droblo
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Tras el descenso a los infiernos de la Gran Recesión de 2008-2009, el año 2010 ofrecía fundadas esperanzas de recuperación. A diferencia del poeta florentino, la economía mundial no descendió los nueve círculos del infierno de Dante sino que la decidida actuación de las autoridades nacionales consiguió frenar el desplome y revertir la marcha hacia los senderos de la salvación. El ejercicio que ahora termina encaró decididamente la salida de la crisis. Pero como ya advertíamos hace un año, la magnitud de la caída y los audaces remedios puestos en práctica obligaban a la cautela. La crisis ha quedado decididamente atrás, pero todavía queda por delante un trecho complicado.
De entrada, el peligro de recaída en la recesión está descartado, y la recuperación avanza razonablemente. Pero algunas economías desarrolladas han perdido impulso y el progreso es más débil que en anteriores episodios de salida. Un entorno de crecimiento sostenido del producto y del comercio mundial es fundamental para encarar el primero de los tres grandes retos que tiene ante sí la economía mundial, que consiste en retirar los estímulos fiscales y revertir la relajada política monetaria aplicada sin perjudicar la recuperación de la actividad.
La buena noticia es que el mundo emergente, apenas afectado por la recesión, mantiene una velocidad de crucero que parece consolidada y sostenible, y que tira de los demás. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico prevé un crecimiento del producto mundial por encima del 4% en 2011 y 2012, gracias en buena medida a las economías emergentes. En cambio, las principales dudas se ceban en la primera economía mundial, los Estados Unidos, cuya recuperación se ha estancado en la segunda mitad de año, no acaba de digerir los efectos de la burbuja inmobiliaria y no consigue crear empleo suficiente para encarar con confianza el futuro inmediato. En cualquier caso, estimamos que en 2011 la economía estadounidense crecerá algo por encima del 2%, tasa modesta viendo otros episodios de recuperación, pero que afianza el avance conseguido en 2010.
La Fed, el banco central de Estados Unidos, desconfiando de la solidez de la recuperación, ha lanzado una nueva fase de expansión cuantitativa que persigue bajar los tipos de interés a largo plazo, la subida de las bolsas y la mejora de la confianza de los consumidores. Pero la nueva inyección de liquidez ha provocado un descenso del dólar y la revaluación de determinadas divisas emergentes, complicando un panorama ya de por sí enrevesado y que perturba el segundo gran reto del próximo año: la corrección de los desequilibrios globales. La «guerra de divisas» amenaza en convertirse en un episodio de escalada proteccionista que indefectiblemente daría al traste con la recuperación, lo mismo que puede conseguir la persistencia de amplios desequilibrios de balanza de pagos.
El tercer gran reto de 2011 será avanzar en las reformas estructurales que apoyen los dos retos anteriores y que apliquen acertadamente las lecciones aprendidas con la crisis. En particular, en el sistema bancario, con la paulatina adopción de Basilea III, pero también en otros ámbitos de la economía, de cara a aumentar el potencial de crecimiento, mejorar la productividad del sector público, eliminar los obstáculos a la creación de empleo y reconducir el elevado endeudamiento del sector privado. Las reformas permitirán restaurar la estabilidad macroeconómica y la confianza, asegurando así definitivamente la salida de la peor recesión en décadas.
PDF de 76 páginas: http://www.pdf.lacaixa.comunicacions.com/im/esp/201012_esp.pdf
De entrada, el peligro de recaída en la recesión está descartado, y la recuperación avanza razonablemente. Pero algunas economías desarrolladas han perdido impulso y el progreso es más débil que en anteriores episodios de salida. Un entorno de crecimiento sostenido del producto y del comercio mundial es fundamental para encarar el primero de los tres grandes retos que tiene ante sí la economía mundial, que consiste en retirar los estímulos fiscales y revertir la relajada política monetaria aplicada sin perjudicar la recuperación de la actividad.
La buena noticia es que el mundo emergente, apenas afectado por la recesión, mantiene una velocidad de crucero que parece consolidada y sostenible, y que tira de los demás. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico prevé un crecimiento del producto mundial por encima del 4% en 2011 y 2012, gracias en buena medida a las economías emergentes. En cambio, las principales dudas se ceban en la primera economía mundial, los Estados Unidos, cuya recuperación se ha estancado en la segunda mitad de año, no acaba de digerir los efectos de la burbuja inmobiliaria y no consigue crear empleo suficiente para encarar con confianza el futuro inmediato. En cualquier caso, estimamos que en 2011 la economía estadounidense crecerá algo por encima del 2%, tasa modesta viendo otros episodios de recuperación, pero que afianza el avance conseguido en 2010.
La Fed, el banco central de Estados Unidos, desconfiando de la solidez de la recuperación, ha lanzado una nueva fase de expansión cuantitativa que persigue bajar los tipos de interés a largo plazo, la subida de las bolsas y la mejora de la confianza de los consumidores. Pero la nueva inyección de liquidez ha provocado un descenso del dólar y la revaluación de determinadas divisas emergentes, complicando un panorama ya de por sí enrevesado y que perturba el segundo gran reto del próximo año: la corrección de los desequilibrios globales. La «guerra de divisas» amenaza en convertirse en un episodio de escalada proteccionista que indefectiblemente daría al traste con la recuperación, lo mismo que puede conseguir la persistencia de amplios desequilibrios de balanza de pagos.
El tercer gran reto de 2011 será avanzar en las reformas estructurales que apoyen los dos retos anteriores y que apliquen acertadamente las lecciones aprendidas con la crisis. En particular, en el sistema bancario, con la paulatina adopción de Basilea III, pero también en otros ámbitos de la economía, de cara a aumentar el potencial de crecimiento, mejorar la productividad del sector público, eliminar los obstáculos a la creación de empleo y reconducir el elevado endeudamiento del sector privado. Las reformas permitirán restaurar la estabilidad macroeconómica y la confianza, asegurando así definitivamente la salida de la peor recesión en décadas.
PDF de 76 páginas: http://www.pdf.lacaixa.comunicacions.com/im/esp/201012_esp.pdf