¿Os acordáis de esa canción de eurovisión de final de los 80?
“Ella es made in Spain…la mejor garantía”
Pues como todo en esta vida, lo hecho en casa vuelve, y con fuerza.
Made in Spain o Fabricado en España si nos ponemos auténticos, es sinónimo de calidad y prestigio, y se está haciendo un hueco fuerte entre carteles de ofertas y promociones como un reclamo comercial más.
Es sinónimo de calidad, de fabricación como antaño, cuando las cosas se les dedicaba tiempo y se utilizaban materiales nobles, y sobre todo tiene un componente social que empieza a calar entre la sociedad, que la fabricación en casa genera empleo dentro del país.
Muchas marcas comerciales, ya se han dado cuenta y lo están utilizando como reclamo. El fabricante de electrodomésticos Balay con su campaña “Gracias por comprarnos”, la marca de coches Renault con su slogan para el Megane de “Fabricado en España para ser el mejor” o productores de mermeladas como Hero y su fruta de temporada y sólo recolectada en la huerta murciana.
Es fácil ver cómo en la mayoría de tiendas destacan el origen de los productos, ya sea local o nacional, y además es una estrategia al alza desde hace tiempo. Se promueve la compra y venta de productos españoles de manera directa y el consumidor responde a ello, porque apela directamente al compromiso hacia la economía y empleo nacional. Temas bastante sensibles en estos momentos de crisis.
Empieza a calar hondo en la sociedad que mediante las compras que realicemos pondremos nuestro granito de arena para reactivar la economía y con ello conseguir generar más empleo, o por lo menos evitar más destrucción de ellos.
Este cambio en la mentalidad del consumidor está propiciando a que hayan aumentando los pequeños negocios que sólo venden productos nacionales, podríamos estar hablando de un nuevo nicho de mercado. Consumidores claramente enfocados a comprar únicamente lo que se fabrique en casa. Aunque no debemos alzar campanas al vuelo, el precio sigue siendo el factor fundamental, y debe ser un producto muy bueno para que la gente valore esa procedencia como un factor decisivo más. En el tema de la alimentación sí que podríamos hablar de un cambio en el concepto y la manera de elegir los alimentos. Se puede ver en muchos mercados carteles de “Sólo productos de la tierra”, “de la huerta a tu casa” “producto nacional”. Es el mayor reclamo que existe para los productos frescos, pero más que por ser nacional, porque la gente valora la frescura que sólo te puede dar algo que se ha producido aquí, cerca de dónde se va a consumir.
El Made in Spain en sí mismo es un reclamo publicitario importante. Pero no sirve sino eres bueno en todo lo demás, es decir precio y calidad. La gente lo primero que mira es el precio, si está en la línea que ellos creen razonable, entonces el siguiente factor es si está fabricado en España. Si la diferencia de precio es exagerada frente al mismo producto fabricado fuera no lo comprarían, aunque es cierto que hasta eso está cambiando.
El objetivo de esta nueva mentalidad consumista es intentar colaborar con la economía nacional, favorecernos entre todos. Si consumimos lo que nosotros mismos fabricamos, las empresas españolas no tendrán esa necesidad imperiosa de irse fuera a producir o lo que es peor, cerrar definitivamente.
Francamente no creo que haya que llegar a ese extremo, de sólo comprar productos españoles porque sí, únicamente porque se fabrican aquí. Estamos en una economía globalizada, cualquier llamamiento a comprar productos por sentimiento patriótico yo lo llamaría proteccionismo. Y eso es algo que va contra la excelencia, que es sobre lo que nos tenemos que basar.
España tiene que ser capaz de destacar en calidad y profesionalidad en sus productos y servicios. De esta manera será el propio consumidor el que los elija no por fabricarse en un país concreto, sino porque son los mejores.
Y ya hay muchos sectores que está conseguido. Los zapatos españoles tienen una fama que traspasa fronteras, y ¡con razón! Aunque cuesten más, a ver quién puede comparar un buen zapato español con un zapato baratero de plástico.
Yo por lo menos no. Mi pie me lo agradecerá toda la vida.
Cántaro roto, no sufre más remiendo que comprar otro.
Anónimo