Japón fue el principal prestamista de EE.UU. durante dos décadas, hasta que en 2009 China lo reemplazó. Ahora la Reserva Federal se ubica en tercer lugar con su nueva ronda dentro de la estrategia de crear dinero para comprar bonos.
Todo esto significa que es probable que los gobiernos, los bancos centrales y los fondos de riqueza soberana posean más de la mitad de los títulos del Tesoro estadounidense, según estimó JPMorgan (los datos ciertos se darán a conocer el mes próximo).
Como estos compradores no son terriblemente sensibles a los precios, podrían distorsionar las señales de precios que envía el mercado de bonos, deprimiendo artificialmente los rendimientos.
Más fácil de evaluar es el impacto global. Lo más probable es que los inversores privados hayan comprado centenares de miles de millones de dólares menos en deuda estadounidense, siendo reemplazados por inversores públicos, con China a la cabeza.
Por supuesto, esto tiene efectos geopolíticos WikiLeaks citó a Hillary Clinton preguntando: ¿Cómo puede uno negociar con dureza con su banquero? pero también tiene efectos financieros.
En parte, los gobiernos de los mercados emergentes compraron títulos de EE.UU. para contrarrestar el impacto de las inversiones de cartera (el llamado dinero caliente) que entró a raudales en sus países después de la decisión de la Fed de lanzar una segunda ronda de emisión para comprar bonos. Los inversores privados abandonaron el dólar mientras los gobiernos extranjeros lo arrebataban.
El presidente de Francia Nicolas Sarkozy le pidió esta semana a las naciones del G-20 que adopten un código de conducta con respecto a los flujos de capital para evitar la inestabilidad causada por este dinero caliente. Aunque no es muy esperable que se logre un acuerdo de importancia, el problema podría estar solucionándose de todos modos.
Debido a la amenaza de inflación en los mercados emergentes, a las restricciones impuestas por los gobiernos sobre el ingreso de capitales y a un desempeño más fuerte en los mercados desarrollados, se ha visto una abrupta caída en la inversión de los fondos comunes en el mundo en desarrollo desde que se llegó a un pico de u$s 6000 millones en una semana del mes de octubre pasado.
Según la firma EPFR Global, la semana pasada el nivel estaba de nuevo en u$s 2300 millones, en línea con su promedio del último año.
Esta es una buena noticia para el equilibrio mundial, pero menos ingreso de fondos también implicará menos salida de dinero de los gobiernos de países en desarrollo, y menos dinero público que va a los bonos del Tesoro.
JAMES MACKINTOSH – Financial Times
Todo esto significa que es probable que los gobiernos, los bancos centrales y los fondos de riqueza soberana posean más de la mitad de los títulos del Tesoro estadounidense, según estimó JPMorgan (los datos ciertos se darán a conocer el mes próximo).
Como estos compradores no son terriblemente sensibles a los precios, podrían distorsionar las señales de precios que envía el mercado de bonos, deprimiendo artificialmente los rendimientos.
Más fácil de evaluar es el impacto global. Lo más probable es que los inversores privados hayan comprado centenares de miles de millones de dólares menos en deuda estadounidense, siendo reemplazados por inversores públicos, con China a la cabeza.
Por supuesto, esto tiene efectos geopolíticos WikiLeaks citó a Hillary Clinton preguntando: ¿Cómo puede uno negociar con dureza con su banquero? pero también tiene efectos financieros.
En parte, los gobiernos de los mercados emergentes compraron títulos de EE.UU. para contrarrestar el impacto de las inversiones de cartera (el llamado dinero caliente) que entró a raudales en sus países después de la decisión de la Fed de lanzar una segunda ronda de emisión para comprar bonos. Los inversores privados abandonaron el dólar mientras los gobiernos extranjeros lo arrebataban.
El presidente de Francia Nicolas Sarkozy le pidió esta semana a las naciones del G-20 que adopten un código de conducta con respecto a los flujos de capital para evitar la inestabilidad causada por este dinero caliente. Aunque no es muy esperable que se logre un acuerdo de importancia, el problema podría estar solucionándose de todos modos.
Debido a la amenaza de inflación en los mercados emergentes, a las restricciones impuestas por los gobiernos sobre el ingreso de capitales y a un desempeño más fuerte en los mercados desarrollados, se ha visto una abrupta caída en la inversión de los fondos comunes en el mundo en desarrollo desde que se llegó a un pico de u$s 6000 millones en una semana del mes de octubre pasado.
Según la firma EPFR Global, la semana pasada el nivel estaba de nuevo en u$s 2300 millones, en línea con su promedio del último año.
Esta es una buena noticia para el equilibrio mundial, pero menos ingreso de fondos también implicará menos salida de dinero de los gobiernos de países en desarrollo, y menos dinero público que va a los bonos del Tesoro.
JAMES MACKINTOSH – Financial Times