Por KRISHNA GUHA
En las profundidades del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, un pequeño equipo de funcionarios está trabajando en un nuevo proyecto: Fannie Mae y Freddie Mac, segunda parte. La cola de esta película se verá en Año Nuevo, y será interesante.
En julio de 2008, estos dos gigantes hipotecarios estadounidenses fueron el punto focal de la crisis financiera, cuando tuvieron que emitir garantías hipotecarias por billones de dólares con el respaldo de un colchón de capital cada vez más erosionado por el desplome del precio de la vivienda.
El gobierno de Bush debió intervenir, dejando a las firmas bajo control de reguladores y asegurándole a cada una u$s 100.000 millones para recapitalizarse según lo que necesitara para evitar la quiebra. Desde entonces las dos siguen brindando apoyo hipotecario con ayuda de la Reserva Federal, que ha comprado títulos por más de u$s 1 billón. Además, la administración Obama duplicó los fondos para invertir en Fannie y Freddie. Sin embargo, la autoridad del gobierno para incrementar el respaldo a u$s 200.000 millones por firma sin la aprobación del Congreso expira el 31 de diciembre.
Entre ambas, Fannie y Freddie ya han retirado u$s 112.000 millones de estos fondos disponibles, y Barclays Capital estima que, en última instancia, Fannie necesitará u$s 130.000 millones y Freddie u$s 100.000 millones. Pero estas cifras pueden ser mayores en un escenario de grandes problemas.
Una de los temas a considerar es cuál es la mejor estructura para asegurar el bien público en la financiación de viviendas con un mínimo de subsidios y riesgo para los contribuyentes. Desde luego, lo mejor no es el modelo híbrido con todos sus conflictos de intereses.
Se podría encarar la nacionalización, o el gobierno podría subastar entidades al estilo de Fannie y Freddie, dándoles el derecho a comprar garantías de crédito del gobierno. En ningún caso se debería permitir que estas entidades sucesoras retengan grandes carteras de sus propios títulos.
Es probable que no se logre la legislación necesaria para reestructurar las firmas hasta después de las elecciones de 2010, en noviembre. Pero los jugadores privados necesitan saber al menos qué papel quiere jugar el gobierno en la financiación de casas. Cuánto más tengan que esperar, más lenta será la recuperación del mercado de la vivienda.
FUENTE:
Fannie Mae y Freddie Mac: segunda parte
En las profundidades del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, un pequeño equipo de funcionarios está trabajando en un nuevo proyecto: Fannie Mae y Freddie Mac, segunda parte. La cola de esta película se verá en Año Nuevo, y será interesante.
En julio de 2008, estos dos gigantes hipotecarios estadounidenses fueron el punto focal de la crisis financiera, cuando tuvieron que emitir garantías hipotecarias por billones de dólares con el respaldo de un colchón de capital cada vez más erosionado por el desplome del precio de la vivienda.
El gobierno de Bush debió intervenir, dejando a las firmas bajo control de reguladores y asegurándole a cada una u$s 100.000 millones para recapitalizarse según lo que necesitara para evitar la quiebra. Desde entonces las dos siguen brindando apoyo hipotecario con ayuda de la Reserva Federal, que ha comprado títulos por más de u$s 1 billón. Además, la administración Obama duplicó los fondos para invertir en Fannie y Freddie. Sin embargo, la autoridad del gobierno para incrementar el respaldo a u$s 200.000 millones por firma sin la aprobación del Congreso expira el 31 de diciembre.
Entre ambas, Fannie y Freddie ya han retirado u$s 112.000 millones de estos fondos disponibles, y Barclays Capital estima que, en última instancia, Fannie necesitará u$s 130.000 millones y Freddie u$s 100.000 millones. Pero estas cifras pueden ser mayores en un escenario de grandes problemas.
Una de los temas a considerar es cuál es la mejor estructura para asegurar el bien público en la financiación de viviendas con un mínimo de subsidios y riesgo para los contribuyentes. Desde luego, lo mejor no es el modelo híbrido con todos sus conflictos de intereses.
Se podría encarar la nacionalización, o el gobierno podría subastar entidades al estilo de Fannie y Freddie, dándoles el derecho a comprar garantías de crédito del gobierno. En ningún caso se debería permitir que estas entidades sucesoras retengan grandes carteras de sus propios títulos.
Es probable que no se logre la legislación necesaria para reestructurar las firmas hasta después de las elecciones de 2010, en noviembre. Pero los jugadores privados necesitan saber al menos qué papel quiere jugar el gobierno en la financiación de casas. Cuánto más tengan que esperar, más lenta será la recuperación del mercado de la vivienda.
FUENTE:
Fannie Mae y Freddie Mac: segunda parte