La ética forma parte, o mejor dicho debería formar parte, tanto de nuestro ámbito personal como, por extensión, de nuestro ámbito profesional, recalcando principios y valores como la sinceridad, la buena fe y la profesionalidad en las funciones .Del mismo modo que los profesionales de la medicina poseen su Código Deontológico como una guía ética, los contadores públicos responden ante su Código de Ética, elaborado por la Federación Internacional de Contadores. Esta normativa de la conducta abarca diferentes aspectos como son la integridad, la objetividad, la competencia, la confidencialidad, la competencia, la confidencialidad y por último el comportamiento profesional.
A pesar de la existencia del Código de Ética que trata de resolver los conflictos de interés internos como aquellos que se derivan de las presiones externas, lo cierto es que en el desarrollo del día a día de una empresa en funcionamiento es muy difícil llevarlas ponerlas en práctica porque el beneficio tanto propio como de la entidad deja en un segundo plano a las conductas morales que lo han llevado a cabo.
Bajo el término earnings managment se incluyen aquellas prácticas contables orientadas a que los estados financieros presentados por las sociedades respondan a los intereses de los directivos, en contra del aspecto fiel que debe reflejar los Estados Contables y que se anteponen a toda ética del profesional contable. Esto sucede porque el beneficio es un indicador de calidad sobre la directiva por lo que “cocinar” buenos beneficios generará remuneraciones adicionales por cumplimiento de objetivos. También existen incentivos para reducir la carga fiscal de la empresa a través de la contabilidad.
La historia ha demostrado que a pesar de la profesionalidad del contable y de la ética que éste procese, la presión económica es más intensa, lo que ha propiciado escándalos contables muy sonados. Por ejemplo, en Japón de la década de los noventa se extendió la práctica contable del tobashi, que se utilizaba para ocultar las pérdidas derivadas de la burbuja inmobiliaria vivida entre 1985 y 1989. El tobashi consistía en trasladar temporalmente a las empresas subsidiarias que no formaban parte del grupo consolidado las pérdidas incurridas por créditos impagados. Con este fin la empresa matriz podía pasar las auditorías de una manera solvente. Desde luego que esta práctica carece de toda objetividad o integridad que pudiera reflejar un Código Ético pero entre alterar la veracidad de los estados financieros o ser despedido con las cargas que cada uno arrastra, se genera un gran conflicto interno, en el que las cargas hipotecarias de uno mismo y las facturas a pagar del mes a mes adquieren un peso importante.
Para finalizar, es importante recordar que el sector de financiero depende en sus decisiones la veracidad que ofrecen los Estados Financieros de cualquier empresa, por lo que no sólo es preciso un correcto marco normativo cuya finalidad sea reflejar la imagen fiel de sus cuentas sino que la empresa y el departamento contable en particular deben tener la voluntad de aplicar tal normativa, sea cual sea el escenario económico de la empresa. En un escenario de pérdidas, existe un incentivo a maquillar el resultado negativo con cocina contable, por mucho Código de Ética en la práctica contable que exista. Estas prácticas son un fraude que termina generando malas decisiones de inversión y sostienen artificialmente las cotizaciones, hasta que cruda realidad de las cuentas o bien un informe externo de una agencia independiente, desmantela la cocina contable y luego la cotización se hunde tal y como pasó en casos como Pescanova o bien Gowex.