droblo
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(O de cómo razona este premio Nobel la necesidad de más regulación)
-Los bancos demasiado grandes para quebrar tienen incentivos perversos; si apuestan y ganan, cobran las ganancias; si fracasan, los contribuyentes pagan la cuenta.
-Las instituciones financieras están demasiado entrelazadas como para quebrar; la parte de AIG que le costó a los contribuyentes norteamericanos 180.000 millones de dólares era relativamente pequeña.
-Aunque los bancos sean pequeños, si se involucran en un comportamiento correlacionado -utilizando los mismos métodos-, sus acciones pueden promover el riesgo sistémico.
-Las estructuras de incentivos dentro de los bancos están pensadas para alentar un comportamiento con poca visión de futuro (beneficios a corto plazo) y una toma de riesgos excesiva.
-Al evaluar su propio riesgo, los bancos no analizan las externalidades que ellos (o su quiebra) impondrían a los demás.
-Los bancos han hecho un mal trabajo a la hora de evaluar el riesgo. Los modelos que utilizaban eran profundamente defectuosos.
-Los inversores, aparentemente menos informados aún sobre el riesgo de un apalancamiento excesivo de los bancos, ejercieron una enorme presión sobre éstos para que asumieran un riesgo excesivo.
-Los reguladores, que supuestamente tienen que entender todo esto e impedir toda acción que desate un riesgo sistémico, fallaron. Además, emplearon modelos defectuosos y tenían incentivos defectuosos; y muchos de ellos fueron captados por aquellos a los que supuestamente tenían que estar regulando.
Y concluye: Si pudiéramos tener más confianza en nuestros reguladores y supervisores podríamos estar más relajados frente al resto de los problemas. Pero los reguladores y supervisores no son infalibles, razón por la cual necesitamos atacar los problemas desde todos los ángulos.
Joseph E. Stiglitz es profesor en la Universidad de Columbia y premio Nobel de Economía 2001.
-Los bancos demasiado grandes para quebrar tienen incentivos perversos; si apuestan y ganan, cobran las ganancias; si fracasan, los contribuyentes pagan la cuenta.
-Las instituciones financieras están demasiado entrelazadas como para quebrar; la parte de AIG que le costó a los contribuyentes norteamericanos 180.000 millones de dólares era relativamente pequeña.
-Aunque los bancos sean pequeños, si se involucran en un comportamiento correlacionado -utilizando los mismos métodos-, sus acciones pueden promover el riesgo sistémico.
-Las estructuras de incentivos dentro de los bancos están pensadas para alentar un comportamiento con poca visión de futuro (beneficios a corto plazo) y una toma de riesgos excesiva.
-Al evaluar su propio riesgo, los bancos no analizan las externalidades que ellos (o su quiebra) impondrían a los demás.
-Los bancos han hecho un mal trabajo a la hora de evaluar el riesgo. Los modelos que utilizaban eran profundamente defectuosos.
-Los inversores, aparentemente menos informados aún sobre el riesgo de un apalancamiento excesivo de los bancos, ejercieron una enorme presión sobre éstos para que asumieran un riesgo excesivo.
-Los reguladores, que supuestamente tienen que entender todo esto e impedir toda acción que desate un riesgo sistémico, fallaron. Además, emplearon modelos defectuosos y tenían incentivos defectuosos; y muchos de ellos fueron captados por aquellos a los que supuestamente tenían que estar regulando.
Y concluye: Si pudiéramos tener más confianza en nuestros reguladores y supervisores podríamos estar más relajados frente al resto de los problemas. Pero los reguladores y supervisores no son infalibles, razón por la cual necesitamos atacar los problemas desde todos los ángulos.
Joseph E. Stiglitz es profesor en la Universidad de Columbia y premio Nobel de Economía 2001.