Nos hemos equivocado, no hay duda. Llega el momento de asumirlo y de pedir disculpas a quien sea necesario. Saber reconocerlo no es de débiles, al revés, es de valientes y si sabes reconocer tus errores, seguramente te valorarán más por ello. Si ya lo decía el refrán: “rectificar es de sabios”. (Y también: aprender de los errores).
¿Cómo afrontarlo lo mejor posible?
Lo hecho, hecho está
No le des más vueltas. Ya está hecho, así que lo mejor ahora es intentar mantener la calma y buscar una solución. Casi todos los problemas de esta vida tienen remedio.
Busca el momento adecuado
Cuando tengas que pedir disculpas, hazlo mejor cara a cara y que no haya otras personas delante. Asegúrate que sea un buen momento, de esta forma podréis aclarar las cosas más tranquilamente.
Sé sincero
Si no lo sientes, se nota. Empieza con palabras de disculpa y continúa con tu argumentación. Mientras lo hagas, mira directamente a la cara y hazlo con seriedad. No sonrías a menos que la otra persona le quite hierro al asunto.
No te escudes en los demás
Nada de falsas disculpas. No podemos buscar excusas a nuestra actitud en el comportamiento del otro. No digas cosas como: “Además tú…”. “Tú en mi lugar habrías hecho lo mismo”. “Tú empezaste primero” o “Si me hubieses entregado el informe más claro”.
Escucha
Escucha lo que te respondan a tu disculpa. Sea lo que sea, no te enfades y acéptalo. El error ha sido tuyo, no suyo.
Aprende de los errores
Si continuamente cometes el mismo error, al final la disculpa ya no va a ser efectiva y además demostrará que no tienes mucho interés en lo que estás haciendo. Aprende de tus errores e intenta que no vuelva a suceder.
Situaciones de la vida diaria que no está de mas refrescar.