Por Charles Forelle y Susanne Craig
Las dudas acerca de la capacidad de pago de Grecia y otros países en apuros han volcado la atención de los inversionistas a otro gigantesco dolor de cabeza. Las economías europeas han recurrido a complejas, y a veces secretas, transacciones financieras con el fin de ocultar la verdadera dimensión de su endeudamiento.
Los países que comparten la moneda europea tienen un rico historial de echar mano a exóticas maniobras contables con tal de ceñirse a las normas de la zona euro que exigen que su deuda no exceda el 60% del Producto Interno Bruto (PIB) y que sus presupuestos anuales no tengan un déficit superior al 3% del PIB. A pesar de las críticas, muchos líderes europeos estimaron que estas maniobras eran aceptables.
Para cumplir estas metas, orientadas a generar confianza en la estabilidad del euro, los gobiernos han vendido activos e incorporado pagos previstos para el futuro en valores que posteriormente fueron vendidos a inversionistas.
Grecia, por ejemplo, insistió ante Eurostat, la agencia de estadísticas de la Unión Europea, que buena parte de su gasto militar era "confidencial" y, por ende, quedaba excluido de los cálculos del déficit. Atenas reconoció posteriormente que su gasto militar entre 1997 y 2003 excedió lo reportado en 8.700 millones de euros, unos US$11.840 millones.
Portugal clasificó los subsidios otorgados al metro de Lisboa y otras empresas públicas como compras de participaciones. Tras enterarse de ello, Eurostat obligó al país a rehacer los cálculos en 2002. Portugal revisó su déficit fiscal de 2001 desde 2,2% del PIB a 4,1% del PIB, muy por encima del límite de 3% de la zona euro.
Francia alcanzó un acuerdo en 1997 con France Telecom. La empresa, que poco después fue privatizada, le hizo al gobierno un pago único de más de 5.000 millones de euros (US$6.810 millones). A cambio, Francia asumió las pensiones de los empleados de France Telecom. Los ingresos provenientes de la operación con France Telecom permitieron reducir el déficit fiscal a unos 40.000 millones de euros (US$54.440 millones). Francia anunció un déficit para ese año de 3% del PIB, que la ayudó a integrarse a la zona euro.
Incluso Alemania, la mayor economía europea, intentó revaluar sus reservas de oro en 1997, pero echó pie atrás ante la resistencia de su banco central.
Ajuste de cuentas
Los países "buscan lo que los ayude en su arsenal de técnicas usadas para reducir sus déficit fiscales", afirma James Savage, catedrático de la Universidad de Virginia y experto en temas presupuestarios de la UE. "El problema para Eurostat es el auge de nuevos instrumentos y técnicas financieras. Los estados miembros van a tratar de aprovecharse de ellos".
Un factor que complica la situación es que las autoridades reguladoras cuentan con pocas herramientas para obligar a los países a cumplir con las metas fiscales.
En las últimas semanas, el uso de seguros contra fluctuaciones cambiarias, conocidos como swaps o canjes de divisas, ha llamado la atención. En estas transacciones, a menudo benignas, los países se endeudan, por ejemplo, en una moneda que no es la propia y usan un derivado para cubrir el riesgo de las fluctuaciones cambiarias. Estos instrumentos, no obstante, también se pueden usar para manipular artificialmente flujos de efectivo y pasivos, para cumplir con los objetivos de deuda y déficit.
Los inversionistas prestaron escasa atención a los acuerdos de derivados hasta que el temor a una cesación de pagos de Grecia se propagó por los mercados. El mayor escrutinio también tiene lugar en un momento de crecientes déficits presupuestarios en muchos países europeos y temores sobre la estabilidad del euro.
Los gobiernos europeos inyectaron miles de millones de dólares en sus economías para combatir la crisis financiera y su deuda se disparó.
Los gobiernos no están obligados a revelar la naturaleza exacta de los acuerdos de derivados que firman, haciendo prácticamente imposible que los inversionistas conozcan el riesgo potencial asociado con estas operaciones. Eurostat permitió el uso de estas transacciones para ajustar sus cifras de deuda hasta 2008.
Aunque otras maniobras pueden haber tenido un mayor impacto, los swaps han sido utilizados a menudo por los países a lo largo de los años para ayudarlos a cumplir con los requisitos de la eurozona. En algunos casos, los gobiernos llevaron a cabo numerosas transacciones de este tipo, a menudo sin divulgarlas, haciendo que fuera difícil para los inversionistas evaluar su impacto en las finanzas del país.
Goldman Sachs Group Inc. hizo 12 swaps para Grecia entre 1998 y 2001, según fuentes cercanas. Credit Suisse realizó un canje de divisas para Grecia durante el mismo período, según personas cercanas a la operación.
Por su parte, Deutsche Bank ejecutó swaps de divisas para Portugal entre 1998 y 2003, según Roland Weichert. El portavoz indicó que el acuerdo de Deutsche Bank con Portugal incluyó "swaps de divisas completamente normales" y otros negocios que declinó tratar en detalle. Los canjes de divisas para Portugal estuvieron dentro del "marco de la gestión de deuda soberana", insistió Weichert. Las operaciones no tenían la intención de ocultar la posición de la deuda nacional de Portugal, añadió.
El Ministerio portugués de Finanzas declinó hacer comentarios sobre si Portugal había usado swaps de divisas como los empleados por Grecia, pero aseveró que el país sólo utiliza instrumentos financieros que se ajustan a las normas de la UE.
Fuente:
Las maniobras contables, otro problema para Europa - WSJ.com
Las dudas acerca de la capacidad de pago de Grecia y otros países en apuros han volcado la atención de los inversionistas a otro gigantesco dolor de cabeza. Las economías europeas han recurrido a complejas, y a veces secretas, transacciones financieras con el fin de ocultar la verdadera dimensión de su endeudamiento.
Los países que comparten la moneda europea tienen un rico historial de echar mano a exóticas maniobras contables con tal de ceñirse a las normas de la zona euro que exigen que su deuda no exceda el 60% del Producto Interno Bruto (PIB) y que sus presupuestos anuales no tengan un déficit superior al 3% del PIB. A pesar de las críticas, muchos líderes europeos estimaron que estas maniobras eran aceptables.
Para cumplir estas metas, orientadas a generar confianza en la estabilidad del euro, los gobiernos han vendido activos e incorporado pagos previstos para el futuro en valores que posteriormente fueron vendidos a inversionistas.
Grecia, por ejemplo, insistió ante Eurostat, la agencia de estadísticas de la Unión Europea, que buena parte de su gasto militar era "confidencial" y, por ende, quedaba excluido de los cálculos del déficit. Atenas reconoció posteriormente que su gasto militar entre 1997 y 2003 excedió lo reportado en 8.700 millones de euros, unos US$11.840 millones.
Portugal clasificó los subsidios otorgados al metro de Lisboa y otras empresas públicas como compras de participaciones. Tras enterarse de ello, Eurostat obligó al país a rehacer los cálculos en 2002. Portugal revisó su déficit fiscal de 2001 desde 2,2% del PIB a 4,1% del PIB, muy por encima del límite de 3% de la zona euro.
Francia alcanzó un acuerdo en 1997 con France Telecom. La empresa, que poco después fue privatizada, le hizo al gobierno un pago único de más de 5.000 millones de euros (US$6.810 millones). A cambio, Francia asumió las pensiones de los empleados de France Telecom. Los ingresos provenientes de la operación con France Telecom permitieron reducir el déficit fiscal a unos 40.000 millones de euros (US$54.440 millones). Francia anunció un déficit para ese año de 3% del PIB, que la ayudó a integrarse a la zona euro.
Incluso Alemania, la mayor economía europea, intentó revaluar sus reservas de oro en 1997, pero echó pie atrás ante la resistencia de su banco central.
Ajuste de cuentas
Los países "buscan lo que los ayude en su arsenal de técnicas usadas para reducir sus déficit fiscales", afirma James Savage, catedrático de la Universidad de Virginia y experto en temas presupuestarios de la UE. "El problema para Eurostat es el auge de nuevos instrumentos y técnicas financieras. Los estados miembros van a tratar de aprovecharse de ellos".
Un factor que complica la situación es que las autoridades reguladoras cuentan con pocas herramientas para obligar a los países a cumplir con las metas fiscales.
En las últimas semanas, el uso de seguros contra fluctuaciones cambiarias, conocidos como swaps o canjes de divisas, ha llamado la atención. En estas transacciones, a menudo benignas, los países se endeudan, por ejemplo, en una moneda que no es la propia y usan un derivado para cubrir el riesgo de las fluctuaciones cambiarias. Estos instrumentos, no obstante, también se pueden usar para manipular artificialmente flujos de efectivo y pasivos, para cumplir con los objetivos de deuda y déficit.
Los inversionistas prestaron escasa atención a los acuerdos de derivados hasta que el temor a una cesación de pagos de Grecia se propagó por los mercados. El mayor escrutinio también tiene lugar en un momento de crecientes déficits presupuestarios en muchos países europeos y temores sobre la estabilidad del euro.
Los gobiernos europeos inyectaron miles de millones de dólares en sus economías para combatir la crisis financiera y su deuda se disparó.
Los gobiernos no están obligados a revelar la naturaleza exacta de los acuerdos de derivados que firman, haciendo prácticamente imposible que los inversionistas conozcan el riesgo potencial asociado con estas operaciones. Eurostat permitió el uso de estas transacciones para ajustar sus cifras de deuda hasta 2008.
Aunque otras maniobras pueden haber tenido un mayor impacto, los swaps han sido utilizados a menudo por los países a lo largo de los años para ayudarlos a cumplir con los requisitos de la eurozona. En algunos casos, los gobiernos llevaron a cabo numerosas transacciones de este tipo, a menudo sin divulgarlas, haciendo que fuera difícil para los inversionistas evaluar su impacto en las finanzas del país.
Goldman Sachs Group Inc. hizo 12 swaps para Grecia entre 1998 y 2001, según fuentes cercanas. Credit Suisse realizó un canje de divisas para Grecia durante el mismo período, según personas cercanas a la operación.
Por su parte, Deutsche Bank ejecutó swaps de divisas para Portugal entre 1998 y 2003, según Roland Weichert. El portavoz indicó que el acuerdo de Deutsche Bank con Portugal incluyó "swaps de divisas completamente normales" y otros negocios que declinó tratar en detalle. Los canjes de divisas para Portugal estuvieron dentro del "marco de la gestión de deuda soberana", insistió Weichert. Las operaciones no tenían la intención de ocultar la posición de la deuda nacional de Portugal, añadió.
El Ministerio portugués de Finanzas declinó hacer comentarios sobre si Portugal había usado swaps de divisas como los empleados por Grecia, pero aseveró que el país sólo utiliza instrumentos financieros que se ajustan a las normas de la UE.
Fuente:
Las maniobras contables, otro problema para Europa - WSJ.com