Esta es la típica frase que se oye mucho en las empresas, o entre compañeros para meter la coletilla a un despido anunciado.
Yo no estoy de acuerdo. Mucha gente ha conseguido salirse del montón y destacar por encima del resto, ya sea por conocimientos, habilidades sociales o laborales, carácter…etc. Y hace que, igual que no se puede afirmar rotundamente que si esa persona falta no podría salir el trabajo adelante, si se puede asegurar que costaría un poco más.
Tengo varios casos alrededor que me han ido comentando que aunque parezcan difíciles de creer, son casos claros de personas imprescindibles:
Caso 1: Chica que trabaja en una empresa petrolera importante, pide una excedencia porque a su marido le destinan fuera de España. La empresa no le pone ninguna pega, y le favorece cualquier tipo de vuelta porque aunque no lo quiera reconocer, la necesita. Cuando llega a Londres, no pasa ni un día y en cuanto echa un currículum se ponen en contacto con ella las petroleras británicas y además ofreciéndola el oro y el moro para que acepte el puesto.
Ella incluso pacta las condiciones que le gustarían porque es madre de familia numerosa y quiere compaginar bien esas dos facetas.
Finalmente vuelven a España y su antigua empresa la devuelve a su mismo puesto con sus condiciones y todo igual. ¿Cómo es posible?
Porque es un experto. Existen pocos como ella. Toda su vida laboral se ha dedicado a un trabajo muy específico, en un sector muy específico y perfeccionándolo hasta la saciedad. Las cifras hablan que se necesitan un mínimo 10.000 horas practicadas para ser experto en algo (aproximadamente 5 años dedicándole 8 horas diarias).
¿Pero todos los expertos valen? No. Esto es como la oferta y la demanda, nosotros podemos ser expertos en algo pero si no es demandado por el mercado laboral de poco nos sirve.
Caso 2: Otra chica que trabajaba en una farmacéutica, de estudios matemáticas, le llega un día su jefe y le dice que han llegado los jefes de EEUU y que alguien tiene que encargarse de la analítica de las webs. Eso, cuando no se sabía ni lo que era. Suerte para ella porque como nadie conocía francamente de qué se trataba y para qué servía, la dejaban un poco a su aire. Pudo formarse a fondo, practicar, trabajarlo y al final adquirió unos conocimientos que nadie más tenía en la empresa.
Bueno ni en su empresa ni en otras. Finalmente se fue y montó su propio gabinete de asesoramiento a empresas en esa materia. Actualmente con la competencia que existe para un mismo puesto de trabajo es bueno tener claro que dirección queremos tomar o hacia cual nos conviene ir. Mucha gente que actualmente está en paro, ha decidido formarse para actualizarse o renovarse.
Y eso está muy bien, pero tengamos claro en qué. Porque hay veces que nos apuntamos a cursos como locos sin tener claro con qué función u objetivo. Y no digo que no sea bueno, porque el saber no ocupa lugar. Pero francamente, creo que viendo cada caso en particular se puede buscar la perfección y ser experto en materias compatibles con las funciones que ya sabemos desarrollar, catapultándonos de manera segura al éxito.
Antes de apuntarnos a todo, lo mejor es pararse y pensar ¿en qué soy bueno? ¿En qué me diferencio? y una vez claro, potenciarlo.
Es la combinación entre:
Qué se hacer
Qué quiero hacer
Qué demandan en el mercado
Y a partir de ahí formarnos o potenciar lo que creamos que es mejor, pero siempre dentro de lo que demanda el mercado. Se ven casos de gente que sigue obcecado en materias y conocer más a fondo algo, que no le ayudan a salir de su bache laboral. Sobre todo porque no hay demanda para gente con esas funciones o ya existe mucha. Igual lo único que necesita es potenciar los idiomas y algún programa informático para destacar frente al resto. Pero niega la evidencia y sigue acudiendo a cursos sin sentido.
Está claro que cuanto más experto seas en algo, más imprescindible te vuelves. Pero no todo es aptitud, incluye mucho también la actitud.
Siempre debemos buscar la excelencia, no quedarnos en la mediocridad.
Hay gente que pasa por la vida sin pena ni gloria, al final quieras o no, siempre dejas huella, positiva o negativa. Es fundamental aparte de las aptitudes que tengamos o no, que dejemos el listón bien alto en todo lo que hagamos.
Nos deben recordar, siempre. He pasado por varias empresas, que pasados años seguían acordándose de trabajadores en puestos concretos por su labor, su carácter o simplemente por su manera de ser.
Si queremos ser imprescindibles, la gente nos tiene que recordar. ¿Por qué? Porque de esta manera, destacaremos sobre el resto y más oportunidades tendremos a futuro.
Y como siempre digo, las cosas al final dependen de nosotros. Así que lo mejor es que empecemos a ver dónde actualmente no somos capaces de ver y nos propongamos cambiar. Siempre que uno quiera, claro.
Nada aumentará tanto las posibilidades de pescar un pez grande, como el de ponerse a pescar (Anónimo)
También tendrías que hablar de esas personas que sin ser expertos, y sin ser nada … SE CONSIDERAN IMPRESCINDIBLES!! qué poca capacidad de autocrítica…. o de los jefes que tienen miedo de cambiar a alguien porque más vale malo conocido que tiempo para formar que dedicar…..
Está claro que mucha gente deja huella pero debe ser un rasgo muy humano el que , nos acordamos mucho más de los malos y que al final….. la culpa de todo la tenía el último que se fue…. ¿no ha pasado eso en vuestras empresas???
saludos
En mi empresa la estrategia de muchos es complicar el trabajo para que ellos mismos parezcan imprescindibles!
Y es unicamente porque son los únicos que saben como descifrar el enredo!
Efectivamente nadie es imprescindible, pero si necesario. Las empresas invierten en capital humano y eso se nota. Cuando un empleado ayuda con su trabajo al buen exito de la empresa. Los empleadores japoneses lo saben, un trabajador bien motivado produce mucho mas que uno que no lo es. En España, a los empresarios les da lo mismo. No valoran a sus trabajadores y asi nos va.