Normalmente se suele recalcar las reglas para alcanzar el éxito dentro del complicado mundo que conforman los mercados financieros, sin embargo soy de los que piensan que en bolsa cuando se gana se gana dinero y cuando se pierde se gana experiencia y por ello se aprende de los fracasos y los errores (si es posible que sean los fracasos y errores ajenos)… Con el fín de ahorrarles una posible ruina si se deciden a involucrarse de lleno en está actividad hoy voy a proporcionar los cinco pecados que se suelen cometer previamente, para terminar en la más absoluta de las ruinas y por lo tanto lo que no debemos de hacer si pretendemos recorrer este camino.
Primer Pecado: Hacer de la envidia nuestra ambición
Si nunca ha invertido y se decide a invertir tanto en renta fija como renta variable o en cualquier tipo de instrumento financiero, no lo haga porque alguien le ha presumido de sus beneficios obtenidos y de lo tremendamente estúpido que es usted por no seguir sus respectivos pasos, no lo haga porque “lo hace todo el mundo” y para no ser el único que se pierda la fiesta del dinero fácil, y no lo haga porque le han jurado y perjurado de que “no hay riesgo en esta operación, es un negocio seguro”.
Los motivos para invertir es primero vencer al monstruo llamado inflación que deprecia constantemente el valor de nuestros ahorros y segundo obtener una rentabilidad por aquel dinero que no utilizará ni en el corto ni en el medio plazo y que al fin y al cabo en un futuro le reportará una mejor calidad de vida.
Segundo Pecado: No formarse ni informarse
La formación debería ser obligatoria para cursar una orden de compra o de venta pero no es así… Muchos, cegados por el posible beneficio a corto plazo y perderse una “oportunidad”, se saltan el paso previo de formación y aunque en primera instancia la jugada pudiera salirles bien porque hay una tendencia detrás que les acompaña, luego aparecen los nubarrones en forma de bruscas caídas y no saben como gestionar ni su cartera ni a sí mismos.
El la película Wall Street, el antagonista Gordon Gekko pronunció la frase “un tonto y su dinero no permanecen mucho tiempo juntos”, en este negocio especialmente el conocimiento no es sólo importante sino que es imprescindible ya que proporciona una mejor ventaja competitiva frente al resto y se acaba traduciendo en el largo plazo en mayor rentabilidad para nuestra cartera.
Tercer Pecado: La pereza de elegir un buen broker
Muchos inversores se conforman con sus bancos como los intermediarios para crear una cartera de valores y gestionar sus órdenes de compra ya que es la entidad que habitualmente tienen sus ahorros, nómina e hipoteca… en términos generales este tipo de intermediarios suelen ser más caros que las propias agencias de valores. Para elegir una agencia de valores debería saber previamente cuáles son sus necesidades operativas si como inversor es muy activo o bien realiza pocas operaciones y el volumen que maneja.
Una vez conozca su perfil infórmese en los diferentes intermediarios lo que le ofrecen para así, obtener el mínimo en comisiones posible. Al fin y al cabo, la comisión es la rentabilidad perdida por estar en el mercado por lo que hay que procurar que sea la menor de las opciones posibles.
Cuarto Pecado: Recurrir a la deuda o apalancamiento excesivo
Un apalancamiento excesivo puede ser la llave a multiplicar los beneficios y a su vez multiplicar las pérdidas, solamente es aconsejable el uso del apalancamiento bajo manos profesionales que utilizan criterios del Money Managment. Como inversores hemos dicho que utilizaríamos “a priori” aquella parte de nuestros ahorros que no necesitemos en el corto plazo, por lo que endeudarse para la compra de acciones supondría una obligación en el corto plazo que deberíamos hacer frente periódicamente y podría ser como cavar nuestra propia tumba.
Quinto Pecado: Asumir mucho riesgo.
Algunos tendrán una mayor aversión al riesgo otros una menor aversión, lo que está claro es que asumir periodicamente en el largo plazo mucho riesgo desencadenará finalmente en la más absoluta de las quiebras.
El riesgo hay que saber gestionarlo y la mejor manera para ello es mediante la diversificación en nuestra cartera, tanto por sectores como por entornos económicos. De este modo, al no poner todos los huevos en el mismo cesto, conseguiremos estar en el mercado sin depender especialmente de los sucesos cortoplacistas a los que se pueda verse sometido un valor determinado. En el caso de apostar por pocos valores veríamos con nervios como cada movimiento en la cotización repercute significativamente en la evolución de la rentabilidad sobre nuestra cartera de inversiones cuyas repercusiones podrían ser realmente desastrosas si el escenario se moviera en nuestra contra.