El domingo pasado conocimos que el pueblo griego dejó en manos del partido político Syriza la formación de un nuevo gobierno. Para ello, la formación liderada por Alexis Tsipras se ha aliado con los Griegos Independientes, que aún siendo unos partidos políticos radicalmente opuestos en lo ideológico, tienen un frente común y es la negociación sobre la reestructuración de la deuda pública. El ejecutivo contara con diez ministerios y cuatro de ellos con competencias múltiples.
Para este nuevo gobierno de coalición las medidas más urgentes que se deben aprobar en el Parlamento son:
– Elevación del salario mínimo hasta los 751 euros, desde los 684 euros actuales.
– Aprobar un proyecto de ley en el que los griegos no paguen más del 20 o 30% sobre sus ingresos anuales en devolver sus deudas y contribuciones a la Seguridad Social.
– Electricidad gratuita para 300.000 hogares que viven bajo el umbral de la pobreza.
Por otra parte, el nuevo vicepresidente económico de Grecia es Yannis Dragasakis, siendo el único miembro del Gobierno con experiencia gubernamental y tendrá como misión especial negociar con los acreedores de la troika, que forman la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
El Dilema de Syriza
Aunque las Bolsas del Viejo han estado muy tranquilas tras las elecciones griegas, parece que aquellos inversores expuestos a Grecia están deshaciendo posiciones a la velocidad del rayo, ocasionando fuertes descensos. Ese clima de inestabilidad, se produce debido a que el gobierno pretende impulsar medidas de incremento del gasto público, mientras tanto pretenden recortar el máximo posible su deuda en manos de sus socios europeos en una futura negociación de una quita. En la actualidad Grecia tiene comprometidos 315.000 millones de euros en su deuda pública, de los que el 81%, 257.000 millones, pertenecen a sus socios europeos. Los acreedores ya han dicho que NO a una quita y han dejado al aire una negociación de las condiciones sobre la deuda.
El gran dilema que tiene Syriza a día de hoy es el siguiente: «he sido elegido por mi compromiso ante el electorado de aumentar el gasto público, mis políticas de gasto son incompatibles con las condiciones de la troika y si no recurro a la financiación de la troika no habrá pensiones, seguridad social, funcionarios, etc…» Este dilema es una olla a presión que por algún sitio cederá… O bien Syriza se desdice ante su electorado y continua su plan de ajustes o bien se desvincula de la financiación de la troika y del euro, lo que supondría un abismo financiero de inmediato, al tener capacidad nula para la financiación en los mercados. El reloj ya ha fijado la cuenta atrás y es que el 28 de febrero es la fecha límite para que el Eurogrupo apruebe el último tramo europeo de 1.800 millones de euros.
Temblor en las cotizaciones de Grecia
Tras la victoria de Syriza ya podemos medir el impacto que ha tenido en la Bolsa de Atenas en estos dos días, en primer lugar el selectivo bursátil sufrió un varapalo del 3,2% el lunes pasado y ayer volvió a caer un 3,83% adicional, hasta cerrar en los 783,53 puntos, lo que supone una caída del 7,33% desde los máximos anuales. El sector que está liderando las caídas no podría ser otro que el bancario, en concreto, ayer Eurobank se desplomó un 13%, Piraeus Bank un 12%, National Bank of Greece cayó un 11,8% y AlphaBank descendió un 10,1%.
Desde que se convocaron elecciones en Grecia, la curva de rendimientos de los bonos griegos ha tomado una posición inversa, valorando con mayores retornos la deuda con vencimientos a menor plazo que los vencimiento de mayor plazo, lo que es un planteamiento muy lógico ante tanta incertidumbre. En estos últimos días la presión hacia la deuda helena ha ido a más, por ejemplo el bono a tres años griego se ha desplomado, disparando su rentabilidad del 12 al 14%. Por otra parte esta venta masiva de deuda ha llevado a la prima de riesgo griega ha vuelto a superar los 900 puntos básicos debido a que el bono griego a diez años ha escalado hasta el 9,5%.