Para que la economía mundial se reactive, los países deben actuar cooperativamente y no devaluar sus monedas. Análisis de Joseph Stiglitz
PorJoseph Stiglitz*
Es fácil ver por qué las autoridades económicas esperan que tipos de cambio favorables reencarrilen a la economía estadounidense. Dado el creciente temor de una situación a la japonesa, las otras opciones son imposibles o probablemente ineficaces. El contexto político y la deuda en constante aumento han frustrado un segundo plan de estímulo, y la política monetaria no ha reactivado la inversión.
Pero debilitar el dólar para impulsar las exportaciones es una estrategia riesgosa: podría ocasionar inestabilidad del tipo de cambio y proteccionismo; peor aún, abre las puertas a una respuesta de la competencia. En este escenario fragilizado de la economía mundial, una guerra de monedas hará que todos pierdan.
Por suerte, existe una alternativa. La cooperación mundial basada en políticas de reforma estructural que fomenten el crecimiento, el estímulo económico y los cambios institucionales de largo plazo en el sistema monetario internacional sería mucho más eficaz.
Conocemos los peligros de la devaluación porque ya los atravesamos. En los años 30, las políticas de "empobrece a tu vecino" prolongaron la Gran Depresión. En tiempos más normales, EE.UU. podría hacer que otras monedas se apreciaran frente al dólar –y contribuir así al abaratamiento de las exportaciones estadounidenses– manteniendo tasas de interés bajas e inundando al mercado de liquidez. Pero otros países, especialmente China, indicaron que no van a ser de la partida.
Estados Unidos debe evaluar otro camino. La historia debería ser instructiva. Hace cuarenta años, la acción unilateral de EE.UU. provocó el colapso del sistema de Bretton Woods y el vuelco hacia el régimen de tipos de cambio flotantes. Desde entonces, la economía mundial estuvo signada por crisis sin precedentes .
Hoy el mundo está por pasar a otro régimen de tipos de cambio manejados y fragmentación de los mercados de capitales. Esto no es el resultado de largas deliberaciones sobre cuál es el mejor sistema para todos. Por el contrario, esto obedece a que algunos países adoptaron medidas que creen que los benefician, sin importarles los demás, que actúan para protegerse.
La política monetaria de EE.UU. fue en gran medida responsable de la década perdida de América Latina, cuando el aumento récord de las tasas de interés provocó la crisis de la deuda de los 80. También fue en gran medida responsable de la burbuja cuya explosión llevó a la recesión mundial.
Hoy Estados Unidos nuevamente está actuando de un modo que pone en riesgo la estabilidad mundial. La ironía es que EE.UU.
obtiene poco provecho de la inundación de liquidez. Las tasas de interés bajas no generaron inversión en fábricas y equipos durante la recesión de 2001, y tampoco es probable que lo hagan ahora.
En cambio, esas políticas están teniendo consecuencias en otros países; el dinero barato busca por el mundo las mejores perspectivas y las encuentra en los mercados emergentes. Conocemos el descontrol que puede producirse cuando este dinero entra y sale. Los cambios marcados y bruscos del tipo de cambio pueden tener efectos devastadores, especialmente en los países en desarrollo, al mandar empresas a la quiebra. Los países en desarrollo hoy son el motor del crecimiento global, y esos cambios podrían destruir toda esperanza de una recuperación rápida .
Si bien los costos que paga el mundo por las devaluaciones competitivas son claros, los beneficios son ilusorios. China tiene razón cuando advierte que ajustar su tipo de cambio de poco servirá para corregir el déficit comercial multilateral de EE.UU. ya que éste simplemente importará ropa y confecciones de otros países en desarrollo.A decir verdad, en el corto plazo su déficit comercial podría profundizarse, aún si otros países también ajustasen sus tipos de cambio, porque EE.UU. tendría que pagar más (en dólares) por lo que importa.
Hoy, cada país persigue sus propios intereses. EE.UU. se preocupa por el desempleo. China teme que una fuerte apreciación de su moneda cause un desorden económico en el país, a menos que se recupere el crecimiento internacional. Si seguimos en este camino, las economías emergentes amenazadas por una avalancha de capital se protegerán con impuestos, controles de capital, regulaciones e intervenciones directas, como lo vienen haciendo cada vez más.
Como aumenta la cantidad de países que intervienen para mitigar las consecuencias de una expansión monetaria desenfrenada –en EE.UU. y tal vez en otras economías muy industrializadas–, aquellos que quieren conservar la fe en los tipos de cambio de mercado sentirán una presión mayor. Al final, la noción de tipos de cambio de mercado parecerá tan arcaica como Bretton Woods . Como resultado, habrá un mercado financiero internacional cada vez más fragmentado, con derrames casi inevitables hacia el proteccionismo .
La respuesta a este aparente estancamiento es simple: retomemos el crecimiento mundial y la apreciación de la moneda se dará naturalmente. Para reanudar el crecimiento, es necesario que todos los gobiernos que tienen la capacidad de ampliar la demanda agregada, lo hagan. EE.UU. tiene una responsabilidad especial, por ser el culpable de la crisis mundial y porque puede endeudarse a bajas tasas de interés, una ventaja en parte derivada de su condición de país con la moneda de reserva de facto. Este es el momento indicado para que EE.UU. haga las enormes inversiones productivas que necesita.
*Joseph Stiglitz es premio Nobel de Economía
Traducción: Susana Manghi
FUENTE:
Stiglitz: "En la guerra de las monedas, todos pierden" | iEco | Clarin.com
Con video de Julio SEVARES
PorJoseph Stiglitz*
Es fácil ver por qué las autoridades económicas esperan que tipos de cambio favorables reencarrilen a la economía estadounidense. Dado el creciente temor de una situación a la japonesa, las otras opciones son imposibles o probablemente ineficaces. El contexto político y la deuda en constante aumento han frustrado un segundo plan de estímulo, y la política monetaria no ha reactivado la inversión.
Pero debilitar el dólar para impulsar las exportaciones es una estrategia riesgosa: podría ocasionar inestabilidad del tipo de cambio y proteccionismo; peor aún, abre las puertas a una respuesta de la competencia. En este escenario fragilizado de la economía mundial, una guerra de monedas hará que todos pierdan.
Por suerte, existe una alternativa. La cooperación mundial basada en políticas de reforma estructural que fomenten el crecimiento, el estímulo económico y los cambios institucionales de largo plazo en el sistema monetario internacional sería mucho más eficaz.
Conocemos los peligros de la devaluación porque ya los atravesamos. En los años 30, las políticas de "empobrece a tu vecino" prolongaron la Gran Depresión. En tiempos más normales, EE.UU. podría hacer que otras monedas se apreciaran frente al dólar –y contribuir así al abaratamiento de las exportaciones estadounidenses– manteniendo tasas de interés bajas e inundando al mercado de liquidez. Pero otros países, especialmente China, indicaron que no van a ser de la partida.
Estados Unidos debe evaluar otro camino. La historia debería ser instructiva. Hace cuarenta años, la acción unilateral de EE.UU. provocó el colapso del sistema de Bretton Woods y el vuelco hacia el régimen de tipos de cambio flotantes. Desde entonces, la economía mundial estuvo signada por crisis sin precedentes .
Hoy el mundo está por pasar a otro régimen de tipos de cambio manejados y fragmentación de los mercados de capitales. Esto no es el resultado de largas deliberaciones sobre cuál es el mejor sistema para todos. Por el contrario, esto obedece a que algunos países adoptaron medidas que creen que los benefician, sin importarles los demás, que actúan para protegerse.
La política monetaria de EE.UU. fue en gran medida responsable de la década perdida de América Latina, cuando el aumento récord de las tasas de interés provocó la crisis de la deuda de los 80. También fue en gran medida responsable de la burbuja cuya explosión llevó a la recesión mundial.
Hoy Estados Unidos nuevamente está actuando de un modo que pone en riesgo la estabilidad mundial. La ironía es que EE.UU.
obtiene poco provecho de la inundación de liquidez. Las tasas de interés bajas no generaron inversión en fábricas y equipos durante la recesión de 2001, y tampoco es probable que lo hagan ahora.
En cambio, esas políticas están teniendo consecuencias en otros países; el dinero barato busca por el mundo las mejores perspectivas y las encuentra en los mercados emergentes. Conocemos el descontrol que puede producirse cuando este dinero entra y sale. Los cambios marcados y bruscos del tipo de cambio pueden tener efectos devastadores, especialmente en los países en desarrollo, al mandar empresas a la quiebra. Los países en desarrollo hoy son el motor del crecimiento global, y esos cambios podrían destruir toda esperanza de una recuperación rápida .
Si bien los costos que paga el mundo por las devaluaciones competitivas son claros, los beneficios son ilusorios. China tiene razón cuando advierte que ajustar su tipo de cambio de poco servirá para corregir el déficit comercial multilateral de EE.UU. ya que éste simplemente importará ropa y confecciones de otros países en desarrollo.A decir verdad, en el corto plazo su déficit comercial podría profundizarse, aún si otros países también ajustasen sus tipos de cambio, porque EE.UU. tendría que pagar más (en dólares) por lo que importa.
Hoy, cada país persigue sus propios intereses. EE.UU. se preocupa por el desempleo. China teme que una fuerte apreciación de su moneda cause un desorden económico en el país, a menos que se recupere el crecimiento internacional. Si seguimos en este camino, las economías emergentes amenazadas por una avalancha de capital se protegerán con impuestos, controles de capital, regulaciones e intervenciones directas, como lo vienen haciendo cada vez más.
Como aumenta la cantidad de países que intervienen para mitigar las consecuencias de una expansión monetaria desenfrenada –en EE.UU. y tal vez en otras economías muy industrializadas–, aquellos que quieren conservar la fe en los tipos de cambio de mercado sentirán una presión mayor. Al final, la noción de tipos de cambio de mercado parecerá tan arcaica como Bretton Woods . Como resultado, habrá un mercado financiero internacional cada vez más fragmentado, con derrames casi inevitables hacia el proteccionismo .
La respuesta a este aparente estancamiento es simple: retomemos el crecimiento mundial y la apreciación de la moneda se dará naturalmente. Para reanudar el crecimiento, es necesario que todos los gobiernos que tienen la capacidad de ampliar la demanda agregada, lo hagan. EE.UU. tiene una responsabilidad especial, por ser el culpable de la crisis mundial y porque puede endeudarse a bajas tasas de interés, una ventaja en parte derivada de su condición de país con la moneda de reserva de facto. Este es el momento indicado para que EE.UU. haga las enormes inversiones productivas que necesita.
*Joseph Stiglitz es premio Nobel de Economía
Traducción: Susana Manghi
FUENTE:
Stiglitz: "En la guerra de las monedas, todos pierden" | iEco | Clarin.com
Con video de Julio SEVARES