italia se produce en el contexto de una unión monetaria con una infraestructura poco sólida. Los esfuerzos de convergencia macroeconómica entre los países centrales y periféricos de la zona del euro han seguido siendo insuficientes, y la región carece de los mecanismos de estabilización fiscal y financiera que mitigarían los efectos de la próxima recesión. La cumbre de la UE de junio fue otra oportunidad perdida a este respecto, con el aplazamiento de las principales decisiones sobre la integración regional. Ahora parece difícil avanzar, dadas las divergencias de puntos de vista entre los Estados miembros sobre cuestiones importantes como el seguro común de depósitos y el presupuesto de la Eurozona.
El BCE es la única institución verdaderamente federal de la Eurozona con un gran poder de atracción financiera, y ha sido la piedra angular que ha mantenido unida a la región. Sin embargo, es posible que los inversores no puedan contar con el BCE de la misma manera en el futuro por varias razones.
En primer lugar, el programa de compra de activos del BCE está llegando a su fin, y reiniciarlo puede no ser del todo sencillo dada la oposición política al programa en varios países. En segundo lugar, el cambio en el liderazgo del BCE en otoño de 2019 genera incertidumbre. En tercer lugar, es probable que al BCE le resulte difícil sofocar el estrés de los mercados mediante la compra de bonos soberanos si dicho estrés proviene de las ideologías euroescépticas de los gobiernos y de sus acciones irresponsables desde el punto de vista fiscal. Por último, pero no por ello menos importante, la capacidad fiscal está desigualmente distribuida en toda la Eurozona, y los instrumentos fiscales comunes, como el Mecanismo de Estabilidad Europeo, son actualmente demasiado pequeños para acomodar las necesidades potenciales de países grandes como Italia.
Marc Fortuño