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En España, el debate -cada vez más agrio- gira en torno a la abultada factura que las cuentas públicas soportan para promover las energías renovables (6.215 millones el año pasado), y que el Gobierno quiere reducir, incluso con carácter retroactivo. Sin embargo, el montante en subvenciones públicas que siguen recibiendo en todo el mundo las energías tradicionales, las de origen fósil, es verdaderamente estratosférico. No sólo lo verde cobra del Estado.
Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, en sus siglas en inglés), las economías desarrolladas repartieron 557.000 millones de dólares (unos 467.000 millones de euros) en subvenciones al consumo de petróleo, gas natural y carbón en 2008, último año con datos disponibles. El estudio, el primero que analiza de forma exhaustiva los subsidios concedidos a las energías tradicionales, confirma que el apoyo público es mucho mayor al que hasta ahora se estimaba (un 85% por encima de los 300.000 millones de dólares que se calculaba).
El informe, al que ha tenido acceso Financial Times, coloca a Irán, Rusia, Arabia Saudí, India y China en la cabeza del ranking de países que más subsidios reparten para apuntalar sus respectivos sectores energéticos. Los gobiernos de algunos de estos países ya han alertado de la necesidad de contener el volumen de las ayudas públicas a medio plazo. Según la IEA, el recorte de las subvenciones -acordado por el G20 ya el pasado año- permitiría, en paralelo, reducir sustancialmente el consumo de energías fósiles y, por tanto, también las emisiones de CO2. Y supondría un gran alivio para los presupuestos públicos: las economías desarrolladas se dejan de media un 2,1% de su producto interior bruto (PIB) en estas ayudas.
Fatih Biron, economista jefe de la IEA, entiende que la reducción de las ayudas públicas podría cambiar el sistema energético mundial "rápida y sustancialmente". "La concesión de subvenciones a las energías fósiles son como una apendicitis del sistema energético global, por lo que necesita ser extirpado para asegurar un desarrollo futuro saludable y sostenible", ha señalado Biron a Financial Times. "La retirada de los subsidios al petróleo, el gas natural y el carbón mejoraría la eficiencia energética y derivaría las inversiones a energías limpias".
De hecho, según las estimaciones que maneja la IEA, la progresiva retirada de estas subvenciones hasta 2020 permitiría reducir el consumo en el equivalente a 850 millones de toneladas de petróleo, lo que supondría recortar las emisiones de dióxido de carbono que hoy acumulan conjuntamente Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España.
Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, en sus siglas en inglés), las economías desarrolladas repartieron 557.000 millones de dólares (unos 467.000 millones de euros) en subvenciones al consumo de petróleo, gas natural y carbón en 2008, último año con datos disponibles. El estudio, el primero que analiza de forma exhaustiva los subsidios concedidos a las energías tradicionales, confirma que el apoyo público es mucho mayor al que hasta ahora se estimaba (un 85% por encima de los 300.000 millones de dólares que se calculaba).
El informe, al que ha tenido acceso Financial Times, coloca a Irán, Rusia, Arabia Saudí, India y China en la cabeza del ranking de países que más subsidios reparten para apuntalar sus respectivos sectores energéticos. Los gobiernos de algunos de estos países ya han alertado de la necesidad de contener el volumen de las ayudas públicas a medio plazo. Según la IEA, el recorte de las subvenciones -acordado por el G20 ya el pasado año- permitiría, en paralelo, reducir sustancialmente el consumo de energías fósiles y, por tanto, también las emisiones de CO2. Y supondría un gran alivio para los presupuestos públicos: las economías desarrolladas se dejan de media un 2,1% de su producto interior bruto (PIB) en estas ayudas.
Fatih Biron, economista jefe de la IEA, entiende que la reducción de las ayudas públicas podría cambiar el sistema energético mundial "rápida y sustancialmente". "La concesión de subvenciones a las energías fósiles son como una apendicitis del sistema energético global, por lo que necesita ser extirpado para asegurar un desarrollo futuro saludable y sostenible", ha señalado Biron a Financial Times. "La retirada de los subsidios al petróleo, el gas natural y el carbón mejoraría la eficiencia energética y derivaría las inversiones a energías limpias".
De hecho, según las estimaciones que maneja la IEA, la progresiva retirada de estas subvenciones hasta 2020 permitiría reducir el consumo en el equivalente a 850 millones de toneladas de petróleo, lo que supondría recortar las emisiones de dióxido de carbono que hoy acumulan conjuntamente Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España.