Europa aparentemente ha afrontado bien el reciente choque que ha supuesto el Brexit para la integración de la UE, pero ahora los focos se posicionaran sobre Italia, la tercera economía más grande de la Eurozona.
En primer lugar, los resultados económicos de Italia en el euro han sido bastante pobres. De hecho, el PIB italiano avanzó un 0,3% en el primer trimestre del año, lo que muestra un claro estancamiento junto a otras economías como Francia (+0,7%) y Austria (+0,6%). La desaceleración se debe al debilitamiento de la industria y de la demanda interna, que además presiona a Matteo Renzi, al poner en peligro los objetivos oficiales de crecimiento.
Ocho años después de la Gran Recesión, la economía italiana sigue manteniéndose un 6% por debajo de su pico anterior a 2008 y su tasa de desempleo se mantiene atrapado por encima del 11%. Si nos remontamos al año 2000, la economía italiana sólo ha avanzado sólo un 3,6% tras 16 años. Igualmente preocupante es la proyección que otorga el FMI a Italia ya que vaticinan que la economía italiana recuperara los niveles de 2007 en el año 2025.
Por otra parte, en una fecha aún por especificar en noviembre, Italia tiene previsto celebrar un referéndum sobre la reforma constitucional, que implica principalmente una racionalización propuesta de su parlamento. El primer ministro Matteo Renzi se ha comprometido a renunciar si pierde el referéndum, la oposición ha convertido este referéndum en una moción de confianza al gobierno.
Un período prolongado de incertidumbre política es la última cosa que una economía debilitada cono la italiana necesita ahora. Su sistema bancario está plagado de morosidad que equivale a alrededor del 18% de sus préstamos, y su deuda del sector público se ha elevado a 135% del PIB.
Italia es una economía demasiado grande para ser salvada porque es actualmente el tercer mayor mercado de deuda pública del mundo, con más de 2 billones de euros en deuda pública pendiente. Por otra parte, los bancos italianos tienen activos por un total de más de 4 billones de euros y alrededor de 360.000 millones de euros en créditos morosos, el equivalente a la quinta parte del Producto Interior Bruto. Muchos bancos italianos suspendieron las pruebas de resistencia exigidas por las nuevas regulaciones financieras de la UE.
Durante los primeros siete meses de 2016, los precios de las acciones de los bancos en Italia se redujeron en más del 50%. Estos problemas destacan por la vulnerabilidad del Monte dei Paschi di Siena, el banco más antiguo que sobrevive en el mundo, que vio sus acciones desplomarse un 75% en el mismo período. Monte Paschi es sólo el tercer mayor banco de Italia en volumen de activos, pero se ha convertido en la cara de la crisis italiana.