Desde los bulbos de los tulipanes hasta las empresas punto.com, la humanidad ha asistido a una infinidad de burbujas, en las que los inversores esperaban una alta expectativa de demanda futura en un sector o producto determinado y por esa razón, lo más conveniente era comprar en el presente, lo que llevaba a disparar las cotizaciones. Finalmente, en todas las burbujas, se descubre que esa previsión de descuento de flujos futuros no era ni de lejos parecida a los números reales y se empiezan a producir intensos desplomes en las cotizaciones y quiebras continuadas.
En este caso vamos a analizar qué está sucediendo con Tesla, una empresa innovadora dentro del panorama automovilístico mundial en la que ha focalizado su actividad en el desarrollo de vehículos eléctricos, componentes para la propulsión de vehículos eléctricos y sistemas de almacenamiento a baterías, lo que lleva a muchos inversores a ver a Tesla como la nueva Apple, con un modelo de negocio diferente al de la industria.
De hecho, son tales las expectativas que recaen en Tesla, que recientemente hemos visto cómo la capitalización bursátil de Tesla ha llegado a superar a General Motors al situarse en los 51.000 millones de dólares, convirtiéndose, durante unos días en la empresa automovilística con mayor capitalización bursátil de Estados Unidos. Con los actuales niveles de capitalización bursátil en el sector automovilístico escala global, Tesla sería la séptima empresa mejor valorada.
No obstante, las expectativas sobre de los inversores son sobredimensionadas si los comparamos con los datos que nos ofrece la propia actividad de Tesla en los últimos diez años…. Como podemos apreciar en la siguiente tabla, el flujo de caja operativo de Tesla ha sido negativo en nueve de los últimos diez años, por lo que ha mostrado que su modelo de negocio es claramente ineficiente, siendo una maquina de derrochar dinero. Desde 2006 las pérdidas procedentes de su actividad han ido a más, destacando el año 2015 en el que la actividad operativa de Tesla generó una salida de caja de 524 millones de dólares.
Los defensores de Tesla, argumentan que todo negocio nuevo es «normal»que genere pérdidas en sus inicios… La pregunta que deberíamos hacerlos es si es normal que la mayor empresa de automóviles de Estados Unidos se mantenga diez años con un flujo operativo de caja negativo, cuyas cifras van empeorando. Estas pérdidas procedentes del flujo de caja operativo serían de 109 millones de dólares en promedio en los últimos diez años.
Si queremos ver los datos imputando el Capex de Tesla, es decir, el gasto en capital de la empresa, hay que analizar el Free Cash Flow (FCF)… Pues bien, como el número de inversiones no han dejado de crecer, el FCF muestra una clara salida de dinero en todo su historial (exceptuando el ejercicio fiscal de 2013), especialmente en los últimos años: En 2016, 2015 y 2014 vemos como Tesla ha publicado FCF de -1.564 millones, de -2.159 millones y de -1.027 millones de dólares respectivamente.
Sin embargo, el mercado es una máquina de descontar expectativas y esperan grandes cambios en el futuro, fruto de una alta demanda en los vehículos eléctricos. Por esa razón, los inversores han elevado hasta los cielos la cotización de Tesla. Desde su salida al Nasdaq en junio de 2010 hasta el presente, la cotización de Tesla ha subido un 1.172%, y todo ello mientras su flujo de caja operativoha ido de mal en peor. Bajo los precios actuales, los compradores estarían dispuestos a pagar 10 veces el valor de libros de la empresa.
En resumen, con Tesla tenemos varios factores que nos indican que estamos ante una burbuja: Actividad sin rentabilidad alguna en su amplio historial de estados contables, grandes promesas de futuro en un nuevo paradigma global en la que Tesla dominaría el mercado, y unas cotizaciones en las acciones que más bien muestran una ilusión que la lógica que siguen los negocios reales.