Estar al cargo de una compañía es una tarea bien difícil y para la que se requieren muchas habilidades. De ahí que casi todos los dueños o presidentes de las compañías tengan «su mano derecha». Una persona en quien puedan confiar y delegar. Pero encontrar a esa persona en la que confiar con los ojos cerrados, no es fácil.
Estar rodeado de un buen equipo es fundamental para poder lograr objetivos, pero a ese equipo hay que supervisarlo, motivarlo y mantenerlo unido para que todo funciones en armonía. En muchas ocasiones para conseguir que esto sea un éxito,es fundamental contar can la capacidad «del segundo».
Ser el segundo implica que se trata de una persona en la que el jefe puede confiar con los ojos cerrados, con la que siempre puede contar, con la suficiente confianza como para hablar las cosas clara y abiertamente, tanto de lo bueno, como de lo malo. Con iniciativa, proactividad y orientado a la búsqueda de resultados.
Eso sí, esta persona no puede olvidar que es una parte más del equipo, un compañero a quien poder sugerirle cosas y rebatirle opiniones y así es como lo deberían ver los demás. Si lo ven como a un rival, no se conseguirá nada. Erróneamente, hay jefes que han otorgado este puesto «al hijo de…» sólo por el mero hecho de ser hijo de. Si esta persona no tiene las capacidades suficientes para llevar a cabo su tarea, no se le verá con buenos ojos, se le considerará el enchufado, nadie confiará en él, más por verle como un espía que como un compañero en el que se pueda confiar y los resultados serán más negativos que positivos.
Desde luego, ser la mano derecha del jefe implica muchas ventajas para esa persona: un desarrollo de carrera, la posibilidad de conocer todas las áreas de negocio de la compañía, tener poder de decisión, entre otras cosas, pero no hay que olvidar que también tiene sus inconvenientes, puesto que esta privilegiada situación, implica mucha responsabilidad: hay que obtener resultados, estar disponible para el jefe y los compañeros y tener mucho cuidado con las envidias.
Pero no todo depende «del segundo». Para poder desempeñar bien este papel, el jefe tiene que delegar en esta persona, darle toda su confianza.
Según Forbes, dependiendo de las necesidades de la compañía, esta persona puede adoptar varios roles:
El Ejecutor. Vela por que se ejecuten las estrategias planteadas por la alta dirección, ofrece resultados sobre una base del día a día, mantiene el rendimiento del negocio, permite que el CEO se centre en estrategias a largo plazo, mientras que él gestiona el aspecto táctico y operativo de la empresa.
El Agente de Cambio. Dirige una iniciativa estratégica específica (por ejemplo, un cambio de tendencia), un cambio organizacional importante o una rápida expansión. Esto es lo que hizo Microsoft con Kevin Turner.
El Mentor. Una empresa de rápido crecimiento empresarial puede desear un veterano de la industria para desarrollar un CEO joven e inexperto.
La otra mitad. Sirve como una lámina para complementar la experiencia del director general, el estilo o base de conocimientos.
El heredero. El propósito es preparar al heredero, para que aprenda todos los ámbitos de la empresa: negocio, entorno, gente… Eso sí, por mucho que aprenda, si no quiere, esto no será ninguna garantía de éxito.
El jugador más valioso. Sirve como una promoción a un ejecutivo al que se le considera demasiado valioso como para perder.
Lo mas parecido al jugador mas valioso es hacer de malo de la película, para que el jefe no desgaste dando mala impresión.