En una situación ideal, en tu trabajo te vas a encontrar con compañeros muy majos a los que ayudas en todo y ellos te ayudan a ti; con un jefe, que además de ser un gran líder, es un gran compañero e incluso puede que en alguna ocasión os toméis unas cañas juntos…, pero como digo, esto es el mundo ideal. Normalmente no existen estas situaciones tan idílicas. Siempre hay algún compañero tóxico o un mal jefe, que no sepa motivar a sus empleados, que no tenga capacidad para asumir sus funciones, que no sepa delegar…
Hay ciertos comportamientos que hacen que podamos llegar a coger manía a nuestro jefe. Desde About.com nos describen ciertas conductas que pueden llegar a hacer que cojamos manía a nuestro jefe:
No sabe lo que hace
Son personas que no son lo suficientemente competentes en su trabajo, y lo peor que intentan hacer ver que sí ante sus trabajadores. Los jefes de un equipo tienen que ser capaces de visualizar los objetivos más allá de los descritos y conseguir que el talento de sus miembros se maximice ejerciendo su poder de líder.
Trata irrespetuosamente a los subordinados
Demostrar una falta de respeto es herir los sentimientos y la confianza de aquellos que trabajan para él, pero sobretodo, es descartar cualquier posibilidad de que los propios empleados le tengan el debido respeto. No se pueden menospreciar las propuestas, por ridículas que parezcan, ni criticar de manera injusta.
Es un tirano
El «Porque lo digo yo» por desgracia aún no ha pasado a la historia. Hay que jefes que son así. Las decisiones hay que razonarlas al máximo y dejarse aconsejar por los empleados en aspectos que conocen más que el propio responsable. Esto no significa no utilizar la posición de superior para imponer un convencimiento en un momento dado, pero tiene que estar justificado. Justo al contrario de ‘Porque lo digo yo’.
No deja de dar órdenes
Si uno gestiona correctamente su equipo, cada vez necesitará dar menos órdenes y menos orientaciones, a excepción de los nuevos empleados claro está. Si un jefe tiene la necesidad de dar cada vez más órdenes, es que ha hecho mal su trabajo, y además lo está dificultando a sus empleados.
No sabe lo que hacen sus empleados
Está muy bien eso de delegar y que cada uno sea autónomo para hacer su trabajo, pero el superior también tiene que saber qué proyectos lleva cada miembro, para hacer su seguimiento, para distribuir las cargas de trabajo y para tomar las decisiones correspondientes.
Actuar como si no tuvieran vida fuera del trabajo
La mayoría de empleados quieren hacer bien su trabajo, pero precisamente por ello se sienten con derecho a hacer lo mismo con su vida personal. Muy lejos queda la idea de que los que trabajan hasta tarde, trabajan más. Es el propio jefe el que tiene que asegurarse de que pueden conciliar su trabajo con su familia, sus amigos, o lo que ellos decidan fuera de su horario.
No da el reconocimiento merecido
A todos nos gusta que nos reconozcan el trabajo bien hecho, ya sea los compañeros, el jefe o aún mejor, el jefe del jefe. Así que si manejamos un equipo y alguien destaca por sus logros, tenemos que buscar la manera de recompensárselo. Es la clave para mantener al equipo motivado.
Traiciona a los empleados
Nunca, nunca, nunca, sea en la situación que sea. Porque no sólo ese trabajador jamás volverá a confiar en su superior, sino que hará que el resto de trabajadores tampoco lo haga. Además, tampoco los jefes del jefe en cuestión verán con buenos ojos que arrolle a sus empleados. En conclusión, problemas en la carrera del jefe en cuestión.
No tiene un comportamiento ejemplar
El equipo tiene que ver en su líder un ejemplo de buen comportamiento y de desarrollo profesional. El mal comportamiento del jefe dará carta blanca a los empleados para que hagan lo mismo quizás no con él, pero seguro entre sus compañeros. Así que un jefe debería comportarse siempre como le gustaría que lo hicieran sus empleados.
¿Qué otras cosas hacen que odies a tu jefe?
