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Servicio de Estudios de "la Caixa".– La capacidad de convertir el conocimiento tecnológico en crecimiento es uno de los factores más importantes para mejorar la competitividad de las economías modernas. Este es un proceso complejo, y evaluar cómo los países desarrollan y comercializan sus descubrimientos no es sencillo. Por tanto, el diseño de indicadores del comportamiento innovador resulta de gran interés ya que puede orientar a los países sobre sus políticas de estímulo de la inversión y desarrollo. Otra utilidad de estos indicadores, especialmente en el contexto de crisis actual, es evaluar si el ciclo económico repercute sobre la práctica de creación de ideas.
Con este fin, la Comisión Europea publica el European Innovation Scoreboard (EIS) desde 2001, un instrumento para ilustrar el grado de innovación de la UE-27 y otros países. En líneas generales, el esfuerzo se centra en la elaboración de un índice, el Summary Innovation Index (SII), calculado a partir de indicadores que resumen siete aspectos necesarios para el progreso, a su vez agrupados en tres grupos.
El primer grupo incluye los motores innovadores externos a las empresas: la creación de conocimiento o recursos humanos y la financiación de proyectos. Por ejemplo, recoge variables como la ratio de doctorados, la participación en cursos formativos, el gasto público en I+D o la ratio de empresas con acceso a banda ancha. El segundo grupo se centra en la iniciativa empresarial: la inversión de las empresas como su gasto privado en I+D, IT o innovación; la red de contactos (el grado de colaboración entre las pymes innovadoras o el número de publicaciones); y la producción de derechos a la propiedad intelectual (patentes, marcas y diseños). El último grupo cuantifica el output de la actividad de las empresas: el total de productos innovadores como, por ejemplo, la ratio de pymes que introducen novedades en productos, procesos o formas organizativas y la ratio de empresas que consiguen reducir sus costes laborales o energéticos gracias a ello; y el impacto económico (ventas, ocupación y exportaciones).
¿Qué nos revelan estos índices de la actitud innovadora de los países? El gráfico siguiente muestra la correlación entre países del índice de innovación y su crecimiento anual según los resultados del EIS 2009. Cabe señalar que el índice hace referencia a un periodo anterior ya que se construye sobre variables recogidas durante los años 2006, 2007 y 2008. Un análisis de dispersión de los datos permite agrupar las economías según su capacidad de generar novedades: innovadores líderes, seguidores, moderados y muy moderados. A su vez, con el incremento del índice de innovación se clasifica el ritmo de progreso de la innovación de los países en tres dimensiones: crecimiento líder, moderado y lento.
Según este estudio, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Suecia, Suiza y el Reino Unido encabezan el ranking, con valores bastante superiores al promedio de la UE-27. Sin embargo, el ritmo de avance varía entre ellos ya que, mientras Alemania, Finlandia y sobre todo Suiza mejoran su capacidad innovadora, Dinamarca y el Reino Unido muestran señales de ralentización. El caso de Japón y Estados Unidos no ha sido tratado aquí pero un estudio anterior posiciona ambos países entre los líderes.
En el grupo de seguidores se encuentran estados con un índice ligeramente superior al promedio. Aunque la mayoría experimenta tasas de crecimiento moderadas (Austria, Bélgica, Chipre, Estonia, Francia, Irlanda, Luxemburgo y Holanda), cabe matizar el buen ritmo de Chipre, Estonia, Islandia y Eslovenia.
Los países moderados se sitúan por debajo de la media en cuanto a su nivel de innovación. Entre ellos, sorprenden los casos de Italia, Noruega y España ya que su progreso es además muy lento. Ello sugiere que estos países posiblemente deberían revisar sus políticas e invertir más en aquellas partidas que mejoraran su capacidad de innovación.
El comportamiento innovador inferior al promedio de la UE-27 del caso español se debe principalmente a su débil iniciativa empresarial, tanto en inversión como en la red de contactos y en la producción de derechos de propiedad intelectual. Por el contrario, su relativa fortaleza estriba en su capacidad de financiar proyectos y en el impacto económico de sus novedades. En los últimos cinco años, la inversión empresarial ha contribuido positivamente al ritmo de progreso innovador sobre todo gracias al incremento del 12% del crédito privado y del 13% del gasto en innovación. Contrariamente, tanto la partida de recursos humanos como la red de contactos y el número total de productos innovadores han retrocedido en comparación a la media de la UE-27.
El resto de los países moderados, la mayoría de la Europa emergente, incrementa gradualmente el índice de innovación (Hungría, Lituania, Polonia, Eslovaquia) o de forma más acelerada (República Checa, Grecia, Malta y Portugal). Estos resultados, por tanto, apuntan a un cierto proceso de convergencia en los niveles de innovación por parte de algunos países.
El último grupo de países, los muy moderados, desarrollan sus conocimientos tecnológicos muy paulatinamente y se localizan debajo del promedio de la UE-27 (Bulgaria, Rumania, Latvia, Turquía y Croacia). En particular, destaca el mal comportamiento de Croacia por su igualmente baja tasa de crecimiento de la actitud innovadora.
Así pues, el índice de innovación claramente sirve para informar a los respectivos países sobre su conducta con respecto al desarrollo de innovaciones. No obstante, no permite valorar si la actual recesión ha modificado la práctica innovadora ya que no abarca el periodo más reciente. A tal efecto puede emplearse la encuesta Innobarometer 2009, elaborada en abril de 2009 por la Gallup Organization por encargo de la Comisión Europea. En la encuesta se demanda a las empresas de más de 20 trabajadores sobre sus planes de inversión. En este cuestionario, además, se preguntó directamente acerca de si habían variado su gasto en innovación debido a la desaceleración económica a partir de mediados de 2008. Los resultados muestran que un 22% de las empresas innovadoras redujeron su nivel de gasto en innovación, cifra bastante superior al 9% registrado en el periodo 2006-2008. Ello sugiere que ha habido un notable impacto de la crisis económica sobre la inversión en esta partida.
No obstante, no todos los países actuaron de forma similar. De hecho, algunas empresas tomaron una postura más vanguardista y utilizaron este periodo recesivo como una oportunidad para invertir en innovación. Cabe señalar el caso de Suiza donde solamente el 9% de sus empresas disminuyeron el gasto frente al 17% que lo aumentaron. En Finlandia, Suecia, Alemania y Austria, la proporción de empresas que incrementaron o disminuyeron su gasto fue similar. En el resto, el número de empresas que bajaron su nivel de gasto en innovación superó a las que lo aumentaron, por lo que tomaron una actitud más defensiva. Los resultados del Innobarometer 2009 también indican que las empresas más innovadoras tendieron a recortar menos el gasto en innovación, por lo que posiblemente se vean menos afectadas por la actual recesión.
En definitiva, el análisis del comportamiento innovador indica que existen diferencias notables entre economías. Dada la importancia que el progreso tecnológico tiene sobre el bienestar general, los resultados manifiestan la necesidad de que los denominados países moderados (y los muy moderados) revisen sus estrategias de inversión en innovación. Asimismo, los datos muestran que el proceso de convergencia se ha frenado algo como consecuencia de la crisis ya que son precisamente los países menos innovadores los que experimentan mayores retrocesos en el gasto de esta partida.
Con este fin, la Comisión Europea publica el European Innovation Scoreboard (EIS) desde 2001, un instrumento para ilustrar el grado de innovación de la UE-27 y otros países. En líneas generales, el esfuerzo se centra en la elaboración de un índice, el Summary Innovation Index (SII), calculado a partir de indicadores que resumen siete aspectos necesarios para el progreso, a su vez agrupados en tres grupos.
El primer grupo incluye los motores innovadores externos a las empresas: la creación de conocimiento o recursos humanos y la financiación de proyectos. Por ejemplo, recoge variables como la ratio de doctorados, la participación en cursos formativos, el gasto público en I+D o la ratio de empresas con acceso a banda ancha. El segundo grupo se centra en la iniciativa empresarial: la inversión de las empresas como su gasto privado en I+D, IT o innovación; la red de contactos (el grado de colaboración entre las pymes innovadoras o el número de publicaciones); y la producción de derechos a la propiedad intelectual (patentes, marcas y diseños). El último grupo cuantifica el output de la actividad de las empresas: el total de productos innovadores como, por ejemplo, la ratio de pymes que introducen novedades en productos, procesos o formas organizativas y la ratio de empresas que consiguen reducir sus costes laborales o energéticos gracias a ello; y el impacto económico (ventas, ocupación y exportaciones).
¿Qué nos revelan estos índices de la actitud innovadora de los países? El gráfico siguiente muestra la correlación entre países del índice de innovación y su crecimiento anual según los resultados del EIS 2009. Cabe señalar que el índice hace referencia a un periodo anterior ya que se construye sobre variables recogidas durante los años 2006, 2007 y 2008. Un análisis de dispersión de los datos permite agrupar las economías según su capacidad de generar novedades: innovadores líderes, seguidores, moderados y muy moderados. A su vez, con el incremento del índice de innovación se clasifica el ritmo de progreso de la innovación de los países en tres dimensiones: crecimiento líder, moderado y lento.
Según este estudio, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Suecia, Suiza y el Reino Unido encabezan el ranking, con valores bastante superiores al promedio de la UE-27. Sin embargo, el ritmo de avance varía entre ellos ya que, mientras Alemania, Finlandia y sobre todo Suiza mejoran su capacidad innovadora, Dinamarca y el Reino Unido muestran señales de ralentización. El caso de Japón y Estados Unidos no ha sido tratado aquí pero un estudio anterior posiciona ambos países entre los líderes.
En el grupo de seguidores se encuentran estados con un índice ligeramente superior al promedio. Aunque la mayoría experimenta tasas de crecimiento moderadas (Austria, Bélgica, Chipre, Estonia, Francia, Irlanda, Luxemburgo y Holanda), cabe matizar el buen ritmo de Chipre, Estonia, Islandia y Eslovenia.
Los países moderados se sitúan por debajo de la media en cuanto a su nivel de innovación. Entre ellos, sorprenden los casos de Italia, Noruega y España ya que su progreso es además muy lento. Ello sugiere que estos países posiblemente deberían revisar sus políticas e invertir más en aquellas partidas que mejoraran su capacidad de innovación.
El comportamiento innovador inferior al promedio de la UE-27 del caso español se debe principalmente a su débil iniciativa empresarial, tanto en inversión como en la red de contactos y en la producción de derechos de propiedad intelectual. Por el contrario, su relativa fortaleza estriba en su capacidad de financiar proyectos y en el impacto económico de sus novedades. En los últimos cinco años, la inversión empresarial ha contribuido positivamente al ritmo de progreso innovador sobre todo gracias al incremento del 12% del crédito privado y del 13% del gasto en innovación. Contrariamente, tanto la partida de recursos humanos como la red de contactos y el número total de productos innovadores han retrocedido en comparación a la media de la UE-27.
El resto de los países moderados, la mayoría de la Europa emergente, incrementa gradualmente el índice de innovación (Hungría, Lituania, Polonia, Eslovaquia) o de forma más acelerada (República Checa, Grecia, Malta y Portugal). Estos resultados, por tanto, apuntan a un cierto proceso de convergencia en los niveles de innovación por parte de algunos países.
El último grupo de países, los muy moderados, desarrollan sus conocimientos tecnológicos muy paulatinamente y se localizan debajo del promedio de la UE-27 (Bulgaria, Rumania, Latvia, Turquía y Croacia). En particular, destaca el mal comportamiento de Croacia por su igualmente baja tasa de crecimiento de la actitud innovadora.
Así pues, el índice de innovación claramente sirve para informar a los respectivos países sobre su conducta con respecto al desarrollo de innovaciones. No obstante, no permite valorar si la actual recesión ha modificado la práctica innovadora ya que no abarca el periodo más reciente. A tal efecto puede emplearse la encuesta Innobarometer 2009, elaborada en abril de 2009 por la Gallup Organization por encargo de la Comisión Europea. En la encuesta se demanda a las empresas de más de 20 trabajadores sobre sus planes de inversión. En este cuestionario, además, se preguntó directamente acerca de si habían variado su gasto en innovación debido a la desaceleración económica a partir de mediados de 2008. Los resultados muestran que un 22% de las empresas innovadoras redujeron su nivel de gasto en innovación, cifra bastante superior al 9% registrado en el periodo 2006-2008. Ello sugiere que ha habido un notable impacto de la crisis económica sobre la inversión en esta partida.
No obstante, no todos los países actuaron de forma similar. De hecho, algunas empresas tomaron una postura más vanguardista y utilizaron este periodo recesivo como una oportunidad para invertir en innovación. Cabe señalar el caso de Suiza donde solamente el 9% de sus empresas disminuyeron el gasto frente al 17% que lo aumentaron. En Finlandia, Suecia, Alemania y Austria, la proporción de empresas que incrementaron o disminuyeron su gasto fue similar. En el resto, el número de empresas que bajaron su nivel de gasto en innovación superó a las que lo aumentaron, por lo que tomaron una actitud más defensiva. Los resultados del Innobarometer 2009 también indican que las empresas más innovadoras tendieron a recortar menos el gasto en innovación, por lo que posiblemente se vean menos afectadas por la actual recesión.
En definitiva, el análisis del comportamiento innovador indica que existen diferencias notables entre economías. Dada la importancia que el progreso tecnológico tiene sobre el bienestar general, los resultados manifiestan la necesidad de que los denominados países moderados (y los muy moderados) revisen sus estrategias de inversión en innovación. Asimismo, los datos muestran que el proceso de convergencia se ha frenado algo como consecuencia de la crisis ya que son precisamente los países menos innovadores los que experimentan mayores retrocesos en el gasto de esta partida.