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¿Estás saboteando tu carrera?

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sabotearLlegas a tu trabajo y cumples con tus obligaciones. Además eres buen compañero y muy diligente. Eres sociable, te llevas bien con todos, cumples plazos… Y a pesar de todo, te despiden. ¿Qué ha pasado?

Tal vez no te hayas dado cuenta y hayas hecho cosas que no deberías. Molly Triffin,  desde FasCompany.com  comenta algunas otras formas que escapan de nuestra intuición que podrían llevarnos a sabotear nuestra propia carrera.

Aferrarse a viejas creencias

Ir dando tumbos en cuanto a opiniones se refiere, cambiando continuamente de punto de vista, es tan perjudicial en el ámbito político como en el laboral. Defender una creencia pero demostrar con tus actos todo lo contrario, también. De hecho, instar al personal a tener una mente abierta y no predicar con el ejemplo es uno de los errores profesionales que analizaron recientemente desde la Universidad de Iowa, que reveló que, incluso cuando se muestra evidencia de lo contrario, uno tiende a aferrarse a sus creencias iniciales, lo cual puede pasar factura.

Los psicólogos llaman ‘sesgo de confirmación de comportamiento’ al hecho de querer aparentar algo, o incluso que sus creencias evolucionen, pero no poder apartar de la mente nuestras viejas creencias, por mucho que las evidencias demuestren que nuestro punto de vista no sea del todo correcto. Si estas creencias se plasman por escrito es probable que ya no haya vuelta atrás y vayamos a contracorriente de lo que pase a nuestro alrededor y, como subraya Stephan Lewandowsky, profesor de Psicología Cognitiva de la Universidad de Bristol, «debido a que se han esforzado en dejar constancia en un pensamiento que, además, tiene todo el sentido para ellos, son reacios a admitir que están equivocados y, en su lugar, encontrarán la manera de obviar la evidencia y justificar sus decisiones».

Para evitar quedar atrapados en esa no-evolución, «uno debe fomentar un sano escepticismo hacia sus propias ideas y aceptar la posibilidad de que podría estar equivocado, a pesar de que le gustaría creer que tiene razón,» prosigue Lewandowsky. «Además, debemos recordar que el cambio de opinión en base a nuevas pruebas es algo positiva y una buena habilidad para llevar a la práctica», concluye el profesor.

Demostrar estarse esforzando demasiado

Una reciente investigación de la University College London School of Management confirma ese dicho de «Nunca dejes que te vean sudar» o, lo que es lo mismo, que las empresas prefieren a aquellos profesionales que demuestran tener un talento innato a los que necesitan un esfuerzo extra para acometer sus tareas. En el estudio, los participantes tuvieron que leer la biografía de dos empresarios, uno con unos dones innatos y el otro que había luchado a conciencia para llegar a lo más alto. Al terminar, la mayoría de lectores alabó la primera historia y se mostró más afín a invertir en su proyecto empresarial.

«A pesar de que los participantes reconocieron la importancia del trabajo duro, lo que habían leído acerca del líder natural inclinó la balanza», afirma Chia-Jung Tsay, autor del estudio y profesor de Comportamiento Organizacional de la University College London School of Management. Una lectura que nos invita a pensar que quizás no sea buena idea insistir demasiado en que invertimos equis horas de más, nuestras jornadas laborales se alargan hasta las 12 horas o nos matamos para concluir un trabajo, lo que no significa tampoco que uno deba aflojar el ritmo. En su lugar, uno puede hacer especial énfasis en aquel braimstorming que llevó al proyecto al éxito o en la facilidad de la propuesta recién redactada.

Ser el único decisor 

A pesar de que el poder de decisión puede parecer un rasgo inherente al liderazgo, una investigación de la Texas A&M University pone de manifiesto de que la inversión de tiempo en decidir constantemente puede provocar una gran fatiga, ya que mina el autocontrol de la persona, haciéndole más propenso a la dilación, la pereza y el riesgo. «La fatiga asociada a las decisiones continuas se basa en la hipótesis de que la fuerza de voluntad funciona como un músculo o un recurso limitado, así que cada vez que una persona utilice su fuerza de voluntad, este recurso se debilitará y, de rebote, estará en peor forma durante aquellas otras acciones que también requieren de nuestra fuerza de voluntad», apunta Brandon Schmeichel, profesor de Psicología en la Texas A & M University.

Afortunadamente, existen estrategias para protegerse contra aquellas acciones que agotan nuestras reservas de disciplina y fuerza de voluntad, que pasan, por ejemplo, por convertirsse en un animal de constumbres. «En la medida de lo posible, debemos incluir en nuestra rutina la toma de determinadas decisiones y no dedicar un precioso tiempo a deliberar sobre el equipo todos los días, algo que nos ahorará tiempo y energía», sugiere Schmeichel.

¿Has saboteado tu propia carrera?

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