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(resumen de este artículo http://www.elpais.com/articulo/dinero/inversiones/especulacion/tiene/cara/cruz/elpepueconeg/20100523elpnegdin_1/Tes de MIGUEL ÁNGEL GARCÍA VEGA)
El amanecer y el ocaso comparten idéntica línea del horizonte. Lo mismo sucede en el mundo financiero, donde nada es blanco o negro. Abundan los grises. Los especuladores forman parte de este color. Para muchos son un problema devastador, ya que no producen ningún valor tangible, mientras que para otros son unos actores necesarios que dan liquidez al mercado, explica José Luis Martínez, economista jefe de Citigroup. "Es cierto que se aprovechan de las debilidades, pero también las corrigen", dice Martínez. Además, "son guardianes de la eficiencia, precisa José Carlos Díez, analista de InterMoney. "El problema reside en que cuando toman el poder se comportan como oligopolios". Y esto es lo que ha sucedido en las últimas semanas.
Según los datos que maneja la Bolsa de Chicago, en la semana que finalizó el 4 de mayo se abrieron 13.125 millones de euros en posiciones cortas (especulativas) contra el euro, o sea, 103.400 contratos. Es la cifra más alta jamás vista en ese parqué. Resultado: desplome de las Bolsas europeas.
A España las repercusiones no tardaron en llegar. Estos movimientos especulativos le han costado al Estado -acorde con las cifras del sindicato de técnicos del Ministerio de Economía y Hacienda (Gestha)- unos 1.403 millones de euros, que es el sobrecoste que España tendrá que pagar para financiarse.
Sin embargo, en esta paleta de grises hay expertos, como David Cano, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), que culpa a Angela Merkel o a Jean-Claude Trichet del hundimiento antes que a los especuladores. A la canciller alemana, por retrasar las medidas de rescate, y al responsable del Banco Central Europeo, por no haber bajado los tipos de interés hace tres semanas. "Los especuladores te dan la señal de dónde están los fallos. Sólo van contra la debilidad. Pero cuando la detectan no son un alma de la caridad; van a machacar", advierte David Cano.
En estos momentos muchos recordarán las palabras del ministro sueco de finanzas, Anders Borg, cuando decía recientemente que veía grupos comportándose "como manadas de lobos" en los mercados. "Si les dejamos actuar, atacarán a los miembros más débiles y les destrozarán". Siguiendo con el símil zoológico, José Ramón Pin, profesor de ética empresarial del IESE, los compara con los buitres negros, que cumplen "la sana tarea de eliminar los animales moribundos".
Tampoco debe extrañar este comportamiento de los mercados, pues "el secreto del capitalismo es comprar barato y vender caro", dice José Carlos Díez, de InterMoney. Es parte del ADN del sistema. Como lo es, indica Adrián Serrano, experto de Norbolsa, que haya personas que ganen mucho con estos movimientos especulativos, pero también quienes lo pierden todo. "Y esto hay que tenerlo en cuenta. Especular no es sinónimo de grandes ganancias. Se hace un discurso demasiado simplista para llegar a la gente".
El problema está en encontrar el punto medio, o sea, el color gris. La mayoría de las transacciones habituales de compra y venta de cualquier bien lleva implícito un componente especulativo. "El reto reside en definir qué es una operación especulativa y qué no", reflexiona Lorenzo Dávila, jefe del departamento de investigación del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). Y, hasta la fecha, este gato sigue sin cascabel. "Resulta muy complicado, por ejemplo, distinguir entre una operación especulativa pura y dura y una de cobertura", admite Dávila.
De lo que hay pocas dudas es de que los especuladores viven en las grietas del sistema. Ahí proliferan. Buscan "los desajustes que les podrían generar rentabilidad", precisa Francisco López Ollé, de X-Trade Brokers. La solución podría estar en aumentar la regulación, pero es algo que "coartaría la rentabilidad del negocio", en palabras de Natalia Aguirre, directora de estrategia de Renta 4, quien no hace sino resumir el sentimiento del mercado.
El amanecer y el ocaso comparten idéntica línea del horizonte. Lo mismo sucede en el mundo financiero, donde nada es blanco o negro. Abundan los grises. Los especuladores forman parte de este color. Para muchos son un problema devastador, ya que no producen ningún valor tangible, mientras que para otros son unos actores necesarios que dan liquidez al mercado, explica José Luis Martínez, economista jefe de Citigroup. "Es cierto que se aprovechan de las debilidades, pero también las corrigen", dice Martínez. Además, "son guardianes de la eficiencia, precisa José Carlos Díez, analista de InterMoney. "El problema reside en que cuando toman el poder se comportan como oligopolios". Y esto es lo que ha sucedido en las últimas semanas.
Según los datos que maneja la Bolsa de Chicago, en la semana que finalizó el 4 de mayo se abrieron 13.125 millones de euros en posiciones cortas (especulativas) contra el euro, o sea, 103.400 contratos. Es la cifra más alta jamás vista en ese parqué. Resultado: desplome de las Bolsas europeas.
A España las repercusiones no tardaron en llegar. Estos movimientos especulativos le han costado al Estado -acorde con las cifras del sindicato de técnicos del Ministerio de Economía y Hacienda (Gestha)- unos 1.403 millones de euros, que es el sobrecoste que España tendrá que pagar para financiarse.
Sin embargo, en esta paleta de grises hay expertos, como David Cano, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), que culpa a Angela Merkel o a Jean-Claude Trichet del hundimiento antes que a los especuladores. A la canciller alemana, por retrasar las medidas de rescate, y al responsable del Banco Central Europeo, por no haber bajado los tipos de interés hace tres semanas. "Los especuladores te dan la señal de dónde están los fallos. Sólo van contra la debilidad. Pero cuando la detectan no son un alma de la caridad; van a machacar", advierte David Cano.
En estos momentos muchos recordarán las palabras del ministro sueco de finanzas, Anders Borg, cuando decía recientemente que veía grupos comportándose "como manadas de lobos" en los mercados. "Si les dejamos actuar, atacarán a los miembros más débiles y les destrozarán". Siguiendo con el símil zoológico, José Ramón Pin, profesor de ética empresarial del IESE, los compara con los buitres negros, que cumplen "la sana tarea de eliminar los animales moribundos".
Tampoco debe extrañar este comportamiento de los mercados, pues "el secreto del capitalismo es comprar barato y vender caro", dice José Carlos Díez, de InterMoney. Es parte del ADN del sistema. Como lo es, indica Adrián Serrano, experto de Norbolsa, que haya personas que ganen mucho con estos movimientos especulativos, pero también quienes lo pierden todo. "Y esto hay que tenerlo en cuenta. Especular no es sinónimo de grandes ganancias. Se hace un discurso demasiado simplista para llegar a la gente".
El problema está en encontrar el punto medio, o sea, el color gris. La mayoría de las transacciones habituales de compra y venta de cualquier bien lleva implícito un componente especulativo. "El reto reside en definir qué es una operación especulativa y qué no", reflexiona Lorenzo Dávila, jefe del departamento de investigación del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). Y, hasta la fecha, este gato sigue sin cascabel. "Resulta muy complicado, por ejemplo, distinguir entre una operación especulativa pura y dura y una de cobertura", admite Dávila.
De lo que hay pocas dudas es de que los especuladores viven en las grietas del sistema. Ahí proliferan. Buscan "los desajustes que les podrían generar rentabilidad", precisa Francisco López Ollé, de X-Trade Brokers. La solución podría estar en aumentar la regulación, pero es algo que "coartaría la rentabilidad del negocio", en palabras de Natalia Aguirre, directora de estrategia de Renta 4, quien no hace sino resumir el sentimiento del mercado.