Los problemas de Europa oriental

Johngo

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Las economías de los ex países comunistas no han colapsado. Pero encontrar nuevas maneras de alcanzar a Occidente será difícil. Incluso en el punto más alto del boom de los ex países comunistas en 2006, casi la mitad de sus ciudadanos sentían que vivían peor que en 1989. Pero ese veredicto sobre 17 años de liberalización, privatización y estabilización se vio atemperado por otra conclusión. La mayoría de los encuestados por el Banco Mundial y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) dijeron que eran optimistas respecto de las perspectivas para sus hijos.

La preocupación es que la crisis haya afectado la confianza en el futuro e intensificado la insatisfacción presente. El crecimiento acelerado alivió la insatisfacción con los políticos corruptos y los burócratas mandones. Pero la caída promedio en el PBI este año es de un impactante 6,2%. Eso podría resultar una mezcla tóxica, pero hasta ahora el efecto ha sido limitado. El apoyo de la Unión Europea, el FMI y otros prestamistas fue sin precedente. Decenas de miles de millones de dólares de fondos externos evitaron una catástrofe. En su último informe anual de la transición, el BERD dice que la reforma, en gran medida, se ha detenido, pero no ha entrado en reversa.

No tiene sentido hablar de los ex países comunistas como una sola región. Para aquellos que forman parte de la UE o son cercanos a ella, el crecimiento provino de la fuerte exportación de bienes y servicios, y grandes ingresos de capitales. El efecto neto fue benéfico, pero ahora resultan evidentes las desventajas: aparente fuerte dependencia de industrias individuales y de la demanda de Europa occidental. Los ingresos de capital extranjero pueden haber sido excesivos o demasiado acelerados, lo que llevó a un malgasto en consumo y construcción, alentado por el crédito irresponsable a firmas y hogares, a menudo en moneda extranjera. El ingreso de dinero del extranjero se redujo de manera espectacular o, en algunos casos, la tendencia se invirtió. Volver a contar con estos flujos de capitales es una prioridad, preferentemente con reglas más prudentes para el mercado de crédito.

Hay otro problema: encontrar una manera de compartir los costos de la reestructuración de la deuda del sector privado entre los gobiernos, los deudores y los banqueros. Excesos de deuda -de más del 100% del PBI en algunos países- contendrán el crecimiento en los años venideros.

El apoyo externo evitó un círculo vicioso de tipos de cambio en caída, baja de la confianza de los inversores y quiebras bancarias. Pero muchos Estados se enfrentan a otro resultado negativo: años de escaso crecimiento causado por tipos de cambio no competitivos y baja productividad. Fue eso lo que le sucedió a Portugal luego de sumarse al euro en 1999. Para los ex países comunistas que ingresaron al euro, que tienen sus monedas atadas a él o que piensan adoptarlo, el ejemplo portugués amerita estudio.

La ventaja competitiva de las economías de los ex países comunistas puede haberse reducido, pero sigue siendo un gran recurso. La reducción de costos en Europa occidental puede producir más tercerización al Este. Algunos también esperan encontrar nuevos nichos, basados en la capacidad intelectual y la creatividad, pero también deben hacer que sus países funcionen mejor.

Según el BERD, se destacan cuatro objetivos. Uno es mejorar el sistema legal. Lo segundo es lograr una mejor normativa. Lo tercero es la necesidad de una mejor red de contención social. Y el cuarto factor es la competencia. Las barreras informales al ingreso y viejas redes de amigos de la era comunista hacen que partes de la economía sigan cerradas a los de afuera.

Es más fácil decir que las instituciones del Estado deben funcionar mejor que lograrlo. Está claro desde hace mucho que factores intangibles relacionados con la cultura nacional y niveles de confianza social tienen un rol mayor que las normas explícitas en las fortunas de los ex países comunistas. El BERD destaca los "valores, actitudes y prácticas". La ciencia económica no ofrece mucha guía en esos sentidos.

Traducción de Gabriel Zadunaisky
Fuente: Diario La Nación / Economía
 
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