Tal vez pienses que eres el mejor, que tu equipo te adora y que hay muy «buenrrollismo» en la oficina. Pero tal vez deberías hacer un poco de autoevaluación y ver si realmente todo va tan bien como tú crees.
Geoffrey James, en su último libro, nos da siete claves que todo jefe debería revisar para saber si está llevando bien o no a su equipo:
Quedas fuera de la diversión. Aunque evidentemente al trabajo se va a trabajar, siempre hay espacio para alguna broma. Y si antes estabas en este círculo pero has dejado de estarlo, es que algo ha cambiado. Puede que los empleados tengan miedo a las represalias, o que algún comentario negativo tuyo en un momento determinado les haya hecho pensar que ya no estás para bromas. Averigua el porqué y trata de cambiarlo.
Se hace el silencio cuando entras. Si te acercas al despacho y oyes conversaciones, pero cuando abres la puerta curiosamente se acaban todas, tenemos un problema. No significa que estén diciendo algo que no quieren que escuches – aunque puede pasar-, pero plantéate si simplemente tienen miedo de que les escuches hablar.
Todos están de acuerdo con tus propuestas. Si todos los miembros del equipo asienten y sonríen cada vez que dices algo, significa que han llegado a la conclusión de que es mejor estar siempre de acuerdo contigo que correr el riesgo de ser derribados en público. Puede que tengas muy buenas ideas, pero la discrepancia es aún mejor.
Tus mejores empleados se van. Los profesionales con talento necesitan movimiento, sí, pero también se quedan en aquellos sitios en los que se sienten bien tratados. Si tus mejores trabajadores se van, no te contentes con pensar que necesitan nuevos horizontes y plantéate si les estabas ofreciendo todo lo que merecían.
Dictas a los trabajadores cómo hacer su trabajo. Una cosa es dar indicaciones y la otra es dictar paso por paso como tiene que ejecutarse un trabajo que probablemente esa persona a la que estás mandando tiene más por la mano que tu. Confía en tu equipo y aprende a delegar funciones que ya no te corresponden.
Quitas hierro a los conflictos con demasiada frecuencia. Si constantemente estás reprimiendo en público y a continuación pidiendo disculpas, si las enganchadas son el pan de cada día o si siempre hay alguien de mal humor, no puede deberse todo esto al estrés laboral. No le quites importancia a esta situación y trata de abordar los problemas de relaciones.
Piensas en contratar a un consultor de gestión. Cualquier directivo debería ser capaz de gestionar a su equipo sin la ayuda de un consultor externo. El simple hecho de planteárselo es una seña de la incapacidad para gobernar al equipo.
¿Crees que tu jefe se cree un buen jefe cuando no lo es?