Cuando oímos el término corrupción, siempre lo relacionamos a los tejemanejes del aparato de poder público que mediante el aumento del coste de un servicio o bien crear un servicio innecesario, se favorece a empresas amigas, para así obtener un retorno político en el futuro (favores diferidos) o un aumento de la riqueza mediante comisiones aplicadas a dichos servicios. Éstos actos de clientelismo puro al final los paga el contribuyente de a pie que se ve, no sólo expoliado de su renta sino utilizado para financiar redes propias de un sistema capitalista de amiguetes. Sin embargo, nos centraremos en la corrupción corporativa que se reduce en el ámbito privado y se han popularizado bajo el nombre tunneling.
El vocablo tunneling es el conjunto de prácticas expropiadoras de riqueza que puede realizar el accionista de referencia de una sociedad anónima , en contra de la posición económica en la que se encuentran los accionistas minoritarios. Se acuñó con este término para caracterizar la expropiación de los accionistas minoritarios en la República Checa con la eliminación de activos a través de un «túnel subterráneo», para describir la transferencia de los activos y los beneficios de las empresas en beneficio de aquellos que los controlan.
Básicamente el tunneling puede venir dado de dos formas, en primer lugar, un accionista de control puede simplemente transferir los recursos de la empresa para su propio beneficio a través de transacciones. Tales transacciones pueden ser constituidas como el robo directo o fraude, aunque a menudo no se detectan o quedan impunes por ciertas ambigüedades en el marco legislativo. Los ejemplos más comúnes son la venta de los activos, determinados contratos inflados, una retribución ejecutiva excesivamente onerosa, garantías de préstamos, y así sucesivamente. En segundo lugar, el accionista de control puede aumentar su parte de la empresa sin transferir los activos a través de emisiones de acciones dilutivo, uso de información privilegiada, y otras transacciones financieras que discriminan a las minorías.
Podemos encontrar un sin fin de estos abusos en la historia del corporativismo, un ejemplo muy cercano es el que se dio en Endesa y publicamos en el artículo: «Endesa una ratonera para los inversores minoritarios». Enel era entonces propietaria del 92% de Endesa y se autovendió el negocio latinoamericano de Endesa mediante la oferta de compra por parte de Enel Europe Energy, estos activos generaban más de la mitad del EBITDA de la eléctrica española, no obstante el precio de la venta era el 22% de la capitalización bursátil de Endesa. Si ya de por sí el negocio era redondo, se repartieron un dividendo extraordinario a cuenta de la venta por lo que el 92% del importe «volvió a casa». Si el expolio a los accionistas minoritarios no había sido suficiente, una vez realizado estos tejemanejes corporativos, Enel colocó el 21,92% de Endesa en una OPV por 3.132 millones de euros.
Estas prácticas se aplican más intensivamente en los países en los que el Estado de derecho tienen un elevado número de deficiencias. Por ejemplo, en la crisis de los mercados emergentes de 1997-1998 fue un saqueo puro a las empresas por sus accionistas mayoritarios. Los activos fueron transferidos fuera de las empresas, se trató que los beneficios escaparan de sus acreedores, y las empresas con problemas en un conglomerado eran apoyadas mediante préstamos con garantías por otras cotizada miembros del grupo.
Para finalizar, comentar que en España existe la Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas (AEMEC), una entidad sin ánimo de lucro creada para defender y proteger los intereses de los accionistas minoritarios, crear canales y cauces de comunicación entre las sociedades cotizadas y sus accionistas y fomentar la efectiva participación éstos en la vida social de las mismas generando un clima de sensibilidad asociativa que fomente la defensa colectiva de sus derechos. En su web pueden ir consultando cómo afectan los grandes movimientos corporativos de las empresas cotizadas a los accionistas minoritarios.