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Empleado tóxico

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toxixoLos empleados tóxicos son aquellos que generan conflictos y negatividad en el equipo, minan la motivación, desacreditan a sus superiores o, incluso, llegan a engañar, robar y mentir.

No hace falta llegar hasta los extremos, basta con un compañero que se pasa el rato chismorreando, no deja trabajar a los demás y está malmetiendo todo el rato. Pero es que de estos, hay muchos en todas partes y hay que saber llevarles porque si no te van a hacer tu día a día muy difícil.

En el blog de Manuel Gross nos dan algunos tipos de estos empleados tóxicos:

El pesado o brasas

Tiene la habilidad de pillarte siempre en el peor momento. No suele aparecer en la máquina de café o cuando tienes un rato libre, no. Cuando más liado estés, aparecerá el pesado. Curiosamente el pesado es un ser estacional, así que sus conversaciones irán de novias, bodas, pisos, niños, divorcios, etc. en función de la etapa vital por la que atraviese.

El sabelotodo

Si tienes un sabelotodo a tu alrededor cuida muy mucho los comentarios que haces. Si se te ocurre comentar un artículo que leíste en voz alta ¡ya la has jodido! El sabelotodo caerá sobre ti y te soltará una soflama sobre él (o un compañero que tuvo en un trabajo anterior) al que le pasó eso. Da igual lo que sea “eso”. Si hablas de la congelación de las tuberías del transiberiano, el sabelotodo tendrá un conocido que trabajó allí.

El sabelotodo va a decir lo que tenga que decir, pase lo que pase, por lo que la estrategia correcta frente a él es no darle pie. No caigas en un error de principiante frente a un sabelotodo como es discutir con él. Por mucho que domines del tema y te des cuenta de que él no tiene ni idea debes tragarte tu orgullo y seguir a lo tuyo o entrarás es una espiral sin fin.

El inseguro

El inseguro es un ser que produce empatía y que despertará en ti, casi seguro, un inevitable sentimiento de ternura. El problema es que si te apiadas de un inseguro puedes acabar haciéndole su trabajo. Un inseguro puede repetir diez veces sin inmutarse la misma pregunta si la respuesta que le estás dando implica que haga algo que le saque de su zona de confort. El inseguro lee varias veces el mismo mail antes de preguntar, pregunta varias veces antes de hacer nada y habitualmente no hace nada ya que entre lecturas y preguntas no le queda tiempo para la parte operativa. Cualquier tema que creías finiquitado resucitará a la más mínima duda para tu desesperación y su “deleite”. Prepárate a vivir tu particular día de la marmota.

El quejica

Se pasa todo el día quejándose de lo mal que funciona todo. Tiene una nula capacidad autocrítica. Produce un ambiente tóxico sobre todo si encuentra “víctimas” que se unan a la fiesta del lamento y el quebranto continuo. Habitualmente no faltan candidatos. Si mezclamos quejas y envidias tenemos el hábitat natural para el rencor, que puede llegar a producir diferencias irreconciliables entre los antaño compañeros.

El quejica jamás propone soluciones, sólo escucharás quejas. Suele ser victimista y, para combatirle, no queda más remedio que ponerle en evidencia exigiéndole sugerencias de mejora y participación en la implementación de las mismas. Lo normal es que rehuya el reto o que, mientras se ocupa de la mejoras, al menos, esté callado.

El pelota

Te va a decir lo que quieres oír. El problema es que puede que sea verdad o no. Y el pelota no va a discriminar, si cree que tiene algo que ganar peloteándote cantará tus bondades siempre que pueda. No te creas todo lo que dice. Desconfía de las buenas palabras, sobre todo cuándo no son solicitadas. Dicen los clásicos que los halagos debilitan. Ante el poder embaucador del pelota sólo funciona la mente fría y la autocrítica sincera.

El irresponsable

El pasota es el último de los personajes con los que te gustaría toparte si tienes que trabajar en equipo. No admite ni plazos, ni metodologías ni consejos de ningún tipo. No existe solución mágica ante un pasota. Si es compañero tuyo, trata de que te toque colaborar con él lo menos posible, si es tu jefe.. consuélate con que cuándo le pidas algunos favores, por puro pasotismo, también accederá.

El veterano o superviviente

Es alguien que peina canas y se viste por los pies. Esgrime su antigüedad como arma multiusos y jamás reconocerá méritos de persona que no lleve x años en la empresa, tendiendo x a veinte o más años. Muchos veteranos son agresivos. Vieja escuela. Una especie del sargento mayor de “La chaqueta metálica” en versión patria. Muchas veces los encontrarás como mano derecha de un inepto o servirán de fuerza de choque a un manipulador. Para ellos, cualquier tiempo pasado fue mejor y ya no se hacen las cosas como antes. En realidad, son personajes que no han hecho nada notable en su vida y su conocimiento se limita al adquirido el primer año, algo que han venido repitiendo durante los últimos cuarenta.

El inepto o inútil total

Siguiendo el principio de Peter, cualquier persona es ascendida en una organización hasta el puesto en el que ya no es eficiente. Por lo tanto, no te extrañe que el inepto pueble los escalafones más altos de las organizaciones. El que no lo era, se ha convertido. Habitualmente son protegidos de alguien importante o se mantienen en sus puestos por la ausencia del mismo por lo que a ellos les importa un comino algo que vaya más allá de su estómago. No hay estrategia válida. Es un “o ellos o tú” y, lamentablemente, sueles ser tú.

El perfeccionista

El perfeccionista es un obstáculo serio de cara a la productividad ya que ningún trabajo le parecerá lo suficientemente bueno lo que provocará un bucle infinito de correcciones y mejoras. El problema en este caso no es la mejora continua sino la “mejora sin fin”. Un perfeccionista tiene problemas para delegar ya que, habitualmente considera que los trabajos que no hace él en persona, no son “suficientemente buenos”. La consecuencia más habitual es que un perfeccionista suele convertirse en cuello de botella de todo aquello que gestiona.

El idealista

Suele ser una persona joven que proviene del mundo de la formación, calidad o de la consultoría. Se mueve en ámbitos muy teóricos pero nunca ha tenido que bajar a la arena y tratar de pasar de la teoría a la práctica. Su principal problema es que tiene serias dificultades para pasar a la acción, manteniéndose cómodo en su mundo de piruleta y gominola. Suelen preferir cambiar o culpar a las personas antes que cambiar o culpar a sus teorías.

El controlador

El controlador es un personaje agobiante ya que su máximo afán es, naturalmente, tener todo bajo control. No tiene problemas para delegar tareas pero quiere tener tanto control de todo que no permite que la gente haga su trabajo con creatividad e independencia.

¿Te sientes identificado con alguno de ellos?

 

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