Hemos presenciado un mercado alcista que ha llevado a S&P500 a niveles históricamente nunca vistos, en concreto, hasta los 2.111 puntos, siendo este su máximos histórico. En los últimos 20 años la rentabilidad nominal del S&p500 ha sido del 8,6%. No obstante, lo que verdaderamente debemos tener en cuenta es la rentabilidad real del índice, es decir, descontando la inflación. Pues bien, como podemos apreciar en el siguiente gráfico los niveles reales del selectivo estadounidense, se equiparan a los máximo fijados en la exuberancia irracional que protagonizó la burbuja punto.com en el año 2000.
La bolsa estadounidense está cara, no tanto como en el año 2000 pero los niveles que ha asumido, con la ayuda de la Reserva Federal, son excepcionalmente altos. Para ilustrar esta afirmación hacemos referencia a la ratio CAPE o PER de Shiller. Una ratio que incorporó el premio nobel de economía 2013, Robert Shiller, en la que se compara la cotización del selectivo frente al promedio de beneficios de los últimos años ajustado a la inflación. Pues bien en el año 2000 esta ratio mostró niveles superiores a 40 veces, mientras que en la actualidad cotiza a 27 veces, unos niveles extraordinariamente altos. En comparación, la burbuja de los felices años veinte, llegó a cotizar con un CAPE de 32 veces en 1929.
El mercado de bonos fue una gran oportunidad de compra a partir de 1981, con la última subida de tipos de Volcker. Recordemos que con está subida se puso fin al ciclo alcista de la inflación en los años setenta por lo que los bonos ya en 1982 ofrecían, en términos reales, entre un 6 y un 8%. No obstante, en los últimos años hemos visto de manera reiterada tanto tipos de intereses reales negativos como rendimientos reales del bono estadounidense a 10 años en negativo. De hecho, en la actualidad, como repasamos en el Blog de Bolsa, «el rendimiento del bono a diez años años se situó recientemente en el 1,72%. Unos niveles que se encuentran por debajo de la última lectura en el índice estructural de precios al consumidor del 2,3%. Por esta métrica, el rendimiento real de los bonos estadounidenses a diez años es del -0.58%.»
Cuando tanto las acciones como los bonos no parecen tener las mejores expectativas para el largo plazo y hay una nube de incertidumbre por las políticas ZIRP y NIRP que han llevado a cabo los Bancos Centrales, tiende a sobresalir un ganador y es el oro. Un activo que se ha visto lastrado desde los máximos de 2011, hundiéndose un 43% desde los 1.923 dólares/onza.
Aunque Warren Buffet siempre ha mantenido una visión muy crítica sobre el oro ya que no produce retorno alguno. En ciertos entornos como el de volatilidad creciente, entornos inflacionistas, o el actual en el que estamos viendo bolsas caras y bonos con TIR’s negativas, el oro constituye una opción ganadora para los inversores que busquen proteger su patrimonio ante los riesgos del resto de activos.