El gasto más agresivo previsto para Italia en 2019 plantea obviamente la cuestión de quién financiará el déficit italiano cuando el BCE detenga sus compras netas de bonos italianos a finales de año.
Desde la inauguración del programa de compras del BCE, la única «fuente de financiación» del déficit italiano ha sido la Banca D’Italia y el BCE (ninguna otra fuente ha comprado deuda italiana neta desde el 15 de febrero).
Las instituciones financieras nacionales fueron la única «fuente de financiación» durante las turbulencias de 2011-2012, ya que los actores extranjeros huyeron de Italia debido a los crecientes riesgos. Este escenario no es impensable en 2019, aunque en una magnitud menos dramática en comparación con 2011-2012.
Los compradores extranjeros de deuda italiana habían empezado a resurgir antes de las elecciones de marzo, pero han vuelto a desaparecer tras los tonos cualquier cosa menos conciliadores de la nueva administración italiana. Es necesario suavizar sustancialmente la retórica italiana antes de que regresen los compradores extranjeros.
En la actualidad, es difícil ver cómo se puede financiar un déficit del 2,4% en 2019, sin un programa de compras que vaya respaldando el mercado secundario de deuda, razón por la cual Di Maio y Salvini tienen que tomarse muy en serio la reciente reacción del mercado.
Por si fuera poco, los bancos italianos han absorbido aproximadamente el 36% de los 678.000 millones de euros pendientes del programa TLTRO-II del BCE en 2016-2017, lo que deja 250.000 millones de euros para su refinanciación entre junio de 2020 y marzo de 2021 (a más tardar) para los bancos italianos.
Marc Fortuño