La semana en los mercados por DROBLO

Johngo

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La semana en los mercados

Los primeros bancos italianos eran exactamente eso, bancos o mesas que se instalaban en las plazas de las ciudades, generalmente frente a la catedral. Los primeros banqueros eran adinerados que se instalaban en sus bancos para captar bienes de la gente, a cambio de un boleto o billete en el cual el banquero reconocía su deuda. Estos fueron los primeros “billetes de banco”, y debido a que eran “al portador”, podían transferirse de mano en mano, por lo que se transformaron en una forma de dinero. En la actualidad, los billetes de banco son emitidos por el Banco Central de cada país, pero en aquellos tiempos cada banco emitía los suyos. Si un banco perdía respaldo y no podía responder a sus obligaciones, el valor de sus billetes se iba a pique, y era costumbre que estos primeros banqueros lo manifestaran públicamente de una manera muy gráfica, para que todos se enteraran: destrozaban a hachazos la banca en que habían estado efectuando sus operaciones. De ahí que el cese de operaciones financieras haya pasado a ser la “bancarrota”, tanto en italiano como en español. Relacionado con esto, esta semana me ha llamado la atención la opinión de Wolfgang Münchau cuando afirma que una de las decisiones políticas más catastróficas que se han tomado en Europa tras la II Guerra Mundial fue la que el 30 de septiembre de 2008 tomó Brian Cowen, el primer ministro irlandés, al ofrecer una garantía global a todo el sector bancario. Su empeño en no aceptar bancarrotas bancarias obligó a los demás dirigentes de la eurozona a seguir su ejemplo: supeditar los recursos del estado a la banca, o como afirma él: “ya no es posible separar la deuda privada de la pública”.

Lo de Irlanda ya se ha hecho público: arreglar los problemas de la banca cuesta una tercera parte del PIB de todo el país, el problema es saber si es un caso único o no. De momento Grecia ya sabemos que es insolvente, que sin la ayuda europea no podría pagar sus deudas, Irlanda está cerca de necesitar recurrir al Fondo de Emergencia ya que tiene el mismo problema que Grecia: es un país demasiado pequeño como para poder pagar en sus plazos tantas deudas, y como la reducción de gastos redunda en un menor PIB, sólo asumiendo sus ciudadanos muchos años de austeridad y sus deudores un posible retraso y/o reducción de la cantidad debida pueden evitar la quiebra. Precisamente el FMI esta semana ha declarado que está dispuesto a alargar los plazos del dinero prestado al país heleno porque parece claro que 3 años no es suficiente; el que Grecia pueda volver a financiarse con normalidad en los mercados será un proceso mucho más largo y que dependerá también de que la OCDE se equivoque cuando afirma que la expansión global se ha frenado. En cualquier caso esa predisposición a prestarle a más plazo al país heleno ha provocado fuertes bajadas en el diferencial de sus bonos contra el bund alemán y ha ayudado a las subidas bursátiles europeas. El tercer país cerca de esta situación tan comprometida es Portugal, y es el que nos afecta más por la cantidad de inversiones españolas en el país. Su tamaño vuelve a ser un argumento que facilita el “ataque” si bien en mi opinión no tiene tantos problemas como irlandeses y griegos y la subida en el diferencial entre sus bonos y los alemanes parece más una maniobra especulativa que un síntoma de errores severos en la política económica. Es posible –que no probable- que también necesite acudir al Fondo de Emergencia si los mercados siguen exigiéndole demasiados intereses a sus emisiones de deuda pero no creo tenga dificultad –si el contexto no empeora mucho más- en devolver lo que le presten.

Creo que se puede resumir la crisis de la deuda soberana en la €zona en que Grecia gastó demasiado dinero público, Irlanda ligó la solvencia del estado a la de sus bancos y Portugal, demasiado endeudada para sus escasos recursos, se ha visto muy afectada por todo esto. Todos –excepto las agencias de rating que aún nos califican mejor que a Italia- colocan a España en el cuarto lugar de esta lista negra en la €zona, pero a mucha distancia. Y es que nuestro tamaño y la cantidad de las deudas son un problema demasiado grande como para que el resto del mundo pueda asumirlas, por lo que eso nos sirve –mientras no estropeemos más nuestros números- de paraguas protector. De momento, a pesar de estar financiándonos mucho más caro que otros países, nos vemos beneficiados de los bajos tipos de interés globales y el coste no es históricamente excesivo (en torno a un 4% a 10 años); a los que nos comparan con Grecia quiero recordarles que esta semana ellos han emitido letras a 6 meses y han tenido que pagar el 4.82% mientras el Tesoro español por lo mismo pagó 1.18% hace unos días. Todo esto puede empeorar en poco tiempo como hemos visto este mismo año pero lo normal es que, aunque se mejore, ésta sea una opción más lenta y las dudas se mantengan durante años ya que son obstáculos que no tienen fácil solución. Como tampoco la tiene el alto nivel de paro en el mundo, que cada dato mensual se nos presenta como un problema más estructural que cíclico, aunque lo obvien los mercados, centrados en la cantidad de deuda que comprarán los bancos centrales, en la “guerra de las divisas” y en los vencimientos de opciones y algunos futuros de este viernes.

La llamada “flexibilización cuantitativa” (QE por sus siglas en inglés) por la que los bancos centrales compran deuda inyectando capital de ese modo al sistema financiero y de la que Goldman ha dicho “evitará una nueva recesión” y S. Roach de Morgan Stanley que “no funcionará” y que encuentra oposición incluso en miembros de la FED como Hoening, consigue dos efectos de los que hemos hablado estas últimas semanas: inflación y debilitamiento de la moneda. Inflación porque la liquidez sube el precio de los activos mundiales (bolsa, renta fija, oro, crudo…) y se espera esto se traslade a los precios, de esta forma se crece al menos nominalmente y es más sencillo pagar las deudas; y debilidad de la moneda porque empeora la confianza en lo que está respaldada esa divisa pero eso favorece la competitividad de las exportaciones. Estas maniobras están explicando no sólo los últimos movimientos de los mercados financieros, también las discrepancias de comportamientos según el país: Japón se ve perjudicado por la fortaleza de su moneda, Reino Unido y los EUA beneficiados por la debilidad de las suyas, China sale reforzado porque nadie consigue influir en su política económica y su bolsa está subiendo últimamente a gran velocidad… Hasta la temporada de presentación de resultados está viéndose relegada a un segundo plano por todo esto y ocurren excepcionalidades como que el € lleve semanas fortaleciéndose a pesar del aumento de la gravedad del problema irlandés y portugués o que, gracias a la debilidad del $, empresas ligadas al consumo como Apple o IBM marquen máximos históricos en sus cotizaciones bursátiles porque ganan más dinero vendiendo fuera que dentro de su país o que el oro bata todos los récords a la par que algunos índices bursátiles marcan máximos anuales e incluso bianuales.

Por último, el que el economista jefe de BCE Stark crea que la institución debería empezar a plantearse una subida de los tipos de interés, que Weber afirme que no deben comprar más bonos y las declaraciones sobre la necesidad de acabar con la “barra libre” de liquidez a la banca están impulsando no sólo el valor del €, también el del Euribor que está marcando máximos anuales casi a diario pero no creo sea motivo de inquietud. El Euribor sigue estando a unos niveles bajísimos, si la banca creyera que BCE realmente va a endurecer su política de liquidez estaríamos ya rozando el 2%. Y es que es poco creíble que mientras los bancos centrales de Inglaterra, los EUA y Japón estén interviniendo cada día más en los mercados con una política clara de inyectar liquidez barata a la banca, comprar los bonos que emiten sus gobiernos y debilitar su moneda, el BCE se atreva a hacer lo contrario, por mucho que sus declaraciones lo aparenten.

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Euribor - La semana en los mercados
 
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