Las calificadoras no han cambiado
LA GRAN EMISIÓN DE DEUDA INCREMENTA LA FACTURACIÓN DE LAS AGENCIAS
El modelo de las calificadoras de crédito ha quedado prácticamente intacto
Aunque algunos les iniciaron juicios por la crisis, los inversores utilizan las notas para definir compras, mientras que los entes reguladores las usan para evaluar riesgos
ALINE VAN DUYN Y JOANNA CHUNG
Financial Times
Los grandes bancos no son los únicos que han visto trepar sus ingresos por comisiones y honorarios debido a la gran cantidad de deuda emitida por gobiernos, entidades financieras y compañías. Las agencias calificadoras de crédito, entre las cuales las más importantes son Moody’s Investors Service y Standard & Poor’s (S&P), también han tenido un pico en su facturación ya que la mayoría de la deuda emitida tiene una calificación por la cual el futuro deudor paga una comisión.
Las agencias calificadoras siguen siendo fundamentales para los mercados de deuda y en la actualidad sus modelos de negocio se mantienen en gran medida intactos, pese a que se sostiene de manera generalizada que las firmas empeoraron la crisis del crédito. Las críticas se concentran en el hecho de que Moody’s, S&P y Fitch le otorgaron una calificación AAA a títulos por cientos de miles de millones de dólares respaldados por hipotecas de alto riesgo a los que ahora se les disminuyó la calificación y, en muchos casos, han perdido todo su valor.
Las calificaciones siguen incluyéndose en los criterios oficiales que muchos inversores usan para definir qué deuda pueden o no comprar. Además, todavía son cruciales para determinar la evaluación de riesgos que hacen los entes reguladores y otras agencias oficiales.
Irónicamente, tanto algunos de los más grandes inversores como algunos de los tomadores de crédito están haciéndole juicio a las calificadoras.
El mayor fondo de pensiones de los Estados Unidos, el California Public Employees’ Retirement System (Calpers), de los empleados públicos del Estado, inició causas contra las tres principales agencias por potenciales pérdidas que superarían los u$s 1.000 millones, relacionadas con calificaciones AAA “fantásticamente inexactas”. Y este es sólo un ejemplo entre muchos. S&P enfrenta actualmente alrededor de cuatro docenas de juicios separados iniciados por inversores e instituciones.
En el pasado, la mayoría de las acciones judiciales fracasaron porque las calificadoras están protegidas por el derecho a la libertad de expresión, establecido en la Primera Enmienda de la Constitución de EE.UU. Sus calificaciones son una “opinión” y por lo tanto está resguardadas por esa enmienda. Si esto sigue siendo así o no es un factor clave en el debate sobre el futuro del sector.
“Todos estamos observando qué ocurre con el juicio de Calpers”, dijo Donald Ross, estratega global de Boyd Watterson Asset Management, para quien esa causa potencialmente podría determinar la reestructuración del modelo de la calificación de crédito.
En cambio, se considera que la propuesta de legislación presentada por el Tesoro de EE.UU. para reformar las agencias no cambia de manera fundamental el negocio de la calificación, aunque aumenta los controles.
Michael Barr, asistente del secretario del Tesoro para instituciones financieras, dijo que la idea es alentar los incentivos correctos para las calificaciones, pero agregó que, independientemente de las reformas, “no vamos a poder eliminar la necesidad de que los inversores usen su propio criterio. Nadie debería tener una fe ciega en una calificación”.
Por su parte, las propias agencias han realizado revisiones que buscan restaurar la confianza de la gente.
24-07-2009
LA GRAN EMISIÓN DE DEUDA INCREMENTA LA FACTURACIÓN DE LAS AGENCIAS
El modelo de las calificadoras de crédito ha quedado prácticamente intacto
Aunque algunos les iniciaron juicios por la crisis, los inversores utilizan las notas para definir compras, mientras que los entes reguladores las usan para evaluar riesgos
ALINE VAN DUYN Y JOANNA CHUNG
Financial Times
Los grandes bancos no son los únicos que han visto trepar sus ingresos por comisiones y honorarios debido a la gran cantidad de deuda emitida por gobiernos, entidades financieras y compañías. Las agencias calificadoras de crédito, entre las cuales las más importantes son Moody’s Investors Service y Standard & Poor’s (S&P), también han tenido un pico en su facturación ya que la mayoría de la deuda emitida tiene una calificación por la cual el futuro deudor paga una comisión.
Las agencias calificadoras siguen siendo fundamentales para los mercados de deuda y en la actualidad sus modelos de negocio se mantienen en gran medida intactos, pese a que se sostiene de manera generalizada que las firmas empeoraron la crisis del crédito. Las críticas se concentran en el hecho de que Moody’s, S&P y Fitch le otorgaron una calificación AAA a títulos por cientos de miles de millones de dólares respaldados por hipotecas de alto riesgo a los que ahora se les disminuyó la calificación y, en muchos casos, han perdido todo su valor.
Las calificaciones siguen incluyéndose en los criterios oficiales que muchos inversores usan para definir qué deuda pueden o no comprar. Además, todavía son cruciales para determinar la evaluación de riesgos que hacen los entes reguladores y otras agencias oficiales.
Irónicamente, tanto algunos de los más grandes inversores como algunos de los tomadores de crédito están haciéndole juicio a las calificadoras.
El mayor fondo de pensiones de los Estados Unidos, el California Public Employees’ Retirement System (Calpers), de los empleados públicos del Estado, inició causas contra las tres principales agencias por potenciales pérdidas que superarían los u$s 1.000 millones, relacionadas con calificaciones AAA “fantásticamente inexactas”. Y este es sólo un ejemplo entre muchos. S&P enfrenta actualmente alrededor de cuatro docenas de juicios separados iniciados por inversores e instituciones.
En el pasado, la mayoría de las acciones judiciales fracasaron porque las calificadoras están protegidas por el derecho a la libertad de expresión, establecido en la Primera Enmienda de la Constitución de EE.UU. Sus calificaciones son una “opinión” y por lo tanto está resguardadas por esa enmienda. Si esto sigue siendo así o no es un factor clave en el debate sobre el futuro del sector.
“Todos estamos observando qué ocurre con el juicio de Calpers”, dijo Donald Ross, estratega global de Boyd Watterson Asset Management, para quien esa causa potencialmente podría determinar la reestructuración del modelo de la calificación de crédito.
En cambio, se considera que la propuesta de legislación presentada por el Tesoro de EE.UU. para reformar las agencias no cambia de manera fundamental el negocio de la calificación, aunque aumenta los controles.
Michael Barr, asistente del secretario del Tesoro para instituciones financieras, dijo que la idea es alentar los incentivos correctos para las calificaciones, pero agregó que, independientemente de las reformas, “no vamos a poder eliminar la necesidad de que los inversores usen su propio criterio. Nadie debería tener una fe ciega en una calificación”.
Por su parte, las propias agencias han realizado revisiones que buscan restaurar la confianza de la gente.
24-07-2009