Los países ricos y el riesgo de terminar como la Argentina
Por Nouriel Roubini
NUEVA YORK.- El déficit fiscal y la deuda púbica tan crecidos generan preocupación sobre el riesgo soberano en economías avanzadas. Tradicionalmente, el riesgo soberano se ha concentrado en los mercados emergentes. En los últimos diez años, Rusia, la Argentina y Ecuador cayeron en default; mientras que Paquistán, Ucrania y Uruguay reestructuraron de modo coercitivo.
Pero en gran medida -y con excepciones en Europa central y oriental- las economías emergentes mejoraron su desempeño fiscal reduciendo los déficits, con grandes superávit primarios, bajando la razón entre su stock de deuda respecto del PBI y reduciendo los desequilibrios de deuda en términos de divisas y de plazos. El riesgo soberano hoy es un problema más serio en las economías avanzadas.
La baja de la calificación, un aumento de los spreads y licitaciones de deuda fallidas en países como Reino Unido, Grecia, Irlanda y España fueron un recordatorio en 2009 de que los especuladores pueden convertirse de amigos en enemigos. La recesión combinada con la crisis financiera agravaron la situación fiscal de los países desarrollados, por el gasto en estímulos, la baja de la recaudación y el apuntalamiento de sus sectores financieros.
El impacto fue mayor en países que tenían problemas fiscales estructurales, mantenían políticas fiscales laxas e ignoraron la necesidad de reformas fiscales. La debilidad de la recuperación y el envejecimiento de la población probablemente aumenten la carga de deuda de economías avanzadas, incluidos EE.UU., Reino Unido, Japón y países de la zona euro.
La monetización de estos déficits se está convirtiendo en un patrón en economías avanzadas, al comenzar los bancos centrales a inflar la base monetaria, vía compras masivas de papeles del Estado. Los grandes déficits monetizados llevarán a un desastre fiscal o a un aumento de las expectativas inflacionarias, lo que podría hacer subir los rindes de los bonos de largo plazo, trabando lo que es una recuperación frágil.
El estímulo fiscal es complicado. Los responsables de la política están condenados si lo usan y también si no lo hacen. Si eliminan el estímulo pronto, elevando impuestos, recortando gasto y absorbiendo exceso de liquidez, la economía puede recaer. Si se prolongan en el tiempo los déficits monetizados, el aumento de rindes de largo plazo ahogará el crecimiento.
Los países con situaciones fiscales iniciales complicadas -como Grecia, Reino Unido, Irlanda, España e Islandia- se han visto obligados a implementar una consolidación acelerada. Si bien eso podría ser contractivo, la credibilidad que se logra podría evitar un aumento de rindes de los bonos de largo plazo. La consolidación fiscal temprana puede terminar siendo expansiva.
Para los miembros más enfermizos de la zona euro -Italia, España, Grecia y Portugal- los problemas de deuda se suman a la pérdida de competitividad. Habían perdido participación en los mercados de exportación frente a China y a otras economías asiáticas de bajo valor agregado y mano de obra intensivas. La duda es si estarán dispuestos a concretar una dolorosa consolidación fiscal y una depreciación a través de la deflación y las reformas estructurales para acelerar el crecimiento de la productividad y evitar una situación al estilo argentino: salida de la unión monetaria, devaluación y default. Países como Letonia y Hungría han mostrado la disposición a hacerlo. Está por verse si Grecia, España y otros miembros de la zona euro aceptarán ajustes tan duros.
EE.UU. y Japón quizá sean los últimos en enfrentar la ira de los especuladores con bonos: el dólar es la principal divisa de reserva y la acumulación de reservas externas -principalmente en billetes y en bonos del Tesoro de EE.UU.- sigue a ritmo acelerado. Japón es acreedor neto y financia su deuda localmente.
Pero los inversores se volverán más cautelosos respecto de estos países si se demora la necesaria consolidación fiscal. Estados Unidos es deudor neto y tiene una población en proceso de envejecimiento, un gasto en seguridad social y salud pública sin fondos genuinos, una recuperación económica anémica y riesgos de que se continúe monetizando el déficit fiscal. Japón envejece más aceleradamente, y el estancamiento está reduciendo el ahorro interno, mientras que la deuda pública se aproxima al 200% del PBI.
EE.UU. enfrenta problemas políticos para su consolidación fiscal: los estadounidenses se engañan respecto de que pueden disfrutar de un gasto social al estilo europeo manteniendo bajas tasas impositivas. Si los demócratas estadounidenses pierden en las elecciones de mitad de período en noviembre, existe el riesgo de persistentes déficits fiscales, dado que los republicanos vetan los aumentos de impuestos mientras los demócratas vetan los recortes en el gasto. La monetización de los déficits fiscales se convertiría en el camino de menor resistencia. Una huida desordenada podría llevar a un colapso del dólar y a una grave recesión.
200%
PASIVO JAPONES
Es la relación que la deuda pública de Japón tendrá con el PBI en la medida en que emita para financiar su déficit fiscal.
© Project Syndicate 1995-2010
Traducción de Gabriel Zadunaisky
El autor es profesor de Economía de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York.
Por Nouriel Roubini
NUEVA YORK.- El déficit fiscal y la deuda púbica tan crecidos generan preocupación sobre el riesgo soberano en economías avanzadas. Tradicionalmente, el riesgo soberano se ha concentrado en los mercados emergentes. En los últimos diez años, Rusia, la Argentina y Ecuador cayeron en default; mientras que Paquistán, Ucrania y Uruguay reestructuraron de modo coercitivo.
Pero en gran medida -y con excepciones en Europa central y oriental- las economías emergentes mejoraron su desempeño fiscal reduciendo los déficits, con grandes superávit primarios, bajando la razón entre su stock de deuda respecto del PBI y reduciendo los desequilibrios de deuda en términos de divisas y de plazos. El riesgo soberano hoy es un problema más serio en las economías avanzadas.
La baja de la calificación, un aumento de los spreads y licitaciones de deuda fallidas en países como Reino Unido, Grecia, Irlanda y España fueron un recordatorio en 2009 de que los especuladores pueden convertirse de amigos en enemigos. La recesión combinada con la crisis financiera agravaron la situación fiscal de los países desarrollados, por el gasto en estímulos, la baja de la recaudación y el apuntalamiento de sus sectores financieros.
El impacto fue mayor en países que tenían problemas fiscales estructurales, mantenían políticas fiscales laxas e ignoraron la necesidad de reformas fiscales. La debilidad de la recuperación y el envejecimiento de la población probablemente aumenten la carga de deuda de economías avanzadas, incluidos EE.UU., Reino Unido, Japón y países de la zona euro.
La monetización de estos déficits se está convirtiendo en un patrón en economías avanzadas, al comenzar los bancos centrales a inflar la base monetaria, vía compras masivas de papeles del Estado. Los grandes déficits monetizados llevarán a un desastre fiscal o a un aumento de las expectativas inflacionarias, lo que podría hacer subir los rindes de los bonos de largo plazo, trabando lo que es una recuperación frágil.
El estímulo fiscal es complicado. Los responsables de la política están condenados si lo usan y también si no lo hacen. Si eliminan el estímulo pronto, elevando impuestos, recortando gasto y absorbiendo exceso de liquidez, la economía puede recaer. Si se prolongan en el tiempo los déficits monetizados, el aumento de rindes de largo plazo ahogará el crecimiento.
Los países con situaciones fiscales iniciales complicadas -como Grecia, Reino Unido, Irlanda, España e Islandia- se han visto obligados a implementar una consolidación acelerada. Si bien eso podría ser contractivo, la credibilidad que se logra podría evitar un aumento de rindes de los bonos de largo plazo. La consolidación fiscal temprana puede terminar siendo expansiva.
Para los miembros más enfermizos de la zona euro -Italia, España, Grecia y Portugal- los problemas de deuda se suman a la pérdida de competitividad. Habían perdido participación en los mercados de exportación frente a China y a otras economías asiáticas de bajo valor agregado y mano de obra intensivas. La duda es si estarán dispuestos a concretar una dolorosa consolidación fiscal y una depreciación a través de la deflación y las reformas estructurales para acelerar el crecimiento de la productividad y evitar una situación al estilo argentino: salida de la unión monetaria, devaluación y default. Países como Letonia y Hungría han mostrado la disposición a hacerlo. Está por verse si Grecia, España y otros miembros de la zona euro aceptarán ajustes tan duros.
EE.UU. y Japón quizá sean los últimos en enfrentar la ira de los especuladores con bonos: el dólar es la principal divisa de reserva y la acumulación de reservas externas -principalmente en billetes y en bonos del Tesoro de EE.UU.- sigue a ritmo acelerado. Japón es acreedor neto y financia su deuda localmente.
Pero los inversores se volverán más cautelosos respecto de estos países si se demora la necesaria consolidación fiscal. Estados Unidos es deudor neto y tiene una población en proceso de envejecimiento, un gasto en seguridad social y salud pública sin fondos genuinos, una recuperación económica anémica y riesgos de que se continúe monetizando el déficit fiscal. Japón envejece más aceleradamente, y el estancamiento está reduciendo el ahorro interno, mientras que la deuda pública se aproxima al 200% del PBI.
EE.UU. enfrenta problemas políticos para su consolidación fiscal: los estadounidenses se engañan respecto de que pueden disfrutar de un gasto social al estilo europeo manteniendo bajas tasas impositivas. Si los demócratas estadounidenses pierden en las elecciones de mitad de período en noviembre, existe el riesgo de persistentes déficits fiscales, dado que los republicanos vetan los aumentos de impuestos mientras los demócratas vetan los recortes en el gasto. La monetización de los déficits fiscales se convertiría en el camino de menor resistencia. Una huida desordenada podría llevar a un colapso del dólar y a una grave recesión.
200%
PASIVO JAPONES
Es la relación que la deuda pública de Japón tendrá con el PBI en la medida en que emita para financiar su déficit fiscal.
© Project Syndicate 1995-2010
Traducción de Gabriel Zadunaisky
El autor es profesor de Economía de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York.