Drástica caída en los precios de los inmuebles lujosos
Cuando la venta del departamento anunciado como el más caro del mundo resulta ser una venta falsa, uno sabe que las grietas en el mercado inmobiliario han llegado al nivel más alto. Aún antes de que fracasara la supuesta venta por u$s 57 millones de una propiedad horizontal en Hong Kong, las firmas que desarrollan casas de lujo en Moscú ya estaban bajando drásticamente sus precios y en Shanghai se oía el pop de la burbuja al estallar.
En Nueva York las transacciones ahora se pactan a la mitad del nivel de su época pico. Y hasta Mónaco, ese refugio de los súper ricos, ha dejado de ser el paraíso de los vendedores de propiedades: las operaciones se cierran a precios que están 40% por debajo de lo que se pagaba el año pasado, porque los refugiados fiscales prefieren alquilar más que comprar.
Además, es difícil imaginar un reflorecimiento de la demanda por las casas de lujo. Este es un mundo en el que la codicia es mal vista: los bonus de los ejecutivos bancarios están en la línea de fuego, junto con las remuneraciones de los CEO. Gordon Gekko, personificación de la filosofía de “la codicia es buena” imperante en la década de los 80, seguirá en la cárcel hasta septiembre, fecha del estreno de la película Wall Street 2.
En Londres, donde los precios de las viviendas de lujo están apenas unos puntos porcentuales por debajo del pico de marzo de 2008, la salvación son los extranjeros. Más de la mitad de las casas que valen más de 5 millones de libras quedan en manos de compradores del extranjero, entusiasmados por la debilidad de la moneda local y los precios más baratos. Pero en el futuro los compradores de Rusia y Medio Oriente, que enfrentan problemas en sus países, podrían mostrarse menos dispuestos a dejar su dinero en el Reino Unido.
Sin embargo, hay margen para el optimismo. La oferta, deprimida ahora por la declinación en los precios, es estructuralmente escasa en lo más alto. Hay un límite para la cantidad de antiguas town houses en Manhattan, y los grandes departamentos con vista panorámica sobre la bahía de Hong Kong son muy pocos. Además, en algún momento el espectro de la inflación hará nuevamente de los ladrillos el refugio ideal.
Fuente: Financial Times
Cuando la venta del departamento anunciado como el más caro del mundo resulta ser una venta falsa, uno sabe que las grietas en el mercado inmobiliario han llegado al nivel más alto. Aún antes de que fracasara la supuesta venta por u$s 57 millones de una propiedad horizontal en Hong Kong, las firmas que desarrollan casas de lujo en Moscú ya estaban bajando drásticamente sus precios y en Shanghai se oía el pop de la burbuja al estallar.
En Nueva York las transacciones ahora se pactan a la mitad del nivel de su época pico. Y hasta Mónaco, ese refugio de los súper ricos, ha dejado de ser el paraíso de los vendedores de propiedades: las operaciones se cierran a precios que están 40% por debajo de lo que se pagaba el año pasado, porque los refugiados fiscales prefieren alquilar más que comprar.
Además, es difícil imaginar un reflorecimiento de la demanda por las casas de lujo. Este es un mundo en el que la codicia es mal vista: los bonus de los ejecutivos bancarios están en la línea de fuego, junto con las remuneraciones de los CEO. Gordon Gekko, personificación de la filosofía de “la codicia es buena” imperante en la década de los 80, seguirá en la cárcel hasta septiembre, fecha del estreno de la película Wall Street 2.
En Londres, donde los precios de las viviendas de lujo están apenas unos puntos porcentuales por debajo del pico de marzo de 2008, la salvación son los extranjeros. Más de la mitad de las casas que valen más de 5 millones de libras quedan en manos de compradores del extranjero, entusiasmados por la debilidad de la moneda local y los precios más baratos. Pero en el futuro los compradores de Rusia y Medio Oriente, que enfrentan problemas en sus países, podrían mostrarse menos dispuestos a dejar su dinero en el Reino Unido.
Sin embargo, hay margen para el optimismo. La oferta, deprimida ahora por la declinación en los precios, es estructuralmente escasa en lo más alto. Hay un límite para la cantidad de antiguas town houses en Manhattan, y los grandes departamentos con vista panorámica sobre la bahía de Hong Kong son muy pocos. Además, en algún momento el espectro de la inflación hará nuevamente de los ladrillos el refugio ideal.
Fuente: Financial Times